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Hilos dorados de ilusión...

Había una vez una niña, esta niña poseía un pequeño tesoro. Entre sus manos guardaba unos hilos dorados, eran tres, cada hilo significaba algo en su vida, su familia, sus amigos y su corazón. Tres hilos dorados que guardaba en sus manitas pequeñas tratando de que nadie se los quitara nunca.
Pero tenía unos amigos que siempre andaban investigando porqué ella siempre escondía las manos, no las escondas decían, déjanos ver qué tienes ahí, presionaban, sin embargo ella sonreía y continuaba con sus hilos entrelazados entre sus deditos y sus manos juntas, apretadas inocentemente a la espalda, sabía que tenía un tesoro y sabía que debía protegerlo.

Un buen día mientras llevaba ese tesoro entre sus manos vino un viento muy fuerte y en un descuido suyo, los hilos juguetones se fueron desenrredando y libres volaron hacia el cielo escapándose de sus manos. La niña contempló con tristeza como su pequeño tesoro se escapaba rumbo a las estrellas.

Y quedó triste...

Pasaron muchos, muchos años y aquella niña había crecido hasta convertirse en una hermosa mujer. Pero seguía recordando aquellos hilos que un buen día habían volado en un descuido suyo de sus manos.
Un buen día estando con su madre, de repente ella empezó a llorar y le dijo: no quiero volver a sufrir como cuando era pequeña, no quiero volver a revivir aquella historia, yo no voy a poder afrontarla sola... La hija comprendiendo lo que decía le dijo, no te preocupes mamá yo estoy aquí, no te voy a dejar sola, todo saldrá bien, estoy a tu lado, lo pasaremos juntas y sonreiremos al final, ya lo verás. Al punto a sus manos cayó del cielo un hilo dorado, ella sin comprender bien pero contenta de tener algo que le recordaba lo que había perdido, apretó su mano y mirando al cielo le agradeció el regalo y se lo enroscó en un dedo recordando cómo lo hacía cuando era pequeña.

Pasaron unos meses y otro día quedó con unas amigas, querían decirle algo... Ella ilusionándose pensando que le invitarían a una fiesta, a tomarse unas copas quedó con ellas. Pero la noticia fue distinta en vez de salir sonriendo se despidió con el alma en un puño y el corazón hecho pedazos. Al marcharse sin comprender porqué ese daño... miró al cielo y dijo, ojalá sean felices y dejen de necesitar herirme, al momento de haber pronunciado esa frase cayó del cielo otro dorado hilo que se instaló cómodamente entre sus dedos. La mujer al verlo, lo recogió con cuidado y volvió a cerrar su mano agradeciendo el detalle.

Pasaron apenas unas horas de ese encuentro y estando de noche ya una de esas mismas amigas, apretó la herida con un mensaje certero... la mujer al recibirlo comenzó a sentir que su pecho se separaba del corazón y todo se deshacía en desilusión, desesperanza y desencanto... pero mantuvo la entereza y repondió con serenidad y buenas palabras y luego, aún siendo de noche miró al cielo y tan solo dijo: ojalá sea feliz, se lo merece... y en ese mismo instante apareció del cielo sin luna un tercer hilo dorado que posándose en las manos se enredó con familiaridad entre sus dedos.

La mujer contempló su mano y vio con asombro y emoción que había recuperado su tesoro y entonces comprendió y esbozando una sonrisa abrió su mano con gratitud y soltó todos los hilos, que libres volaron de nuevo al inmenso cielo.


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Nota de autor:

Hoy mismo, mientras estaba trabajando, una buena amiga que tengo desde hace tres años me ha enviado esta frase: "Si olvidas las heridas que te hayan hecho, tu corazón quedará en libertad para vivir y amar en plenitud".

Al recibirla yo solo he podido pensar: mi amiga sabe de qué forma tan despiadada han necesitado herirme de nuevo personas que apreciaba y ha dejado caer en mi mano un hilo dorado con su bella amistad.

Y tras breves segundos de reconfortar mi alma aún emocionada pero siendo incapaz de escribirle nada este ha sido mi siguiente pensamiento: gracias, sé que en este mismo momento un hilo dorado está cayendo en tus manos porque yo no puedo hablar.

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Moraleja:
Un hilo dorado es ese momento especial que cae del cielo a tus manos para recordarte que quien sabe generar amor, amistad y comprensión, siempre tendrá un tesoro en su vida y no hay que tener miedo ni tristeza a perder ese tesoro por malos vientos cuando se ha comprendido de que manera SIEMPRE se pueden volver a enroscar en tus manos pequeños hilos de ilusión.
Datos del Cuento
  • Categoría: Educativos
  • Media: 5.25
  • Votos: 106
  • Envios: 5
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3 comentarios. Página 1 de 1
Joaquín Ledo Duffard Van Ooyen
invitado-Joaquín Ledo Duffard Van Ooyen 24-05-2005 00:00:00

Lágrima Azul: Me quedé pensando en esos hilos dorados... ¿Dónde habrán ido a parar los míos? Pensaba también en lo prodigioso de una gota de agua porque recibe un rayo de luz blanca y como un diamante la descompone en mil colores, aunque esa gota sea... una lágrima azul. Otras veces, muchas gotas de agua forman un arcoiris, se abre el portal al pasado y esa lagrimita llega hasta los labios de ella. La lagrimita no emite ya reflejos de mil colores porque está rodeada de oscuridad y tristeza. Mañana llegarán los tres hilos dorados que irradiarán su luz. Volverá la sonrisa al rostro de ella y en su alma brotarán... flores de mil colores. JOAQUÍN

Lébana
invitado-Lébana 24-05-2005 00:00:00

...que van y vuelven reflejan muy bien lo que es la vida, perder y ganar. Tú te has ganado el aprecio de muchos con tus escritos. Te mando una bufanda tejida con hilos de cariño, cada hilo es uno de tus amigos de BUSCACUENTOS, arrópate con ella.

Lágrima Azul
invitado-Lágrima Azul 24-05-2005 00:00:00

ya me la he puesto, me viene genial que aún tengo algo de resfriado, je, gracias!. Muchas gracias también por lo que dices, qué bonito que te tranquilicen las personas con palabras de concordia y cariño, realmente cuesta tan poco y es tan hermoso, si todo el mundo supiera los hilos dorados que se pueden ganar en esta vida cuando en ocasiones nos toca perder cosas y personas importantes de nuestra vida... Bueno, que ya vuelve el moquillo, je, je, mejor lo dejamos en estos puntitos suspensivos. Un abrazo cariñoso para ti, con lo revoltosa que soy iré deshaciendo los hilos de la bufanda y regalándolos todos y ya verás dentro de poco me quedo sin bufanda ni ná, je, je, soy un caso.

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