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El regalo secreto de Marcolina

Era viernes. Ana estaba encantada porque celebraba su cumple. Papá le dejaba invitar a su casa a merendar a varios amigos: Luis, Daniel, María, Dulce y Carla. La tía Olaya le prepararía unas deliciosas magdalenas de colores y luego jugarían en el patio que hay en la urbanización donde viven. 

Ana estaba nerviosa y cuando llegaron sus amigos ya lo tenía todo listo. Hubo globos, regalos, sándwiches de jamon york y queso, sus preferidos, y un montón de risas. Los postres de Olaya tuvieron un gran éxito y luego todos fueron a jugar fuera.

Cuando llegaron al patio jugaron con una pelota nueva y luego con una diana de flechas que le había regalado Carla. En esas estaban cuando sintieron que alguien les llamaba desde la ventana:

-Schistt, Schistt. Niñaaa. Niñaaaa.

El grupo de niños se quedó en silencio y miró hacia arriba:

-Hola niños ¿Es tu cumple, Ana? Tengo una cosa para cada uno.

-Hola Marcolina. ¡No tenías que haberte molestado! Mi tía me ha hecho magdalenas de colores y ya he tenido sorpresas.

-Anda, venid a casa. Os las quiero dar personalmente.

Y la señora Marcolina se quitó de la ventana.

-Ana, ¡qué miedo! ¿Quién es esa señora mayor? -preguntó Carla asustada-.

-Es una vecina que siempre se rodea de niños. Es buena y no hace nada. No te preocupes-contestó Ana.

-No, no. Mi madre siempre dice que no suba a casa de nadie. Yo me quedo aquí jugando -dijo Luis.

-Pues yo tengo curiosidad por lo que nos quiere dar. Dile a tu padre que subimos, Ana, y así sabrá dónde estaremos -comentó Daniel.

- Sí Será un misterio por mi cumpleaños. Antes de subir cada uno dirá una cosa a ver si acierta -respondió Ana.

Los niños se pusieron a imaginar y dijeron un montón de cosas: una alfombra voladora, cajas de colores para pintar de todo tipo, una tablet para cada uno…Por soñar que no quede. 

¿Cuál sería el misterioso objeto que tenía preparado Marcolina? 

El padre de Ana los dejo subir y, cuando llamaron al timbre, sintieron como Marcolina andaba despacio hacía la puerta para abrirles. Cuando les abrió la puerta, la entrañable señora estaba sonriendo y les dijo:

-¡Qué bien que hayáis venido! Pasad.

Carla iba la última porque seguía desconfiando, pero quedó maravillada cuando entraron a un salón llenó de tabletas de chocolate, pasteles, tartas enormes de diferentes sabores, batidos…

-¡No sabía que cocinabas tan bien, Marcolina! Muchas Gracias. 

-Bueno yo de joven era pastelera en París y me he traído un montón de recetas especiales para España. Me alegro de que os guste. Ahora tomad mi regalo. Mi madre me regaló uno cuando cumplí los doce años y me vino muy bien el resto de mi vida.

Los niños cogieron cada uno su paquete ilusionados. Parecía un libro. ¿Sería un libro mágico? Cuando lo abrieron vieron que era… ¡un diario!

-Chicos, es un diario especial. Quiero que a partir de ahora lo uséis si os apetece para apuntar las cosas buenas del día. Siempre pensamos en lo que no tenemos, así que es hora de empezar a pensar en todo lo que disfrutamos y ahora.... ¡podéis coger lo que queráis de la mesa!

Los niños aplaudieron. Les gustó el regalo, era algo diferente y bonito y tenían el propósito de usarlo. Cogieron batidos de frutas y Ana pensó para sí misma que era el cumpleaños más divertido de toda su vida. ¡Viva Marcolina!

Datos del Cuento
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