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EL PAYASO

Siempre sentí una fuerza por complacer a las personas que más quería, y, por eso, creo que me hice un payaso, pues por más que hiciera lo que hiciera, nunca podía arrancarles la sonrisa que tanto me gustaba. La primera vez que lo conseguí, fue cuando les conté algo insólito que me ocurrió; cuando terminé de relatarles mi ocurrencia, sentí gran placer de verlos tan contentos reír, y me dije a mí mismo, verlos así, me ponía contento...
Cuando me enamoré de una muchacha, aprendí mi primera gran lección, pues aunque ella decía quererme tan sólo un poco, ese poco, era suficiente para mí... Pero, cuando la vi besándose en la boca con otro, fue como si el demonio me hubiera mordido, pues mi alma se llenó de amargura y desazón... Aunque reía por fuera, lloraba por dentro. La alegría por ver a mi gente sonreír se volvió en lo único que me hacía olvidar aquellas huellas en mi corazón...
Aprendí a esconderme como tortuga en su caparazón. No permitía que nadie se le acercara, pues temía que alguien más me volvieran dar otra puñalada...
A todos los que recién conocía, les trataba de hacer sonreír. Cuando les hablaba, adivinaba lo que deseaban oír, diciéndoles justo aquello que tanto deseaban escuchar; y al igual que una flor que abre sus hojas al Sol, ellos, ante mis palabras, se soltaban y sonreían, y así, mi tristeza se bañaba de sus alegrías y sonrisas...
Hasta que entendí que podría hacer sonreír a mucho más personas. Me puse unas orejotas, una narizota y unos ojotes con sus pestañotas. Me vestí con ropa grandota, de colores encendidos, así como el dolor de mi corazón. Les quise decir que yo era muy grande; que todo en mí, les escuchaba y les entendía; y si querían ser felices debieran sonreír... Por eso, debían escucharme...
Hasta que un día, quise ser feliz y también sonreír. Ya no sentía las húmedas caricias de la gente al verlas sonreír... Les envidiaba. Tuve que desaparecer, pues no podría soportar ver los rostros tristes de la gente, así como mi corazón...
Ahora busco a aquel payaso que hace feliz a los niños cuando nacen, a las plantas que sonríen cuando ven el Sol, a las aves cuando vuelan por los cielos dando sus gañidos como risas a los vientos, a los cielos cuando revientan de risa con sus truenos, a la luna menguante con su plateada sonrisa que alegra todo el temor de una noche... Ahora, ahora, ahora estoy buscando al que haga sonreír a mi corazón...

Joe 11/10/03
Datos del Cuento
  • Autor: joe
  • Código: 4845
  • Fecha: 17-10-2003
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.7
  • Votos: 40
  • Envios: 1
  • Lecturas: 1304
  • Valoración:
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