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El colibrí y la oruga

Un día muy con mucho sol, me encontraba en mi puesto de vigilancia, solo, aburrido, deprimido. Mire al cielo y el calor sofocante solo me devolvió sudor en mi frente. Y estando ahí, sin espíritu, abatido como estaba, le pedí al universo una señal, un camino a seguir, porque mi vida parecía que se perdía en la bruma del tiempo.

Entonces, quiso la fortuna que apareciera un colibrí volando cerca de mi hombro derecho.

El colibrí revoloteaba frente a una hoja de una maceta cercana. En la hoja había una pequeña oruga.

- Este mundo es terrible. Solo, sin agua que apague la sed, sin nada que comer, solo tierra y esta hoja seca. 
- ¡Pero si el mundo está lleno de sorpresas, mares interminables, montañas gigantes, árboles , pasto y flores! - contestó el colibrí. 
- ¡Eso son mentiras! - respondió enfadada la oruga.
- Cómo puedes hablar así, si solo has vivido aquí, en un pequeño lugar encerrado. Necesitas volar para poder conocer lo maravilloso del mundo. Y mientras lo hagas tal vez encuentres un lugar donde ser feliz. 

La discusión continuó durante horas y tanto insistió el colibrí a la oruga en que debía recorrer el mundo que finalmente la pequeña oruga decidió enroscarse en un capullo, y en poco tiempo surgió una pequeña mariposa.

- Bien amigo colibrí, muéstrame aquello en lo que tanto insistes. 

Volaron por mares, montañas y bosques y la pequeña oruga convertida en mariposa, con las lágrimas en los ojos, le dijo al colibrí:
- ¡Qué pena no haber conocido todo esto mucho antes solo por mi terquedad!

Mi turno llegó a su final, el sol se empezó a ocultar durante el atardecer, y yo, pensativo, regresé a mi casa. A pesar de estar muy cansado, no pude dejar de pensar en ese pequeño colibrí. Durante la noche solo soñé con aquel colibrí, y me pregunté, cuántas montañas, mares o bosques, había que no conocía aún. ¿Y si existe algún lugar lejano donde pueda ser feliz? - me pregunté en voz alta.

Al día siguiente renuncié a mi trabajo y empecé mi búsqueda y aunque aún sigo buscando, sé que lo peor que puedo hacer es quedarme a mi pequeña hoja por no salir a buscar mi felicidad. 

Porque si es cierto eso de que la felicidad está a la vuelta de la esquina, nunca la encontrarás si no te asomas a ella.

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