Aquella mañana cuando el sol comenzó a brillar apareciendo en el horizonte y sus rayos empezaron a poner tonalidades doradas en la arena de la playa una gran ola la arrojó a la orilla.

Sus manos estaban cubiertas de blanca espuma, sus cabellos tenian algas y estrellitas de mar y en sus ojos las gotas de agua se mezclaban con sus lágrimas.

El calor del sol fue derritiendo las escamas de su cola que desaparecieron fundiéndose con los granos de arena dorada.

Ella unió sus manos y las levantó al cielo, la blanca espuma tomó la forma de una gaviota que la elevó hasta el infinito, hasta el lugar secreto donde vivían las hadas.

Allí, de nuevo en su casa, entre sus hermanas volvió a sonreir.

Y todas celebraron su vuelta a casa llamándola desde entonces el Hada de los Mares.

Y... colorín colorado este cuento se ha acabado y el próximo no ha empezado.