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El enigma de la esfinge

El enigma de la esfinge
Autor: José Luis García

(La escena está vacía. Se escucha el sonido del viento. El Presentador pasa de un extremo a otro de la escena, arrastrado por el viento. Vuelve a entrar, tratando de manera esforzada de vencer la resistencia del viento, pero no puede y es arrastrado de nuevo fuera de escena).
(Sigue el viento. Una cuerda cruza la escena, aparece el Presentador atado a ella y se coloca en el centro de la escena; de tal manera que estando el personaje en el centro, la cuerda cruza la escena tanto hacia la izquierda como hacia la derecha, con el Presentador atado en el centro).

PRESENTADOR.-
Grecia está desolada porque Tebas, su ciudad más importante, está sitiada por una enorme Esfinge que devora a todo aquel que intenta entrar o salir de la ciudad. No hay comida, no hay medicamentos; la ciudad agoniza.
(Un personaje atraviesa la escena de izquierda a derecha, arrastrado por el viento).
PRESENTADOR.-
Un viento huracanado -que es la respiración de la bestia- invade las calles y el ánimo de los habitantes de Tebas.
PERSONAJE 1.-
(En off).
-¿Te vas?
PERSONAJE 2.-
(Mientras entra en escena arrastrado por el viento).
-¡Sí…!
(Sale Personaje 2 por el otro extremo, siempre arrastrado por el viento).
(Personaje 2 vuelve a entrar en escena, ahora agarrado a la cuerda a la que está atado el Presentador).
PERSONAJE 2.-
-¡Esfinge!, -¿qué debemos hacer para que nos dejes vivir?
ESFINGE.-
(En off. Con voz atronadora).
Si tan sólo uno de los habitantes de Tebas resuelve el enigma que le proponga, la ciudad será liberada. Sin embargo, el que falle será devorado por mi.
PERSONAJE 2.-
Yo iré.
(Sale Personaje 2).
(Momento de silencio en el que el Presentador mira fijamente hacia el lugar por el que salió Personaje 2. Al rato escuchamos el sonido de la bestia, que devora algo. Vuelve el viento).
PRESENTADOR.-
Tiene toda la pinta de que se ha equivocado.
(Pausa).
Pasaron las semanas y los habitantes de Tebas morían de hambre ya que nadie era capaz de adivinar el enigma de la esfinge.
(Pausa).
Hasta que un día, Pies Hinchados -hijo de un zapatero- decidió que iría él a resolver el enigma de la esfinge.
EDIPO.-
(Que asoma por uno de los extremos de la escena).
No me llamo Pies Hinchados. Me llamo Edipo.
PRESENTADOR.-
Perdón, es que Edipo quiere decir eso: pies hinchados.
EDIPO.-
Ahora verás.
(Suelta uno de los extremos de la cuerda y el Presentador desaparece hacia el otro extremo, arrastrado por el viento).
PRESENTADOR.-
(Mientras sale arrastrado).
-¡Perdón!, no volveré a llamarte Pies Hinchados…
EDIPO.-
(Camina lentamente, como si sus pies fuesen de plomo).
Gracias al tamaño de mis pies hinchados no me arrastra el viento. -¡Dónde estás esfinge maldita!, -¡vengo a resolver tu enigma!
(De improviso aparece la Esfinge. Según la descripción tradicional tiene cabeza de mujer, cuerpo de león y alas de águila; pero se admiten propuestas más imaginativas).
ESFINGE.-
-¡Bienvenido a mi almuerzo! -¡Serás el plato principal!
EDIPO.-
No, si adivino tu enigma.
ESFINGE.-
-¿Cómo es posible que alguien con esos pies pueda resolver mi acertijo?
EDIPO.-
No voy a resolver el enigma con los pies, más bien usaré la cabeza.
ESFINGE.-
Prepárate.
(Suena un redoble de tambor).
ESFINGE.-
-¿Qué es ese ruido?
PRESENTADOR.-
(Que asoma, apenas).
Es para darle mayor dramatismo.
ESFINGE.-
Que deje de sonar o tu serás el aperitivo.
PRESENTADOR.-
Vale.
(Sale y cesa el redoble).
EDIPO.-
Dime tu acertijo, esfinge maligna.
ESFINGE.-
-¿Cuál es el animal que anda a cuatro patas por la mañana, con dos por la tarde y con tres por la noche?
(Redoble de tambor).
ESFINGE.-
-¡Silencio!
(Silencio).
EDIPO.-
-¡Es el hombre!
ESFINGE.-
-¿Estás seguro?
EDIPO.-
Si que lo estoy. Por la mañana, es decir, cuando es niño anda a cuatro patas. Por la tarde, hacia la mitad de la vida, se sostiene sobre las dos piernas. Y en la noche de su vida, durante la vejez, anda con la ayuda de un bastón. -¡Es el hombre!
ESFINGE.-
(Con un grito desgarrador).
-¡Me has vencido!
(Y en medio de un estruendo ensordecedor, desaparece la Esfinge).
(Entra el Presentador, viene como loco).
PRESENTADOR.-
Edipo ha vencido a la Esfinge. -¡Viva Edipo! -¡Viva Edipo Rey! -¡Edipo Rey!
EDIPO.-
Un momento… Yo no quiero ser rey. Tengo los pies demasiado hinchados para aguantar de pie en las recepciones oficiales.
PRESENTADOR.-
-¿No quieres ser rey?
EDIPO.-
Prefiero ser bibliotecario.
PRESENTADOR.-
-¡Viva Edipo Bibliotecario!
(Suena el clamor de la multitud y Edipo sale de escena con su andar de pies hinchados).
PRESENTADOR.-
Tebas volvió a respirar y sus habitantes a comer.
(Suena el clamor de la multitud).
-¡Viva Edipo Bibliotecario! -¡El hombre que eligió los libros en lugar de una corona de oro!
(Suena el clamor de la multitud).
Y así termina esta historia que tiene un final distinto al que imaginábamos.
(El Presentador da un paso y desaparece hacia abajo, como si hubiese caído por un agujero, se escucha el estrépito del golpe al caer al fondo).
(Asoma el Presentador).
PRESENTADOR.-
Una historia como la vida misma.

(Suena el clamor de la multitud. El Presentador hace una inclinación hacia el público y sale entre el clamor multitudinario).

Fin

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