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Haniel

Haniel transitaba su vida entre la inmortalidad de las esferas…

Era un autentico ángel. Sí, auténtico. Su trabajo abstracto; pero al mismo tiempo muy concreto, consistía en mantener el orden Cósmico de la Galaxia y cuidar de la evolución de las piedras preciosas con otros hermanos. Tenía prohibido, como los de más jerarquía, entrometerse en el destino humano. La ley Superior decía textualmente Se debe dejar al hombre que viva su propia vida, su propia evolución. Pero sí, se podía ayudarlo en momentos cruciales, siempre y cuando esa ayuda lo acercara al Creador y no le torciera el rumbo hacia el mal. A pesar de todas estas leyes a Haniel le llamaba mucho la atención el destino humano, pareciera que sospechara una relación futura con Adán o mejor dicho con Eva.
Como dijimos, a todos los ángeles se les tenía prohibido divisar cosas insignificantes humanas. Teóricamente, un ángel es alguien muy serio y distante, está muy por encima de estas cosas. De esta manera Haniel transitaba su vida entre la inmortalidad de las esferas.
Sucedió que un día, que para el mundo angelical no tiene significado, miró por curiosidad a Rita, mejor dicho las piernas de ella, observó su busto y otras cuantas cosas más. Cuando habían pasado 5 miserables segundos angelicales, Haniel se empezó a preocupar, no era muy lógico que un ser angélico como él dedicara tanto tiempo a una simple mortal. Ese pequeño detalle lo dejó perturbado y sus trabajos celestiales empezaron a fastidiarlo y aburrirlo. Hasta pensó que ya no servía para ese oficio de ser ángel. Este inconveniente llegó al oído de sus superiores que inmediatamente lo llamaron. Se escuchó un largo y profundo: Haniel, es bueno que hablemos, -dijo uno de los superiores, tus trabajos de control y orden en la galaxia no están bien ejecutados, ya has cometido dos faltas, que aunque pequeñas, son imperdonables debido a tu alta jerarquía, es bueno que reflexiones sobre lo que debes hacer de ahora en adelante, debes saber que no puedes engañarme, soy un ángel como tú, tenemos la misma esencia, aunque por lo visto no los mismos objetivos.
Este dialogo dejo mal a Haniel. Debía pensar muy seriamente en su destino y sobre todo en Rita, en las cosas nuevas que sentía cuando la divisaba sin permiso celestial. Sobre todo ver otra vez sus senos, sus piernas y todas las demás cosas que le producían mucha curiosidad. Luego de una pausa en su trabajo, Haniel, después de pensarlo muy bien, con lágrimas angelicales en sus ojos celestiales, decidió hablar con sus superiores.
Fue Haniel quien llamó a su inmediato superior y le dijo: He tomado una decisión: quiero voluntariamente dejar de ser ángel, quiero ser un ser humano que pueda sufrir, amar, equivocarme; pero con libertad, quiero seguir la evolución humana.
-Calla hermano. Simplemente te has enamorado, es por Rita que hablas así. No sabes lo que te espera, perder tus poderes y títulos además de una deshonra celestial, es una gran estupidez, dijo el ángel superior a Haniel.
Me cuesta mucho tomar esta decisión pero lo he pensado mucho, dijo Haniel a su superior, asumo mi vida. Soy responsable de mis actos.
Bajarás a la tierra. Esta frase del ángel superior lo dejó perplejo por lo que significaba: debía reencarnar como un bebé y sufrir todas las penurias humanas, sufrir, luchar para encontrar un nivel apropiado, debía obedecer a personas que no tenían ningún nivel espiritual, y completamente consciente de su pasado angelical.
Dentro de 5 meses angelicales, estarás viviendo en Caracas, Venezuela. Esta segunda frase lo dejó más desconcertado y se originaron muchas preguntas:
¿Como conoceré a Rita, cuando esté en la tierra? dijo Haniel a su superior.
-Lo sabrás a su tiempo,
A los cinco meses celestiales, que en el periodo terrestre son unos miles de años, estaba Haniel en los brazos de su madre, quien no sospechaba que él era un ser angélico. Fue duro el trabajo, realizado por la familia, para llevar a Haniel a la etapa de adolescencia, su vida fue normal, con sus altos y bajos, pero se notaba la influencia angélica en sus actos cotidianos. Le llamaban la atención, desde joven, los cristales y piedras preciosas. Además Haniel tenía una profunda dualidad entre santidad y amor. Tenía el conocimiento de que debía esperar a Rita y declararle su amor. Las leyes celestiales habían hecho coincidir a Haniel con una hermosa chica, vecina de su comunidad, que en realidad era Rita en un nuevo cuerpo, con toda la voluptuosidad y curvas originales.
Fue en una tarde soleada como un cristal que Haniel vio, en esta nueva etapa como ser humano, a Rita. La atracción fue inmediata, ambos respondieron a un extraño amor que unía lo profano y lo sagrado. Pero había algo en Rita que no convencía a Haniel, era como si él no fuera el centro de su vida, había muchas incógnitas en su vida, quizás demasiadas, también le preocupaba su parte espiritual, la extraña vida que llevaba, sus desórdenes y vida mundana. Pero él la amaba, y estaba aquí en este plano físico para rescatarla y mejorar su nivel espiritual. Su relación duró exactamente nueve meses, el tiempo de un embarazo. Fue una tarde cualquiera cuando la visitaba, al llegar a su departamento se escuchaban ruidos y gritos, mientras los vecinos se mostraban preocupados por lo que acontecía. Ella estaba peleando con un hombre desconocido que la amenazaba con un arma con intenciones de usarla. En el forcejeo se disparó el arma, Haniel se atravesó en su trayectoria. El final fue rápido apenas tuvo tiempo de dedicarle una última sonrisa.
Soy un continuo fracaso, se decía a si mismo, entre esa transición de la vida terrestre a la de las altas esferas. Como ángel destruí mi santidad y mi condición angélica, como ser humano, no logré mi objetivo. Mientras estaba Haniel imbuido en esos pensamientos, un clamor como de mil voces dijo:
Al contrario; has ofrecido tu vida en sacrificio por la persona que amas. Ella de ahora en adelante no será la misma. Era el mayor de los arcángeles, que se dirigía a él. Has cumplido tu misión dijo, aunque creas lo contrario, bienvenido nuevamente a casa. Y de inmediato el ser que era Haniel se transformó en el más bello cristal que iluminó para siempre la galaxia. Ahora se le conoce como Haniel, el ángel de los cristales.
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