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Fruta para la bruja

La bruja Mugrienta vivía en el Castillo Repugnante. Y en una casita

muy pobre junto al Castillo Repugnante vivían Javier y Sofía, dos hermanos

huerfanos.

La bruja se comía todo... todo lo que nadie se comería jamás.

De aperitivo, moscas, mosquitos, ciempiés y escarabajos pinchados en un

palillo.

Para comer, asado de rata, de gato, de perro, de niño, de niña....

Y para beber, agua podrida del pantano y batidos de barro con caca de vaca.

¿Y para cenar?

La bruja Mugrienta nunca cenaba. A veces se limitaba a tomar un poco de

baba de caracol con arañas o escorpiones fritos porque creía que eso

le ayudaba a hacer la digestión.

 

 

Un día Javier tuvo la mala suerte de tropezarse con ella.

La bruja, que estaba de muy mal humor, le gritó:

-¡Serás mi comida de hoy!

-¡No te lo lleves, por favor! -le suplicó Sofía-.

Yo misma te haré la comida, y si te gusta, ¡dejarás libre a mi hermano!

-Y si no me gusta (que no me va a gustar...),  ¡me pienso zampar a tu hermano

con salsa de piojos! gritó la bruja mientras se llevaba a Javier.

Seguro que unos huevos con patatas fritas y salsa de tomate salvarían a su hermano,

pero como eran tan pobres, ¡Sofía no tenía con qué prepararlos!

-¡Fijate el los árboles, Sofía! -grazno un cuervo.

-¡Mira cuánta fruta! -grazno otro.

-¡A esa bruja asquerosa le encantará!

-grazno otro más.

-¡Pero esa fruta esá muy alta! -replicó Sofía-. ¡Jamás la podré alcanzar!

-¡Tranquila! -le dijeron los cuervos-. ¡Te vamos a ayudar!

 

Los cuervos regogieron un montón de frutas:

manzanas, uvas, naranjas, platanos, fresas, piñas, peras....

¡Y Sofía preparó una riquísima macedonia con ellas!

Entonces se dirigió al castillo Repugnante para enfrentarse a la bruja.

Cuando vió tantos colorines, la bruja Mugrienta puso cara de asco.

-¿Qué es esto? ¡Puaj! ¡No me gusta!

-¡Es macedonia de frutas y tienes que probarla!

Ese era el trato ¿no? -replicó Sofía.

Con más fastidio que ganas, la bruja probó un trocito de fruta, y después 

probó otro, y otro, y otro....

¡Mmmmm!

-¡Exquisita! ¡Realmente exquisita!

-Entonces, ¿puedo irme? -preguntó Javier.

-Si, aunque.... ¿que os parece si os hago una oferta? -dijo la bruja, chupándose los dedos-:

Vosotros me daréis comida de frutas... ¡y yo os daré una casa nueva!

-¡Trato hecho, bruja Mugrienta!

Datos del Cuento
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