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El horrible caso de Enriqueta Martí

Publicado por Erika GC



Los cuentos y películas escabrosas que estamos acostumbrados a ver en los medios de comunicación, los libros sobre asesinatos que nos venden las editoriales y los crímenes retratados en videojuegos, se han convertido en una siniestra realidad a la que de vez en cuando, nos agrada acceder por morboso entretenimiento. ¿Pero qué pasa cuando la ficción se encuentra cara a cara con la realidad, y nos damos cuenta de que nuestras peores pesadillas pueden volverse verdad?



¿Qué pasa cuando esas pesadillas se quedan como una huella imborrable en el tiempo? Por extraño que parezca, este es el caso de Enriqueta Martí, una de las criminales más célebres de España, apodada siniestramente como la “Vampira de Barcelona” debido a los siniestros actos que cometió en vida.



Oriunda del pueblo de Sant Feliu de Llobregat, nació el 2 de febrero de 1871 y desde su juventud se vio obligada a aceptar toda clase de trabajos para sobrevivir. Desde niñera a prostituta, Enriqueta no tenía reparos en recorrer las calles para subsistir mendigando o vendiendo su cuerpo.



Aunque pronto encontraría otro modelo de negocio que le resultaría más rentable.



A principios del siglo XX, Enriqueta se volvió muy conocida en los burdeles clandestinos por ofrecer los servicios sexuales de menores de edad de entre trece y catorce años. La mujer extraía a los niños de las calles o de familias muy pobres que no podían alimentarlos.



Gracias a sus conexiones con gente importante de la alta sociedad barcelonesa, que frecuentemente solicitaba sus servicios de proxeneta infantil, Enriqueta podía mantener este repugnante negocio sin temor a la ley.



No obstante, pronto se descubriría de ella un espeluznante secreto del que ni sus influencias la podrían salvar.



Todo comenzó el 17 de febrero del año 1912. Claudia Elías, vecina de Martí en un edificio de apartamentos de la calle Minerva, se dio cuenta de que había una niña en su piso que miraba por la ventana y a la cual nunca antes había visto.



Intrigada por la presencia de la pequeña, Claudia le preguntó a Enriqueta si la niña era suya, recibiendo por respuesta un portazo de la ventana.



Esto despertó las sospechas de la mujer. Tan solo una semana atrás, una chiquilla había desaparecido de las calles de Barcelona y sus padres la buscaban desesperados sin respuesta. Se trataba de Teresita Guitart Congost, con quien la niña del apartamento de Martí guardaba un gran parecido. Aunque tenía la cabeza completamente rapada, Claudia se convenció de que ella era la criatura a la que estaban buscando.



Diez días después las autoridades irrumpieron en el domicilio de Enriqueta para investigar y lo que allí encontraron, los llenó de terror.



Había dos niñas secuestradas en el piso. Una de ellas, en efecto, era Teresita y la otra respondía al nombre de Angelita. Las dos estaban malnutridas, pues Enriqueta solo les daba de comer patatas y pan duro. Tenían prohibido asomarse por las ventanas y entrar en algunas de las habitaciones del piso.



Cuando los policías accedieron a dichos cuartos, se encontraron con restos humanos cuidadosamente preservados por Enriqueta. En una de las habitaciones había un saco repleto de ropa infantil ensangrentada y un chuchillo carnicero. Otra, almacenaba decenas de tarros que contenían pequeños huesos humanos, cabellos, grasa y sangre coagulada en conservación. Todo aquello evidencia de una horrible verdad: la bruja había pasado de prostituir a los niños que secuestraba, a asesinarlos para preparar siniestros ungüentos y pócimas.



Estos eran ávidamente comprados por gente de la clase alta, que harían cualquier cosa por conservar su juventud.



Incluso creer en una criminal charlatana.



Las declaraciones de Angelita y Teresita fueron clave en la detención y enjuiciamiento de Enriqueta. Teresita declaró que había sido raptada por la mujer una tarde en que se había alejado de su mamá. Había llamado su atención con la promesa de darle caramelos pero tan pronto como se encontraron lejos, Enriqueta la cubrió con un manto oscuro y se la llevó corriendo hasta su piso, en donde la rapó y le dijo que sus padres habían muerto. La convenció de que su nombre era Felicidad y de que ella era su madrastra.



Las palabras de Angelita permitieron que la policía ahondara más en la clase de monstruo que era Martí.



A la niña la había robado cuando era una bebé y acostumbrado a llamarla mamá. Angelita contó que antes de que Teresita llegara, vivía con ellas un niño de cinco años llamado Pepito. Un día, había visto como Enriqueta lo llevaba a la mesa de la cocina y allí mismo lo asesinaba con un largo cuchillo de cocina.



Estas declaraciones más las evidencias encontradas en la casa de la vampiresa, fueron suficiente para ingresarla en la antigua prisión Reina Amalia, donde aguardaría su sentencia. En una ocasión intentó suicidarse cortándose las venas, por lo que fue recluida con otras tres presas para que nunca estuviera sola.



La gente barcelonesa, enfurecida por sus crímenes, demandaba que se la ejecutara con el garrote vil, el método más terrible de pena de muerte por aquel entonces.



Pero la cruel asesina nunca llegó a cumplir su sentencia.



Los guardias de la prisión la encontraron inmóvil en el patio del penal, donde había sido acorralada por el resto de las prisioneras, quienes la lincharon hasta la muerte.



Hoy, se considera a Enriqueta Martí como la asesina en serie más letal que haya existido en España. Los restos infantiles encontrados en su residencia y en los pisos anteriores de Barcelona donde había vivido, ascienden a un total de doce niños pero son un registro inexacto de sus crímenes.



Lo cierto es que nunca se ha llegado a saber a ciencia cierta a cuantos pequeños llegó a secuestrar y asesinar.



Pensar en los casos que han precedido a esta mujer en la historia y en que en cualquier momento, en cualquier lugar, puede volver a surgir un monstruo humano sin respeto por las vidas de los más indefensos, es una advertencia de que jamás debemos fiarnos de las apariencias a nuestro alrededor.


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