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El rompecabezas

La encontró en la playa, era una mujer mayor pero no podía precisar su edad. Su pelo era blanco y su tez morena estaba surcada de arrugas, sin embargo sus ojos brillaban de una forma especial.

María se acercó a ella.
-¿Qué vendes?- le preguntó.

La mujer estaba sentada en la arena bajo la sombra de una palmera, sobre su regazo tenía un pequeño saco de tela atado con una cuerda. María se sentó frente a ella y en el espacio que quedó entre las dos la mujer volcó el contenido del saquito. Sobre la arena quedaron esparcidos caracoles, estrellas de mar, trozos de coral blanco y algas secas.

- Elige tres cosas,-dijo la mujer-. La vida es como un rompecabezas, un puzle del que a veces se pierden piezas, trozos de vida que se van con el amor cuando éste nos abandona. El dolor y el sufrimiento arrancan pedazos de las almas que hay que reponer para recobrar la armonía. Aunque es muy raro a veces vuelve el mismo amor que perdimos y la pieza encaja perfectamente en el hueco que quedó. Otras es un amor nuevo y hay que encajarlo despacito porque nunca se ama de la misma manera. Hay amores intensos que duelen tanto que tardan mucho en salir y el hueco que dejan es tan grande que está lleno de grietas a su alrededor, cuando al fin llenas el hueco con otro amor por esas grietas se escapa la fuerza del nuevo amor y no consigues retenerlo.

María eligió una pequeña caracola, una estrellita de mar y un trozo de coral blanco que tenía la forma de un tridente.

- Cada noche al acostarte pon la caracola al lado izquierdo de la cama, la estrella de mar en la almohada encima de tu cabeza y el coral en el lado derecho- dijo la mujer dándole a María las tres cosas-. La estrella llevará tus pensamientos con los deseos al fondo del mar de tus sueños, la caracola contestará a las preguntas de tu corazón y el coral será el ancla para retener la felicidad que buscas.
-¿Cuánto es?- preguntó María.
-Estas cosas no se venden, dame a cambio algo tuyo-.
-¿Qué quieres, qué puedo darte?-.
-Tráeme mañana algo que tú no necesites-.
María volvió al día siguiente a la playa y no llevaba nada para la mujer. Tenía lo necesario, nada le sobraba así que le preguntaría de nuevo qué podía darle.
En el lugar encontró el saquito vacio pero ni rastro de la mujer. Volvió a la playa durante varios días pero la mujer no estaba.

Cada noche María ponía la caracola al lado izquierdo de su cama, la estrella en la almohada y el trozo de coral a la derecha y cada noche antes de dormirse recordaba las últimas palabras de la mujer.

--Cuando encuentres en tus sueños lo que buscas el rompecabezas de tu vida no tendrá huecos-.
Datos del Cuento
  • Autor: Lébana
  • Código: 15545
  • Fecha: 01-09-2005
  • Categoría: Sueños
  • Media: 5.75
  • Votos: 67
  • Envios: 5
  • Lecturas: 3440
  • Valoración:
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
Lágrima Azul
invitado-Lágrima Azul 01-09-2005 00:00:00

Hola!!!, qué alegría verte, digo leerte, qué lindo lo que has escrito. No sé si puedes entender, es como cuando te sientes bien por tener mucha compañía pero sabes que te falta algo, te falta una pieza, así me sentía yo, no sabía de ti y reapareces hablando de rompezacabezas... y yo solo pienso, una piececita como tu no puede salirse del puzzle!!, quedaría un puzzzle, mas... sin sentido, más feo, gracias por estar ahi, un abrazo y mis felicitaciones por lo escrito :-)

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