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El cara torcida

Cuando las noches eran particularmente frías, Rogelio gustaba de ir a la taberna para beberse tantas copas de whisky como le fuera posible, argumentando que esto le ayudaba a calentar el cuerpo. Esa era una rutina de casi veinte años, que finalmente le cobraría factura. Pues al salir dela cantina, a eso de las tres de la madrugada, el frio intenso que hacia afuera del edificio le causó una parálisis facial.

A pesar del percance de salud sufrido, el hombre volvió a visitar el bar de manera habitual, donde ya entrados en ambiente todos sus conocidos rápidamente le apodaron “El cara torcida”, utilizando aquello como tema central para todas las bromas. Y esto podía lograrse porque a Rogelio no le importaba en lo más mínimo, él solamente quería embriagarse hasta la madrugada. Aunque esto lo hubiese convertido ya en un personaje cómico del barrio.

Al velo ir y venir tambaleándose por las callejuelas, entonando canciones que solo el entendía, las personas no hacían más que burlarse sin limitarse, incluso habían empezado a gastarle bromas pesadas, cuando se quedaba dormido en alguna esquina, tirado en la acera, escondían sus zapatos, robaban su botella de alcohol, lo movían a un lugar inadecuado y así las payasadas fueron en aumento en un periodo de dos meses.

La ultima idea de los humoristas, fue rodearlo de velas mientras yacía tirado en el suelo, esperando que, al despertarse, se llevara el susto de su vida, sin embargo, la sorpresa fue para ellos, pues mientras esperaban pacientemente que el borrachín despertara, su cuerpo fue desvaneciéndose, lentamente, su existencia parecía consumirse igual que los cirios alrededor, mientras las personas veían el suceso, llenos de asombro, algunos incluso entrando en pánico. Al consumirse la última llama, no había nada más que ver, el cara torcida también se había extinguido y los mirones corrieron a casa santiguándose, escondiéndose.

La mañana siguiente, todos despertaron con la noticia de que el cuerpo de Rogelio se había encontrado en un edificio abandonado, las autoridades concluyeron que había muerto hace más de dos meses, a pesar de que las personas lo habían visto vagar por las calles muchas noches después de eso.

Para algunas personas fue sencillo explicar el hecho, el pobre borrachín murió solo, en aquel lugar desierto, y su alma estaba penando, por eso siguió realizando su rutina entre la taberna y las calles, hasta que, sin querer, aquellos bromistas le brindaron el descanso eterno, con aquella velación improvisada. De no haber ocurrido así, el pobre cara torcida seguiría apareciendo para tomarse su whisky en las noches frías.

Datos del Cuento
  • Categoría: Terror
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