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Categoría: Terror

El llanto en mi dormitorio

Cada mañana al despertarse, Rachel Hakala sentía la extraña sensación de haber dormido interrumpidamente. Ella lo atribuía a la reciente desaparición de su familia. Mes y medio atrás, mientras Rachel se encontraba de viaje, su madre y su hermano pequeño habían muerto en un accidente de coche. Desde entonces, vivía sola en la casa familiar. Y aunque, poco a poco, había empezado a superar la terrible pérdida, se sentía aislada en la casa silenciosa.

Para ocupar el tiempo vacío, se había apuntado a más actividades en la Universidad, con el fin de evitar pasar tanto tiempo en casa por las tardes. Solía llegar muy cansada, tomaba una cena ligera y se acostaba. Pese a que nunca había tenido problemas para conciliar el sueño, ahora tardaba mucho en dormirse. Se despertaba cansaba y a veces sobresaltada en mitad de la noche.

Cierto día, le pareció escuchar lloros. Lloros que venían de muy cerca. Sollozos infantiles. Se asomó a la ventana, pero no vio a nadie en la calle. Se levantó y salió al jardín. El exterior estaba helado y se dio cuenta de que ahí no se oía llorar a nadie. Volvió a la cama y durmió.

La intranquilidad de escuchar lamentos hizo que la noche siguiente también tardase en dormir. Durante la noche, volvió a escuchar lloros, muy cercanos y muy fuertes, sollozos infantiles y convulsiones nerviosas de un niño o niña pequeños. A ella le parecía que procedían de debajo de su cama. Pero eso no podía ser.

Tras varios días de insomnio, la joven consiguió dormirse profundamente un día, bastante temprano. Ni tan siquiera había anochecido. Al haberse acostado tan pronto, despertó cuando aún era muy de noche, sintiendo un frío helado en sus pies, notando que los tenía destapados. Se incorporó un poco para cubrirse mejor con el edredón. A su pie destapado se agarraba su hermano pequeño, llorando, despeinado y totalmente ensangrentado, con un lado de la cara completamente reventado. Tan solo veía su cabeza salir desde debajo de la cama, y el pequeño y fino brazo torcido amarrarle la pierna.

Una semana después, sus vecinos entraron en la casa de Rachel. Encontraron a la muchacha muerta en su cama, con la piel grisácea, el cabello completamente albo y los ojos y mandíbula muy abiertos, con una horrible mueca de horror en el rostro. Nadie supo de que pudo morir la joven, ni que fue lo que pudo haber causado semejante pánico.
Datos del Cuento
  • Autor: Ana Dm
  • Código: 12455
  • Fecha: 27-12-2004
  • Categoría: Terror
  • Media: 6.62
  • Votos: 89
  • Envios: 4
  • Lecturas: 1664
  • Valoración:
  •  
Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
moraine
invitado-moraine 26-01-2005 00:00:00

.... Hola, tu cuento esta chevere, de pana sigue asi y procura ser cada vez mejor..." me gusto"

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