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El camello indiscreto

El sueño de todo camello es entrar al servicio de los Reyes Magos. ¿Quién no querría acompañar a Sus Mágicas Majestades por el mundo haciendo felices a niños y mayores? Pero hubo una vez un camello que, por indiscreto, estuvo a punto de echarlo todo a perder.

Cuenta la leyenda que una banda de ladrones estaba muy interesada en descubrir la ruta que los Reyes Magos hacían para repartir sus juguetes la noche del 5 de enero. Querían saber de dónde partían para robarles toda su mercancía antes de salir. Pero nadie conocía ese secreto. 

Como los ladrones sabían que todos los camellos de Oriente deseaban trabajar para los Reyes Magos recorrieron el mundo interrogándolos a todos, a ver si alguno sabía algo. Pero ningún camello les contó nada. 

Pasaban los años y los ladrones no conseguían averiguar dónde encontrar a los Reyes Magos. 

Siendo ya anciano, el jefe de los ladrones decidió probar una última estrategia, y le tendió una trampa a unos camellos jóvenes que encontró y que, por su edad, probablemente no habían podido ser elegidos aún para ayudar a los Reyes Magos a repartir felicidad a todos los niños del mundo. 

El jefe de los ladrones se disfrazó de brujo, se acercó al más joven de los camellos y le dijo:
- ¿Sabes? Yo podría conseguir que fueras elegido para llevar regalos a los niños. ¿Te gustaría?
- ¡Me encantaría! -dijo el camello-. ¿Qué tengo que hacer?
- Dime dónde está la guarida de los Reyes Magos para que pueda imaginar cómo debes ir hasta allí -dijo el ladrón.

El camello le contó todo lo que sabía. El ladrón, feliz por haber conseguido lo que deseaba, olvidó que se estaba haciendo pasar por brujo y se descubrió ante el camello.
- ¡Sí! ¡Por fin serán míos los regalos! -gritó.

El camello dio una coz al ladrón y lo dejó sin sentido. Lo cargó entre sus jorobas y se lo llevó a los Reyes Magos, que lo encerraron para que no avisara a los demás ladrones. 

El camello fue regañado por su indiscreción. Para que esto no volviera a ocurrir, los Reyes Magos decidieron cambiar de medio de transporte. Por eso, desde entonces, vemos tantas veces a los Reyes Magos montando a caballo o en elefante, en carros o en coches.

Será mejor que, si alguien sabe algo, no lo cuente. Por si acaso.

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