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El Gatito de Hugo

Hay varias cosas que no entiendo de los mayores y claro que dentro de los mayores incluyo a mi papito, a mamita, mis abuelitos, mi maestra y la directora de la escuela. Dentro de las cosas que no entiendo están, por ejemplo; cuando vamos en el auto de mi papito y encendemos el radio, ¿o se dice "la radio?, No sé, sólo se escuchaba cuando arrancamos y cuando llegamos a un alto se calla y para colmo de males sólo suena cuando están pasando comerciales, creo que mis hermanos y yo ya nos sabemos más de estos que canciones, ahora bien mi papito ni por aquí que se le ocurra arreglarlo o mandarlo arreglar, no entiendo.

Otras cosas, mi mamita nos manda bañar, pero que no nos mojemos mucho, que vayamos rápido por las tortillas, pero que no corramos, y no sé que cosas más.

Mis abuelitos, que podemos prender la tele, pero puras comedias y eso a la hora que están pasando Timbirichi.

¡El colmo!, La Directora nos felicita por nuestras calificaciones y el mismo día, la maestra nos castiga, por burras ???, No entiendo.

Mi papito siempre nos está inculcando el amor por los animales, pero, a no ser por sus pececitos, (conste que ya no dije "pescaditos" sino Gabriela se enoja), no quiere ningún otro animal en la casa, bueno algo extraño, pero ni siquiera tenemos un búho vivo en casa y vaya que si tenemos búhos de todas clases, colores, tamaños y materiales, pero repito, ni uno vivo.

Pues bien la otra noche al estar cerrando la ventana de mi recámara, ahora recuerdo que de chiquita decía "recarama", bueno no nada mas es mía porque también es de Gaby,...¿qué decía?, ¡Ah sí!, Cerrando la ventana, cuando de pronto...un gatito lastimeramente maullaba arriba del cofre de un carro estacionado en la calle, el sonido se dejaba escuchar claramente al grado de lastimare un poco los oídos. Mi primera reacción fue de lanzarle con todas mis fuerzas, un zapatazo, ¡ay si como no!, igualito que en las caricaturas...¿y luego cómo iba a recuperar lo que le lanzase?...no esto sólo es de película.


Cómo me molestaba, volví a abrir la ventana y le grité.- ¡Cállate!

-¿Porque me gritas?, Tengo frío y desde ayer no he comido.

¿? Un gato hablando... ¿cómo es posible?.- Tu no puedes hablar, tu sólo maúllas.

-Pues fíjate que no, también puedo hablar, ó ¿es que no me entiendes?

-Bueno... si te entiendo y te escucho perfectamente, pero ¿cómo es que tienes frío? ¿Para qué te sirve tu pelo?

-¿Y crees que es suficiente?, Pues no, también llegamos a sentir frío.

-¿Y porque no has comido desde ayer?

-Es que en la casa en que vivo se les ocurrió salir a pasear, como, ayer fue domingo y por no querer dejarme solo en casa, también me subieron al coche, salimos muy temprano y el papá de Hugo tomó la carretera a Toluca y cuando llegamos a la Kermesa...

...-¿Kermesa?

-Si antes de llegar a Toluca.

... ¿? ¡Marquesa! (Hay no sé a quien se parece)

-Si eso, La Marquesa, pues bien Hugo y su familia se bajaron y empezaron a jugar, yo también me bajé y ...

-Momento, momento, La Marquesa está bastante retirado de aquí, ¿cómo es que llegaste de tan lejos?

-Espérame, déjame decirte, estuvimos jugando un buen tiempo, bueno Hugo con sus hermanos y su papá, yo correteaba una mariposa y me fui separado poco a poco hasta que cuando me di cuenta y al tratar de localizarlos por más que estiré mi pescuezo, escalé una piedra y me trepé a un árbol, lo único que vi fueron... puros árboles, bueno también un arroyo, pero de Hugo y su familia, ni sus luces por que ya era de noche y eso de orientarme con las estrellas, para nada.

-¿Y qué hiciste?

-Las tripas ya me rugían de hambre y empecé a guiarme por el olfato tratando de encontrar algún restante de los paseantes que semanalmente invaden esos parajes, lo bueno es que a pesar de que no era una noche digamos iluminada, pues la naturaleza nos dotó a nosotros los gatos de una vista que no necesitamos de mucha luz para ver.


-Mhhh, dichoso tu, porque yo...

-Bueno como te decía, después de poco tiempo a lo lejos localicé los restos de un día de campo, con el hambre poca se me hizo distancia, lo malo es que también un perro lo había localizado y llegó un poquito después que yo, no bien me disponía a empezar a despellejar un huesito con algo de carnita cuando tremendo empellón me lanzó con toda mi gatunidad...

-¿"Gatunidad"?

-Si claro, ustedes tienen humanidad, pero los gatos tenemos "gatunidad", pues bien fueron como dos vueltas que di revolcándome en polvo y hierba y además perdí el huesito que empezaba a saborearme, me incorporé sólo para ver como tremendo perrazo se me venia encima como ferrocarril y... "patas pa'cuando son", adiós huesito y hambre, corrí como desesperado hasta que estime, por los ladridos que mi perseguidor ya se había quedado atrás, pero bien atrás.

Tuve que frenar rayando materialmente y dejando buen tramo de mis garras, de caso contrario hubiera quedado en calidad de calcomanía en la carretera, ya que a esa hora el tráfico sobre ella era numeroso y por mi tamaño, pues difícil hubiese sido que me viera algún conductor. Temblando de miedo más que de frío sólo acerté a agazaparme en un rinconcito de los numerosos puestos que están a la orilla de la carretera. El sueño y el cansancio pudieron más que el hambre y el frío y me quedé dormido hasta que una camioneta se estacionó frente adonde me encontraba, aún temblando me animé y cuando vi que habían descargado la misma, pegué un brinco y me trepé en la caja. La camioneta transportaba víveres, pero aparentemente esa era su última parada ya que nada más había una naranja en un rincón, misma que traté de comer, pero no lo logré y sólo me dejó un ácido sabor al zumo de su cáscara. De pronto el vehículo se puso en marcha y cuando quise bajarme, ya era tarde. Afortunadamente enfiló de regreso a la Ciudad de México al entrar a la misma el tráfico no me animaba a bajarme y fue cuando el chofer se pasó un alto y lo detuvo un motociclista que pude bajarme durante la discusión normal en esos casos. Nada más alcance a escuchar como el motociclista empezaba a preguntar por no sé que documentos y a indicarle al chofer que se había pasado un alto...

-Pero mi oficial ... la luz se encendió cuando..

-Eche a correr y volteé hacia arriba tratando de reconocer el lugar
donde me encontraba...vi unos edificios grandotes, con muchas
ventanas, pero había pocas personas. -Estos edificios los conozco,
me dije, por aquí vive una amiga de Hugo, si es cierto esto es

Tlatelolco y su amiga es Sussy.

-¡Sussy!, Con doble ese.

-Bueno, Sussy, ya recuerdo que un día me trajeron cuando Hugo y su hermano andaban en bicicleta, por aquí debe de ser. Empecé a caminar y después de dos cuadras, tres corretizas de perro, bueno de perro y dos que tres puntapiés de personas llegué aquí, pero como estoy chiquito, pues no alcanzo el timbre y para que no me pegaran con el balón que estaban jugando fútbol aquí en la calle tu hermano Beto y sus amigos, pues primero me metí abajo de este coche y cuando no había nadie en la calle jugando porque ya era de noche me subí y empecé a llamarte.

-¿Llamarme?, Yo sólo oía maullidos.

-¡Claro!, Ni modo de empezar a gritar... ¡Sussy!...¡Sussy!, No lo hubieras creído, por eso me puse a maullar esperando que te asomases y mira, que bueno que fuiste tú y no tu papá que él si me habría lanzado una cubetada de agua o al menos un tremendo grito, y ni modo de hablarte por teléfono, en primera siempre está ocupado, y en segunda no traigo monedas y por último no me sé el número de tu teléfono.

-¡Ay si tu, como no!...¿Cómo ibas a marcar?

-Si verdad, pero bueno ya estoy aquí.

-Bueno, sí llegaste a mi casa ¿por qué no fuiste a la casa de Hugo?

-Es que ya fui, pero ya no viven en el mismo lugar, ya ves que con el temblor su casa se dañó y no sé dónde está la casa a la que se cambiaron.

-¡Es cierto!, Pero yo tengo el teléfono de su abuelita y creo que ahí es donde está viviendo, espérame lo voy a buscar y luego le hablo por teléfono, ¡no te vayas eh!...

-No, no tengo ganas de moverme... ¡oye!, ¿Por qué no me traes un poquito de lechita?

Esto último ya no lo oí.

Bueno no es que seamos muy desordenados, pero como en el escritorio tenemos cosas Gaby y yo y hasta en ocasiones de Alberto, pues el encontrar una hojita dónde apunté hace dos meses el número telefónico de Hugo, pues en verdad es un arduo trabajo. Afortunadamente mamita con esa costumbre innata de apuntar teléfonos, aniversarios y cuanta fecha importante no sólo para nosotros sino para y de todos sus "pocas” amigas, anotó en esa ocasión en su libreta el teléfono de Hugo... Empiezo a comprender porque papito dice que esa libreta es "Oro Molido".

Afortunadamente encontré a Hugo y le comenté que le tenía una sorpresa.

-¿Y qué es?



-Afuera de mi casa está tu gatito- le dije.

-¿De veras?

-Si, ya estuve plati... (no, no me lo iba a creer), ya estuve observándolo y creo que si es tu gatito.

-Fíjate que se nos perdió desde el domingo.

-Si ya lo sé,... en La Marquesa.

-¿?...¿y tu cómo lo sabes?

-Ah. Me lo dijo un pajarito, (o mejor dicho, un gatito, pensé).

-Agárralo por favor, en este momento va llegando mi papá y le voy a pedir que me lleve a tu casa.

-¡Ah no!, A mí me dan mucho miedo los gatos, yo no lo voy a agarrar, si acaso le voy a llevar una tacita de leche.

-Gracias, voy para allá. -¡Clic!

Bajé y saqué un poco de leche y se la acerqué, misma que apuro rápido.

-Ya le hablé a Hugo y me dijo que venía inmediatamente.

-Gracias Sussy.

Me subí a mi recámara de nuevo y me asomé a la ventana a ver al gatito.

-Oye, ¿cómo te llamas?

-Puchi.

-¿Puchi?...ese es nombre de perro.

-Bueno... así me pusieron...

Mientras lo observaba me recargue en el pretil de la ventana, incline mi cabeza sobre mis brazos... y de pronto me pareció escuchar voces, pensé que habían llegado Hugo y su papá, pero era el despertador de radio el que estaba sonando, mamita en ese momento trató de acostarme y con voz suave me dijo...

-Sussy, Sussy ven acuéstate todavía falta un chiquito de sueño, ¿qué haces en la ventana?, Ven vamos a tu camita.

Me quedé dormida en la ventana.

¡Todo había sido un sueño!...
Datos del Cuento
  • Categoría: Infantiles
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