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El Diablo es un mentiroso

El rayo azotó el árbol en el centro de la copa y lo abrió en dos mitades. La lluvia terriblemente espantosa, la brisa fría, helada, ruidos extraños por todas partes, el fango se apoderó de los pies de Willi. Bajo una capa gruesa ocultaba su cuerpo mientras trataba con dificultad de abrir el sepulcro de don Sebastián Mendoza de la Cruz.

Aquel viejo estaba podrido de dinero pero no se había encontrado nada ni tampoco el desgraciado había dejado un testamento. Nada se sabía de su riqueza. Nunca confió en los bancos, ni aceptaba cheques, ni tarjetas, sólo verde, los verdes norteamericanos, la plata que sirve en el momento.
Odiaba las filas de los bancos y cuando iba a la TH y sólo podía retirar algunos dólares. Así que cerró todas sus cuentas.

Willi sabía que el viejo estaba forrado de dinero, sabía que en algún lugar de la casa lo encontraría pero todo había sido en vano. Había pasado sus últimos cinco años con aquel abuelo hijo de puta que le hacía pasar hambre teniendo tanto dinero.

Don Sebastian se compraba una cajita de pollo con papas y le daba lo poco que sobraba al muchacho. A veces ni las sobras le tocaban. Pero Willi sobrevía gracias al palo de panapén, comía panas por un tubo y siete llaves. A veces las acompañaba con par de huevos que le robaba a la vecina.

Ahora estaba en medio de aquella tormenta implacable, apenas podía abrir sus ojos, pero estaba seguro que el viejo se había llevado el dinero con él. Era algo sospechoso que su abuelo hubiera comprado el atáud dos semanas antes de que le diera el fulminante ataque del corazón. Y más sospechoso aún que lo metiera en su cuarto y no permitiera que nadie lo viera.

Willi mantuvo aquello en secreto. Sospechaba que el dinero estaba en la caja de alguna forma. Sería una fortuna. Si lo encontraba se iría para Nueva York a formar una nueva vida. Era su oportunidad de salir de la miseria.

Un ruido y el ladrido de un perro lo atemorizó. Se movió rápido bajo un árbol y se ocultó. Pasaron los minutos, estaba temblando del frío y del miedo. Así que decidió regresar a su casa, la antigua vivienda de su abuelo.

Llegó muy extenuado, se quitó su capa negra y dejó caer su ropa, se quitó los pantaloncillos y vio con pena como su pajarito estaba como arrugado por el frío, lo tocó con pena y esxclamo: " te prometo que el primer peso gaste será para ti"" Te tirarás a la primera gringa que encuentre en el camino"... una sonrisa apareció en sus labios. Se tocó las nalgas y dejo escapar un asqueante aire contaminado por las panas de pepitas que había ingerido aquella tarde. Está directo y sentía las paredes de su ano frías y debilitada por tanto ejercicio.

Se recostó en la ancha cama de su abuelo, ahora dormía como un millonario, recordaba su cuartucho donde se paseaban los ratones y su catre viejo, apestoso a orines y a regiones del infierno. Se estiraba, levantaba sus piernas mientras saboreaba un pedazo de pan con mantequilla. Pensó en su abuelo, en el dinero, pensó regresar al cementerio pero la lluvia era más fuerte y con mucho viento.

Se levantó. Miró a la pared y pudo ver la sonrisa del viejo macabro. Tomó la foto en sus manos y le hablaba incoherencia.

__" Hola abuelito" Sabes me haces una falta del cará... debiste decirme donde estaba el dinero, total a ti no te haría falta en el lago de azufre y fuego en el cual de seguro estarás ardiendo como antocha olímpica... Te he prendido algunas velas para ayudarte a salir de ahí, pero siempre se me apaga el fósforo, creo que nadie te quiere ayudar... Eso sí estoy disfrutando la casa y la comida que tenías almacenada para el día del fin del mundo que tanto esperabas.

Willi sonreía mientras miraba la foto de su abuelo. " Viejo cabrón" ¿Dónde escondiste el dinero?...

Y con ira tomó el cuadro y lo lanzó con fuerza contra el altar de santería que tenía el viejo.
Varias figuras se hicieron pedazos, sólo una quedó en pies. Aquella estatua parecía que pensaba, Willi se asustó cuando vio que una pequeña nube de humo se apoderaba de la imagen,
cerró sus ojos y sintió que la habitación se había convertido en un congelador, apenas sostenía sus labios quietos, temblaba. Pudo ponerse de pie pero no podía moverse.

Una imagen enorme se puso frente a él. Era perfilada, de ojos grandes, rojizos, tenía una chiva muy bien cuidada y un bigote que le cruzaba la cara terminando muy afilado en las dos puntas. Su cabello era lacio, con una partidura en el medio, estaba cubierto por una crema brillante. Vestía todo de verde reluciente, con unas botas de oro muy hermosas y tenía en sus manos un pergamino...

__"Hola, Willi"- es un placer venir en tu ayuda, sé lo que buscas y te diré donde ese viejo hijo de puta escondió su dinero... ¡Sólo tienes que darme un firmita y todo saldrá de maravillas!

Willi no podía responder, trató de huir del cuarto pero no pudo. Pero la oferta le sonó buena al oído. Sólo una firmita, sonrió, su firma no valía nada, su crédito estaba jodío, en bancarrota...¡Qué pendejo el tipo ese!

Willi recobró la fuerza y la confianza. Se movió a la mesita en busca de un bolígrafo para firmar el documento. Quizás estaba soñando, era de madrugada, ya podía escuchar el cantar de los gallos y las voces de los trabajadores de la finca.

Tomó el bolígrafo que acostumbra utilizar su abuelo pero aquel ser tenía en sus manos la pluma más rara del mundo.

" No hijo, no puedes firmar con ese bolígrafo, ahora tenemos una forma avanzada de firmar estos contratos, hemos perfeccionado mejor la tecnología, así no habrá reclamaciones infundadas. Antes era un problema con la sangre.
Así que hemos desarrollado el DNABOL. No falla.

Entonce el sujeto tomó su aparato y lo colocó en la boca de Willi y extrajo muestras del DNA. Luego oprimió un botón en su DNABOL y un líquido rojo llenó el instrumento. Extendió su mano y Willi nervioso firmó el documento. Mientras firmaba veía que sus letras cambiaban de forma y desaparecían del papel.

Tan pronto terminó de firmar el Diablo desapareció sin dejar rastro y sin decirle a Willi donde estaba el dinero.

_Diablo mentiroso, hijo de la madre-murmuraba -
Despertó muy asustado de aquella pesadilla. Eran las diez de la mañana. Iría de nuevo al cementerio por la noche. El día estaba muy claro, las lluvias habían cesado.

Vestido de negro con un sombrero de paja grande que le cubría su rostro Willi regresó al camposanto. Eran las 11:00 de la noche. Ahora sí que lograría su propósito. Estaba mejor preparado, tenía una linterna y un pico y una pala.

Ya casi terminada de remover la tierra, era una suerte, Dios estaba con él. El terreno estaba blando y eso facilitó el trabajo. Logró penetrar la tumba y con un martillo levantó la tapa...

__ Viejo cabrón exclamó al ver el ataúd vacío, lleno de dos enormes piedras y un papel que decía.

"Hola sobrinito de mi alma... sabía que vendrías a buscar mi fortuna, nunca confié en ti,
asi que fingí mi muerte...jajajajaja"...

"Me fui con Carmelita a Nueva York a disfrutar de la vida y de mi fortuna"

Willi cerró sus ojos... maldecía en voz baja, no hubo santo que no bajara del cielo... de pronto vio un círculo de luz sobre su rostro y al levantar su cabeza vio a dos policías que le apuntaban y le ordenaban que saliera de la tumba.

Fin
Datos del Cuento
  • Categoría: Misterios
  • Media: 5.52
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Comentarios


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3 comentarios. Página 1 de 1
Pau 2
invitado-Pau 2 07-11-2004 00:00:00

"EL DIABLO ES UN MENTIROSO" (JOSÉ LUIS SÁNCHEZ) La ambición y el confiar en la persona equivocada,le juegan a Willi una mala pasada... Atrapante relato,bien llevada la intriga hasta el final. Pau

ANFETO
invitado-ANFETO 07-11-2004 00:00:00

José Luis, una vez más le felicito. ¿Cuántas veces, en verso y en prosa, he pregonado a los cuatro vientos que sois de lo mejorcito de esta casa? Y lo digo y repito sin aspavientos, Pues bien claro salta a la vista Con este cuento que nos subyuga, Que desde el principio despista, Y al nieto inflinge tortura. (Amigo José Luis, no sabes la alegría que me causa volver a leerte. Ahora acudo poco por aquí. Y en esta ocasión, gracias al comentario de mi apreciada Pau, he podido darme la satisfacción de recrearme en la lectura de uno más de tus siempre admirados relatos. Un fortísimo abrazo, Anfeto.) (El diablo es un mentiroso, de José Luis Sánchez)

María Eugenia
invitado-María Eugenia 06-11-2004 00:00:00

Joaquín: Acá en los tiempos de antes, se consideraba mucho la familia extendida (algo de eso todavía). Por la relación que percibía en el cuento, pensé que era un sobrino-nieto.

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