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El espantador de tormentas

Dicen que cuando alguien canta mal el cielo llora de pena. Pues esto no es exactamente lo que ocurría cuando Ben cantaba. Pero será mejor que empiece la historia desde el principio.

Ben era un niño al que le gustaba mucho cantar, pero todo el mundo le decía que lo hacía muy mal. Los compañeros y vecinos de Ben se burlaba de él diciéndole cosas como: "¡Deja de cantar, que llueve!". Pero a Ben le daba lo mismo. Él seguía cantando sin parar a todas horas.

Un día en el barrio se organizó un coro. A Ben le pareció la oportunidad perfecta para aprender a cantar mejor, así que empezó a ensayar todas las tardes en su casa a pleno pulmón. Pero como lo hacía tan mal, no pasó la prueba de acceso. Ben se quedó muy decepcionado, tanto, que dejó de cantar.

El coro empezó a ensayar enseguida, y en un par de semanas se anunció el primer concierto. Tanta rapidez no era de extrañar. Fueron días en los que tampoco podían hacer otra cosa que no fuera ensayar, porque no dejaba de llover.

El día que debutó el coro todo el barrio acudió al concierto. Todo el mundo aplaudió y aplaudió, y pidieron que cantaran otra canción y otra más, porque estaban entusiasmados. La verdad es que algo había que hacer mientras pasaba la gran tormenta que estaba cayendo.

Como la tormenta no cesaba, el público ya casi se había aprendido las canciones de tanta repetición, así que el director decidió proponer un juego a la gente para que cantase con el coro. Todos estaban entusiasmados, incluso Ben, que decidió romper su silencio y cantar de nuevo.

Cuando empezaron a cantar, Ben se emocionó y empezó a cantar más fuerte que nadie. Ante aquel espanto, la gente se cayó de inmediato, pero el muchacho siguió cantando.

-¡Eh! ¡Ha dejado de llover! -gritó alguien desde la entrada de la sala.
- ¡Gracias al cielo! -dijeron todos los presentes, que salieron corriendo de allí.

Cuando Ben salió, la gente lo estaba esperando.

- Gracias Ben -le dijo una niña pequeña-. Gracias a lo mal que has cantado has conseguido espantar a la tormenta.

Desde entonces, cuando es necesario que deje de llover la gente le pide a Ben que cante para espantar la tormenta y ya nadie se mete con él. 
Y así fue como aquella ciudad se convirtió en la única del mundo que contaba con el único espantador de tormentas del mundo.

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