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Categoría: Educativos

El precio de la libertad

Esta es una historia muy vieja. La escuché cuando era niño y ahora la quiero relatar, aunque modificada por mí, por no recordarla tal cual la oí, sin embargo tiene mucho que ver con las realidades de la vida y por ello, vale la pena conocerla.
Dice así:
Como cajas misteriosas en nuestro haber, Dios puso, ocultos en nuestro ser, los sentimientos, que nos gobiernan y que a su capricho, podemos inclinarnos a través de ellos, hacia el bien o hacia el mal, según lo escojamos o nos lo hagan escojer, quienes nos moldean, y que a la vez,sufren los mismos cambios en su desenvolvimiento y desarrollo.
Había en una ciudad, de esas enterradas en los misterios del tiempo,un monarca muy rico, poseedor de infinitos bienes, joyas maravillosas, las más bellas que puede ambicionar un ser humano, castillos y además muchos esclavos que le servían.
Había entre estos esclavos uno de nombre Isoel, muy inteligente por cierto, muy hábil, muy fuerte y muy grande de tamaño.
Isoel, estaba cansado de servir a su Señor, harto de considerarse uno más de los que, siendo miembro de aquella su familia, figuraba en una larga historia de esclavitud; así que había tomado la firme decisión de liberarse de aquella situación que le oprimía.
Un día que el hijo de aquel monarca, salió de la ciudad acompañado de sus consejeros para resolver asuntos políticos de su incumbencia, Isoel aprovechó para escapar de aquel castillo, pero al tratar de hacerlo, fue sorprendido por el propio monarca, a quien tuvo que dar muerte, para poder cumplir su cometido.
Aprovechó el momento para llevarse consigo un rico botín con oro y piedras preciosas, y tomando a su mujer, huyó bien lejos de aquel lugar.
Cuando regresó el príncipe de su viaje y se dio cuenta de lo ocurrido, juró perseguir y encontrar por sí mismo aquel esclavo malo que había abusado de la confianza de su padre, así que personalmente fue en su busca.
Mientras pasaba el tiempo, Isoel se había instalado ya con su mujer y disfrutaba de su nueva vida en libertad.
Un día mientras admiraba la belleza de un diamante que lucía su mujer,se apoderó de él una fuerza extraña de posesión y se lo arrebató con tal fuerza que le causaba daño a ésta, cuando se vio en el reflejo de sus ojos. Tenía el rostro desfigurado de tanta euforia y sentía gran impulso por poseer aquella joya. Se asustó y se quedó petrificado al darse cuenta de su forma de proceder con su propia mujer.
En silencio, se juró darse él mismo un castigo por aquel arrebato de locura.
Se impuso como castigo la tarea de abrir un túnel a través de la montaña, a fin de tener acceso a la ciudad de donde se había escapado, por un camino más corto.
Trabajó sin descanso por muchos días, semanas, meses, hasta que un día, grande fue su sorpresa, pues ante él, se encontraba, nada más y nada menos, al príncipe, hijo del monarca, a quien había dado muerte tiempo atrás.
El príncipe al verle, le dijo: .."Prepárate esclavo malo, pues vengo a quitarte la vida. Es la pena que te mereces por el crimen y robo que cometiste en el palacio de mi padre".
Isoel, que no salía de su asombro, al príncipe en esta forma exclamó: ..."Tú tienes toda la razón, oh príncipe, aunque no te interese conocer más allá de mis sentimientos, solo te pido me concedas el último favor. Déjame concluir con el castigo que yo mismo me he impuesto por ser como soy, me servirá de lección; cuando termine de hacer el túnel, que me llevará por cierto a tu ciudad, tú podrás llevar a cabo tu misión, dándome muerte.
El príncipe, conociendo el propósito de aquel esclavo, aceptó.
Volvió a su ciudad, esperó un tiempo y regresó al lugar del túnel, pero Isoel no había terminado, le faltaba mucho todavía; entonces decidió ayudarle a construir el túnel y terminar más rápido aquella buena labor que el esclavo se había propuesto.
Aún así, el trabajo se prolongó por un largo período de tiempo.
Durante aquel tiempo el príncipe conoció los sentimientos de Isoel y éste conoció los de el príncipe.
Por fin llegó el día en que se descubrió la luz en el otro extremo del tónel y con esto, se llegaba al final del trabajo.
Isoel, dijo entonces al príncipe: ahora puedes quitarme la vida y cumplir con tu propósito.
El príncipe, no pudo hacerlo y le dijo: quedas en libertad y te perdono por el mal que cometiste.
La comunicación había hecho la diferencia.
Solo a través de ella, somos capaces de conocer y valorar los sentimientos de las personas y darnos cuenta si son buenos o malos y solo así, podemos tomar decisiones adecuadas. A veces nos apasionamos con nuestros propios sentimientos y nos llevan a tomar decisiones adversas.
El amor y el odio son dos extremos ante los que debe mediar la razón, el entendimiento, que es lo que nos hace actuar con sabiduría.
Desconozco a su autor.
Esta lectura nos puede ayudar en los momentos en que debemos tomar una decisión importante.
Datos del Cuento
  • Autor: J.Antonio
  • Código: 4438
  • Fecha: 19-09-2003
  • Categoría: Educativos
  • Media: 5.38
  • Votos: 95
  • Envios: 40
  • Lecturas: 3224
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