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Empollones al rescate

Había una vez un colegio en el que estudiaban unos niños muy inteligentes, estudiosos, responsables y bien educados que siempre sacaban buenas notas. Los maestros los ponían de ejemplo ante los demás niños por su tenacidad, su buen comportamiento y su forma de hacer las cosas.
Pero a los demás niños no les hacía ninguna gracia, porque eso les dejaba en evidencia.

-Esos empollones resabiados se van a enterar -decían los otros niños.

Los empollones crearon su propio grupo, donde se protegían unos de otros de las burlas e incluso las amenazas de los demás niños. Pero ellos eran más y muy a menudo conseguían coger a los empollones de uno en uno y hacerles pasar un mal rato.
Los empollones se esforzaban por caer bien, pero todo lo que hacían servía para que se rieran más de ellos.

Un día pasó algo muy extraño en aquel colegio. Esa mañana, cuando los niños llegaron al colegio, se encontraron que no había ningún profesor. Al principio se montó un lío tremendo. La mayoría de los niños se pusieron a jugar, a gritar y a correr por los pasillos. Pero la fiesta duró poco, porque en el colegio aparecieron unos guardias que se iban a ocupar de cuidar a los niños hasta que algún profesor fuera por allí.

Pero los días pasaron y por allí no aparecía ningún profesor. Solo estaban los guardias. Entonces, llegó una carta. En la carta se convocaba a los niños a un examen general. El que no aprobara el examen repetiría el curso y, si sacaba muy mala nota, sería enviado a una escuela especial. 

Ningún niño quería repetir curso, y mucho menos irse a un colegio especial. Pero, ¿qué podían hacer? ¡Solo faltaban cuatro semanas para el examen!

Entonces, a los empollones se les ocurrió una idea. Uno de ellos, el más mayor, dijo a los demás niños del colegio:

- Nosotros, los empollones, os ayudaremos. La mitad de nosotros os ayudaremos a repasar lo que ya hemos estudiado mientras que la otra mitad resuelve el misterio de la desaparición de los profesores.

Al principio hubo unos cuantos abucheos. Pero un niño se levantó y dijo:

- ¿Por qué vais a hacer esto? ¿Por qué queréis ayudarnos?

- Para que nos respetéis -dijo el empollón-. Lo haremos solo a cambio de que dejéis de meteros con nosotros y nos tratéis bien. Si preferís suspender es vuestro problema.

Los niños se miraron unos a otros. Alguien empezó a aplaudir. Luego dos o tres más se unieron a los aplausos. Finalmente, todos aplaudieron.

Durante los días siguientes, unos cuantos empollones ayudaron a sus compañeros. Los que iban a resolver el misterio no tardaron ni un día en encontrar a los profesores, pero no dijeron nada.

Llegó el día del examen y aparecieron los profesores.

- ¿Preparados para el examen?

Los niños gritaron todos a la vez:

- ¡Sí!

Pero no hubo examen. Todo había sido una treta para que los empollones demostraran su valía y para que sus compañeros descubrieran que los empollones son personas como los demás que pueden hacer mucho bien por el grupo.

Datos del Cuento
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