Sigo con el género de fábula...

Un anciano y un niño caminaban por un bosque poblado de animales feroces, de repente el niño se detiene y le dice al anciano: “abuelo mira esas pisadas en el camino enlodado, son huellas de tigre”; a lo que el abuelo contestó: “sí, son huellas de tigre”. Continuaron caminado y el anciano se detiene y le dice: “mi nieto mira esa roca”. El niño la observa y ve la inmensa roca sin comentar nada.
El anciano mira al niño y lo abrazó diciéndole: “ Mira los surcos en la piedra, está rayada en la parte de arriba, esas también son huellas, son huellas verdaderas y profundas, dejada por dos tigres que tal vez pelearon”
Y prosiguió: “la diferencia entre ambas huellas es que las huellas en el camino enlodado puede dejarla cualquiera que pase por allí, pero la huella en la piedra es una huella profunda que evidencia esfuerzo y coraje.”

Debemos Acostumbrarnos a dejar huellas duraderas en aquellos lugares donde han pisado muchos y han pasando inadvertidos.