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El gran robo

Don Gerardo era un hombre muy rico. Además de tener mucho dinero, Don Gerardo tenía muchos amigos y familiares. Les quería tanto que compartía con ellos todas sus posesiones y les daba todo el dinero que necesitaban. Don Gerardo se sentía muy feliz, pues pensaba que nada podía faltarle si tenía el amor y la amistad de sus seres queridos. 

Pero un día todo cambió. Don Gerardo sufrió un robo a gran escala y perdió todo el dinero que tenía. Y eso no fue todo. El robo vino acompañado de una gran estafa que le hizo perder todas sus propiedades. Don Gerardo pasó a quedarse sin nada, en la calle. La policía hacía lo que podía, pero los ladrones estafadores no habían dejado muchas pistas.

Don Gerardo visitó a todos sus amigos, pero ninguno de ellos quiso ayudarle. Con sus familiares no tuvo mejor suerte. Nadie quiso alojarlo en su casa, pues creían que atraía a la mala suerte, o, al menos, eso le dijeron. Lo único que consiguió Don Gerardo fue que le dieran algo de dinero para ir tirando.

Un día, mientras Don Gerardo estaba sentado en un parque mirando los árboles del bosque, tuvo una inspiración. Al mirar al suelo, vio un pequeño árbol que apenas levantaba un palmo del suelo. Luego, Don Gerardo miró hacia la copa de los árboles más altos. 

-Eso es lo que haré -dijo Don Gerardo-. Empezaré de cero, desde el principio, otra vez. Si lo conseguí una vez, lo conseguiré de nuevo. Me iré a otro lugar, donde nadie me conozca, y buscaré trabajo.

Don Gerardo fue a ver a sus amigos otra vez para pedirles dinero para el viaje. Sorprendentemente, esta vez todos fueron mucho más generosos, como si la idea de perderle de vista les animara a darle más dinero a ver si así no volvían a verlo. Lejos de desanimarse, esta idea solo hizo que Don Gerardo se sintiera mucho más motivado por rehacer su vida.

Don Gerardo se fue lejos y buscó trabajo. No le costó mucho, pues era una persona educada y con buena presencia, que sabía hablar y se ganaba a la gente fácilmente. Pronto hizo nuevos amigos y consiguió mejorar su posición. En poco tiempo volvió a ser un hombre pudiente, aunque no tan rico como antes.

-Esta vez no me dedicaré a agasajar a mis amigos con mi dinero, sino a buscar a quienes me robaron y me estafaron -se dijo a sí mismo Don Gerardo.

Don Gerardo contrató a los mejores detectives del mundo y supervisó personalmente toda la investigación. Así descubrió un complot que habían montado muchos de sus amigos y algunos familiares para robarle. Justo los mismos que le habían dado el dinero para que se fuera lejos. 

Resuelto el caso, Don Gerardo recuperó casi todo lo que había perdido. Esto, sumado a lo que había ganado, le convirtió en el hombre más rico del mundo. Sin embargo, Don Gerardo se sentía muy pobre, así que decidió irse lejos otra vez y vivir humildemente. Así hizo nuevos amigos, a los que ayudó en todo lo que pudo, pero esta vez en secreto, sin que supieran que él estaba detrás de las ayudas que recibían. Así, viviendo humildemente pero con grandes amigos, aunque fueran pocos, Don Gerardo se sintió el hombre más rico y dichoso del mundo, porque estaba seguro que sus amigos lo eran de verdad.

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