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Categoría: Hechos Reales

Empezar a vivir

Me asomo en la ventana, la oscuridad de la noche soberana incuestionable carece de estrellas. La torre CN vigila la ciudad entera, incapacitando la posibilidad de imaginarse en otro lugar. Estoy en Toronto, y ya es tiempo de que lo admita. Y no admitirlo a mi dirección, ni a mi numero de teléfono, que llevan rasgos únicos de mi condición local, sino a mi nariz, a mis ojos, y sobre todo a mis pies. Salgo del edificio donde resido por mas de seis años, y me topo con un vecino que por primera vez paso la barrera del saludo formal de un simple ”how are you doing tonight?” y asentí preguntar: “Going for a walk?”. “No, gotta go to work, take care” respondió, y se perdió en su caballo mecánico. “see ya later”

Las calles están vacías. Cuando la apacible conformidad de la transportación vehicular esta a pedir de manos, no hay la necesidad de caminar ni a la tienda de la esquina. Camino y las luces vienen y van sin tocarme, personas se disfrazan de Volkswagen, Toyota, Honda, Ford, Pontiac, Lexus, Mercedes-Benz, Land Rover... Decido mirar otras cosas, y camino ignorando la peregrinación de hormigas metálicas. Camino, tratando de sentir, haciendo esfuerzo por apreciar mi entorno y mirarlo como mío. Al fin y al cabo yo vivo aquí. Esas señales de tránsito me aplican a mi y el hombre en medio caminar del semáforo me invita a cruzar la calle. La señal de “no trespassing” detrás del puente, donde la maleza crece libremente, me incluye en su advertencia. Respiro profundo y me pega como una bofetada un olor a vegetales podridos. No sabia que Toronto también olía. No como huela la Habana, ni Guayaquil, ni Nueva York, ahora se como huele Toronto. La noche esta sin apuros, y me cuesta compararla a su hermana gemela de la ciudad del día. Escucho un borracho conversar con su amigo en portugués. Todos los borrachos suenan igual. Y sin presentirlo empiezo a querer por vez primera a mi ciudad. A uno lo atrae la belleza, pero son las imperfecciones las que sellan el trato. Veo un callejón oscuro, y me detengo. Nunca me había percatado de su existencia, y me hormiguea el estomago por descubrirlo entero. No es una hora propicia para esas andadas, me digo tratando de persuadirme a desistir de mi sondeo. Gana mi curiosidad, y me incursiono lentamente en la penumbra acorralada por una tienda y una casa. El corazón me late, y las piernas están listas para correr. Me paro en medio de la oscuridad profunda de esta selva de casas, y un miedo que nunca había sentido me llena entero. Estoy sintiendo, estoy vivo en esta ciudad, estoy por fin viviendo en ella. No tiene que pasar nada, no espero encontrar pandilleros ni ladrones, ni descubrir un laberinto secreto, era el miedo que siento exactamente lo que estoy buscando. Vuelvo a caminar y veo una piedra en el suelo. Que bonito es saber que nadie te mira, o al menos no importarte un bledo. La patee como pateaba las piedras en Ecuador, y la seguí pateando por cuadras enteras, jugando, ya me había olvidado como se siente jugar. Corrí, saltee, caminé por horas, libre, sintiéndome parte del acontecer de la ciudad. Quizás mañana comentaran que un loco estaba haciendo bulla por las calles en la noche, y hasta adviertan que tengan cuidado por ese callejón deslumbrado, pero ahora no me importa nada. Camino hacia el cementerio, con una pared larga que divide las casas del vivo con las del muerto. Acá también se muere la gente. Observo la pared. Que harán los muertos por la noche? Intento escuchar profundo, y el aire esta hueco. Son las doce y algún alma debe de estar trasnochándose. Vuelvo a sentir el miedo de la expectativa. Quizás estoy yendo demasiado lejos, y debería regresar a casa. Ya la noche me dio mas vida que todos los días de los años en esta ciudad. Pero, y que tal si también descubro mas aya de la vida? Desafío mis instintos, que la verdad hoy no están funcionando, y salto la pared. Que desilusión, acá tampoco los muertos bailan en las noches.
Datos del Cuento
  • Autor: baldomero
  • Código: 3066
  • Fecha: 17-06-2003
  • Categoría: Hechos Reales
  • Media: 6.15
  • Votos: 33
  • Envios: 0
  • Lecturas: 7037
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