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El extraño invento del profesor Lóculus

El profesor Lóculus estaba cansado de levantarse antes de que saliera el sol. Tampoco le gustaba que se le hiciera de noche trabajando. En realidad, al profesor Lóculus no le gustaba nada la noche. Decía que la luz solar le ayudaba a tener mejor ideas y a pensar mejor.

Lo cierto es que el profesor Lóculus no dormía nada. Bueno, sí dormía, pero a medias. Como las ballenas y los delfines, que lo hacen con medio cerebro mientras la otra mitad sigue activa. La diferencia es que en los mamíferos marinos la mitad del cerebro que se mantiene activa se ocupa de mantener las funciones vitales, como la respiración. En el caso del profesor Lóculus, como era tan listo, medio cerebro trabajaba cien veces más que el cerebro entero de una persona normal. El resultado es que no paraba en todo el día.

-Esto tengo que arreglarlo yo, porque necesito el sol, necesito el sol -decía el profesor Lóculus. 

Pero ni con medio cerebro ni con cerebro entero daba el profesor Lóculus con la solución. Hasta que un día tuvo una gran idea.

-¡Ya lo tengo! -exclamó el profesor Lóculus-. Si ya lo decía Arquímedes: Dadme un punto de apoyo y moveré el universo ¡Eso es! ¡Solo necesito un punto de apoyo y moveré el sol a mi antojo para que siempre sea de día!

Por allí andaba Cuérdulus, su asistente. Se acaba de despertar. Cuérdulus también era muy listo, y también era capaz de dormir a medias. Pero prefería dormir como la gente normal, porque eso de trabajar sin descanso no le parecía muy sano. Y, tras oír lo que decía el profesor Lóculus, se convenció más todavía de ello.

-Profesor, no creo que sea buena idea -dijo Cuérdulus.

-¿No me crees capaz? -preguntó el profesor Lóculus.

-Por supuesto, no es eso -dijo Cuérdulus-. Es que si haces que el sol siempre ilumine tu parte del mundo, el resto quedará a oscura o a media luz. ¿Qué pasará con la gente, los animales, los cultivos…. si no tienen sol?

-Tienes razón -dijo Lóculus-. Entonces, atraparé una estrella y la pondré al otro lado para que alumbre donde el sol no llega.

-No sé, no sé -dijo Cuérdulus-. La noche es importante. Hay muchos animales nocturnos, y mucha gente que tiene negocios y trabajos que dependen, precisamente, de la noche. 

-Vaya, es verdad -dijo Lóculus-. Tendré que hacerme un sol pequeñito para mí, para que me ilumine a mí solo.

Y eso hizo el profesor Lóculus, inventar un pequeño solo que iluminaba su casa todo el día. En realidad no era más que una gran bola de fuego que encendía cuando se iba el sol y se apagaba cuando amanecía. Pero él estaba tan contento, pensando que había creado su pequeño sol. 

Tal vez el día que tenga la genial de descansar de verdad se dé cuenta de las cosas. Mientras tanto, ya se encarga Cuérdulus de mantener el equilibrio.

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