Aún recuerdo aquel dia como si fuera ayer, queria que todo fuese perfecto pero...

Ibamos a toda velocidad por una solitaria carretera, yo me agarraba a su cintura y él, sonriendo, aceleraba. De repente algo se cruzo en nuestro camino, aun hoy no tengo claro lo que fue, solo sé que nos hizo perder el control y nos estrellamos.

Vi su cuerpo inmovil en la carretera, luche por ir hacia él, casi no me podia mover, y cuando por fin llegue senti miedo, senti autentico panico, le grite, le dije que hablase, que me dijera algo pero de sus labios no salio una sola palabra... sin poder buscar auxilio me eche junto a él y aquel gran charco de sangre, y mire a aquel cielo estrellado... malditas estrellas, nunca pense que podria llegar a odiarlas tanto... rece... le pedi a Dios q él sobreviviese... de repente oi unas sirenas que se iban acercando, pensé que Dios me habia escuchado.

Ya en el hospital no me movi ni un instante de su lado, de pronto su mano apreto la mia, abrio los ojos y me dijo: -Te quiero, no lo olvides nunca, no llores, aun vas a tener que aguantarme mucho tiempo, me debes una cena y es una deuda que voy a saldar-. Siempre le gusto bromear en los momentos dificiles, y alli, tendido en la cama rodeado de aparatos, brimear era la forma mas sencilla de sentirse mas seguro, yo me rei ocultando mis lagrimas... y en un abrir y cerrar de ojos se le fue la vida... y ano habria mas cenas ni mas velocidad, en aquella cama de hospital se dejo su futuro... Fin de Trayecto... todo habia terminado.

Me quede sentada en aquella fria sala de hospital mirando como se llevaban su cuerpo ya sin vida, tenia mil preguntas en mi cabeza y ya nadie me las podía responder ¿Como pudo morir?¿Como pudo arrancarme en tan solo 55 malditos minutos la posibilidad de volver a besarle, sonreirle y decirle, tal vez en un susurro, lo mucho que le quiero?¿Por que Dios no me habia escuchado?

Me senti frustrada, vacia, la cosa mas pequeña del mundo y me derrumbe, solo pensaba en su ultima mirada, que ahora me doy cuenta que fue una despedida... perdi totalmente la fé en Dios.

Las semanas siguientes a su funeral me mantuvieron a base de calmantes, solo recordaba sus ultimas palabras, sus ojos, sus manos... hasta que me di cuenta de que él no querria aquello, pense que la vida seguia... y me estaba esperando.

Hace ya dos años de todo esto y no hay un solo día que no lo recuerde, pero lo que estoy seguro que nunca podre olvidar sera aquella maldita noche, aquellas malditas estrellas y aquel maldito final de trayecto.

Todas las semanas pongo una rosa roja sobre su tumba y mirando su nombre en la lapida, mientras lo acaricio con los dedos, pienso que esta es una de las grandes injusticias de la vida y me pregunto si en realidad Dios existe.