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Categoría: Hechos Reales

Diez mil metros planos

Diez mil metros planos.

Hoy se celebran las Olimpíadas Estudiantiles de Atletismo de Buenos Aires.
Es la 6:00 a.m., comienza mi rutina, revisar el equipo, darme un baño, no desayunar.
Represento al Instituto Alejandro Bunge en 100 y 200 m llanos y salto en largo. Curso el cuarto año de Bachillerato.
El evento se llevará a cabo en la Escuela Militar General Lemos.

Mi novia no irá... nunca va.

Soy el campeón de 100 y 200 m planos en los últimos tres años... ella nunca me vio ganar.
Hay una (amiga de mi hermana) que siempre “aparece” en esos eventos.

Llego a la Escuela Militar, contacto con mi Profesor de Gimnasia y Entrenador.
El Profesor – Joaquín, vas en la primera manga eliminatoria de los 100 m, te tocó el carril tres, da lo mismo cualquiera, clasifican el 1 y 2 para la siguiente ronda... ¡Suerte!

Camino hacia el carril tres, miro a las gradas buscando caras conocidas... 8:00 a.m., no veo a nadie.
La agonía de la partida. Reaccionar una fracción de segundo después significa perder. Hiperoxigeno mi sangre... - “En sus marcas... Listos (interrumpo la respiración y levanto la cadera... ¡Pún!”

Respirar frena al atleta, debo respirar lo menos posible, corro en puntas de pie... clavo el cronómetro en 10 seg. 3/10 ... clasifiqué Primero.
Por los parlantes anuncian al Primero y Segundo que pasan a la siguiente manga.

Estoy blanco como un papel y tengo arcadas (por eso no desayuno en los campeonatos). Mi pulso 170 por minuto, siento hormiguear mi cuerpo... debo caminar hasta que mi corazón recupere el ritmo.

Alguien se metió en la pista y viene corriendo hacia mí... - ¡Campeón... Campeón!
Es la amiga de mi hermana... se abraza de mi, la levanto y giro para amortiguar su impulso.
Se queda abrazada de mí con su cara en mi cuello, luego me mira sonriendo y meneando la cabeza me dice... – Sos el mejor... el mejor.
Devuelvo la sonrisa y la acompaño a las gradas... llegó también mi hermana. Me saluda pulgar hacia arriba.

Me voy al campo a hacer bicicleta (tendido en el pasto levanto las caderas, la sostengo con las manos, codos en el pasto, levanto las piernas y hago movimientos como si anduviese en bicicleta) la finalidad es ayudar a bajar la sangre acumulada.
Luego de eso me paro y sigue un ejercicio donde debo levantar mis piernas, tan alto como pueda, golpeando mi pecho con las rodillas... es para mantener la elasticidad y evitar desgarros.

El Entrenador del Otto Crausse trata de identificarme, los “alemanes” les decimos.
Voy caminando con mi amigo Trukosky por el campo y alguien le dice al Entrenador “alemán”... – Aquel es Ledo.
Mi amigo, un ruso de aspecto muy atlético, yo soy delgado... confunden a Trukosky con Ledo.

Siguen a Trukosky, quieren saber en qué manga corre para poner al mejor corredor contra él.

Alguien que “espía” los anotados en las listas ve a Trukosky en la lista de la manga tres y ponen allí a su mejor corredor.
Estoy anotado en la manga cuatro.

Una mala partida me hace quedar de segundo en la cuarta manga... pero clasifico.
Quieren felicitarme mis amigos... estoy furioso.
Furioso porque fui un estúpido que agarre una piedra del granzón en la salida y casi me caigo. Si hubiera tenido zapatos con clavos... todos tienen.

Silvia (la amiga de mi hermana) - ¡Eh!... ¿Por qué esa cara... clasificaste cierto?
Acaricia mi cara - ¡Vamos!... ¿Qué importancia tiene?... ganar, perder... lo importante es competir.
Le saco la mano de mi cara - ¡GANAR... YO CORRO PARA GANAR SINO NO CORRERÍA!... Perdí porque soy un imbécil... nada más.

Por los parlantes anuncian los nombres de quienes llegaron a la Final de 100 m planos... nombran entre otros a Betancourt (compañero mío), dos “alemanes”, y yo.
En total clasificamos seis para la final... Trukosky no clasificó.
Los “alemanes” ya saben quien es Ledo e intentan colocar a su mejor corredor en el carril de al lado al mío.
Miro a las gradas, veo a mi hermana Diana y a Silvia. Las dos con el pulgar hacia arriba... las saludo.

¡A sus marcas.... (intento concentrarme, me hiperoxigeno hasta sentirme mareado, intentaré no respirar los primeros 50 m)... Listos... (mi ritmo cardíaco se acelera bruscamente, levanto la cadera, respiro hondo)... ¡Pún!
El “alemán” y Bertancourt pelean la punta. Mi amigo tiene piernas largas y es un galgo corriendo.
Me les aproximo... soy mejor rematador. Los igualo a los 80 m. Cruzo la meta en 10 seg 1/5... sigo al trote, blanco por la cantidad de adrenalina en la sangre, otra vez el hormigueo y con arcadas, mi pulso 185 p/m.
Soy otra vez campeón de 100 m planos por cuarto año consecutivo.

Betancout, Trukosky, el Entrenador y otros acuden a felicitarme... también el “alemán”.

Abriéndose paso entre todos aparece Silvia... Abrazada como un oso me besa por todos lados... – Ya sé por qué sos el campeón... (se golpea el corazón). Fue un remate impresionante...

Dentro de una hora comienzan las eliminatorias de 200 m planos.
Compito en salto en largo... con 6m 5cm quedo tercero.

En la tarde, manga tras manga llego a la final de los 200 m.
Otra vez tengo un “alemán” en el carril de la derecha... pero el favorito es un tal Calvo, a mi izquierda.
El tipo mide como 1.85 m.
Me mira sonriente y me dice... – Doscientos metros es mucho tramo, corramos los primeros 100 m a media máquina y después le damos... me extiende la mano.
- Corredores a sus marcas... Listos... ¡Pún!

El desgraciado sale como un cohete. Me lleva como tres metros... cruzo los 100 m en 11 seg 3/5... voy sin respirar, espero que el respire o no podré alcanzarlo y siempre voy de menos a más... 60 m para la llegada... estoy a medio metro... 30 m y mantiene la ventaja pero estoy casi a la par... cruzamos la meta.
Los Comisarios de Pista discuten sobre quien ganó... recurrirán a las fotos.

Veinte minutos después anuncian que fui el ganador.
Luego de compartir abrazos con mis compañeros me pongo el buzo y voy a las gradas... Ahora seré espectador del resto de la jornada... 100 m con vallas, 400 planos, ochocientos, etc. Para culminar con los 10.000 m planos.

Silvia – Calvo es compañero mío. Te iba a advertir que es un tramposo... ¿Trató de engañarte?
Joaquín - ¡No!
Estoy mirando desde las gradas cuando siento un calambre en la pierna derecha... me estoy enfriando.
Trukosky pretendía a Silvia así que está sentado al lado de ella. Al oír mi quejido viene, me quita el calzado deportivo y con su mano echa hacia atrás los dedos del pie... el calambre cede.
Falta media hora para los 10.000 m.
El Profesor de Gimnasia se me acerca... – Tenemos un problema Joaquín...
Joaquín - ¿Qué problema?
El Profesor – Nuestro corredor de 10.000 m no va a venir porque se engripó. Estaba pensando si tú podrías correr en su lugar...
Silvia - ¡Noooooooo!... Él ya cumplió... él no puede... no es su distancia.
El Profesor – Solo tienes que estar allí, es solo por cumplir con nuestra presencia en el evento.
Trukosky – Yo estoy más descansado... puedo correr.
El Profesor – Prefiero que sea él...
Silvia (protestando) – Eso no es justo...
El Profesor – Si no quieres... pondré a Trukosky.
Joaquín – De acuerdo, correré pero necesito unos masajes en las piernas...
El Profesor – Yo mismo te los daré... ¡Vamos!

La partida de los 10.000 m me da risa. Como el pelotón se pone en “fila india” en el primer carril, todos corren para quedar de primero... los dejo que se maten.
Hay corriendo como 30 atletas yo estoy en el puesto 9.
A los 4000 m siento una puntada en el costado izquierdo que me obliga a aminorar la marcha. Cada vuelta tiene 1000 m.
A los 5000 m todavía tengo la puntada y un calambre en el arco del pié izquierdo (siento como un quemazo).
Sé que perdí varias posiciones, pero no sé en que puesto estoy.
Tras las cinco vueltas todo es un despelote... no sé dónde está el primero y tampoco el último. Solo los Comisarios de Pista saben.
Sexta vuelta, mis fuerzas me abandonan por completo... casi no puedo moverme.
Aparece Silvia al costado de la pista... – Ya cumpliste... abandona la carrera.
Noto que ella camina y yo voy a la misma velocidad... no lo puedo creer. ¡LLEGUÉ AL MURO!

Joaquín (jadeando) – Silvia, estoy frente al “muro”.
Tengo ganas de llorar...
Silvia - ¿Qué muro... de qué hablas?
En ese momento no se lo expliqué... el “muro” es cuando un atleta agotó la glucosa de su organismo. Ya no tiene energía porque consumió la fuente.
Si el atleta está dispuesto a cruzar el muro necesita de una enorme voluntad para forzar al cerebro a emitir la orden que no quiere dar... “Autoconsumirse”.
Lastimosamente llego a los 7000 m cuando la “orden” llega... el hipotálamo envía las hormonas con un mensaje para el hígado. Debe metabolizar las grasas en reserva y enviarlas al torrente sanguíneo como energizante de los músculos.
Me siento completamente nuevo y pleno de energías. Levanto la cabeza y empiezo a aumentar la velocidad hasta alcanzar un ritmo como si estuviera corriendo los 400 m planos.
Mi velocidad contrasta con el decadente ritmo de todos... voy pasando a muchos.
Voy a ese ritmo cuando a los 8000 m pregunto... - ¿Dónde está el primero?
Alguien – Allá adelante...
Joaquín - ¿Cuántos metros?
Ese alguien – No sé...
Sigo corriendo a ese ritmo. El profesor me hace señas de que aminore el ritmo... no hago caso.
Llevo 2000 m rematando... el profesor, asustado, manda a Betancourt y Trukosky a interceptarme y sacarme de la carrera.
Llegan por dentro de la curva... - ¡Se terminó Joaquín... es hasta aquí, nos mandaron a “pararte”!
Joaquín – Yo no crucé un océano para venir a morirme en la orilla... voy hasta el final.

Se miran... – Queda una vuelta... ¡Adelante!
Allá voy... a toda máquina otros mil metros.
Pregunto a los que voy pasando - ¿Dónde está el primero?
Uno de ellos – No sé... adelante.
Me sorprende la meta sin saber dónde estaba el que ganó.
Siento el corazón en la garganta...
El profesor llega y también Betancourt, me agarran los brazos y se los ponen en sus cuellos para llevarme hasta una ambulancia.

Joaquín - ¿Qué pasa?... Déjenme caminar... tengo que caminar.

Me meten en la ambulancia... toman mi tensión arterial, 240 p/m.
Mi cuerpo tiembla y me castañetean los dientes.
El paramédico – Te pondré dos gotas sublinguales... no tragues saliva.
Me ponen una mascara de oxígeno.
El profesor se sienta al lado mío... - ¿Qué hiciste Joaquín? Nadie remata durante 3000 m o acaso no viste que esos remates son de 400 m cuando mucho.
Viene el paramédico con algo en la mano – ¡Señor, salga por favor!
-Te vamos a poner un goteo de suero para reponer los electrolitos y la glucosa.
- Los de la Comisión Anti-doping quieren que orines en este frasquito.

Afuera escucho a Silvia entre sollozos... – Usted tiene la culpa porque sabía que él corre con el corazón y no con las piernas, por eso quería que fuera él...

Yo me pregunto, ¿Qué les pasa a estos... yo estoy bien?

Otra vez el paramédico – ¿Te duele el pecho... tienes dificultad para respirar?
Niego con la cabeza.
El aparato que marca mi ritmo cardíaco registra 120 p/m.
El paramédico – Vas bien muchacho...

Cuando mi corazón llega a 96 p/m me quitan el oxígeno y el goteo.

El paramédico – Siéntate en la camilla... ¿Sientes mareos?
Joaquín - ¡No!
El paramédico – Inclina el torso y baja la cabeza, pondré la mano en tu cuello y vas a intentar levantar el torso... ¿Ok?

Hago lo que me dice...

El paramédico – ¿Hay mareos?
Joaquín - ¡No!
El paramédico – ¡Puedes irte...!

Salgo de la ambulancia y todo el mundo con silbatinas y aplausos...
Saludo a todos levantando mi mano derecha...
Mi hermana me alcanza el buzo... me lo pongo.
Echo mi bolso al hombro y comienzo a caminar hacia la salida.
El profesor me alcanza – Joaquín, tengo que decirle “algo”.
Joaquín – Si quiere que corra de nuevo... me niego.

Sigo caminando...

El profesor – Joaquín... es solo un minuto.

Betancourt (riéndose) – Vení a ver al que ganó... no lo vas a creer.

Joaquín – No me digas que me ganó un “enano” porque me muero... ¿Quién será ese hijo de p...?

Llego hasta donde está el gentío.
Un señor con un micrófono en la mano... – Con un tiempo de 34 minutos, 19 segundos y 6/10 el nuevo campeón de los 10.000 m planos... del Instituto Alejandro Bunge... ¡JOAQUIIIIIIIÍN LEDO!

Joaquín - ¿Queeeé?

No sé que me pasa... mis ojos se llenan de lágrimas y tengo que cubrirme el rostro... no lo puedo creer.

Me alzan en andas entre todos y me llevan al podio a recibir la medalla... la gente me mira y me aplaude.

Entre la gente veo al entrenador de los “alemanes”, me mira sonriendo, cierra los ojos y asiente con la cabeza, levanta las manos y se une a los aplausos... le agradezco con un saludo.

Una vez que me pusieron la medalla... “alguien” se subió a levantarme el brazo...

Silvia – ¡El campeón!

Se cuelga de mi cuello y... beso de novela romántica.

Llueven los silbidos y aplausos... la miro.
Silvia sonriendo con lagrimitas - ¡Sos el mejor... sí el mejor!

Le pongo las tres medallas y bajo del podio con ella, la llevo de la cintura... – ¿Te dije que tienes una sonrisa preciosa?
Ella secándose las lágrimas y sonriendo - ¿De veras te gusta mi sonrisa?
Él - ¿Qué te parece si el sábado vamos a bailar?
Ella – Bueno, déjame ver...
Él - ¡Ah... no, olvida lo que te dije!... A mí no me gustan las mujeres con “agenda complicada”.

Le quito la mano de la cintura y apuro el paso.
Ella me alcanza y se pone delante de mí obligándome a detenerme poniendo sus manos en mis hombros – El sábado es el cumpleaños de mi prima por eso no puedo ir, pero si querés venir...

La miro serio, ella sostiene la mirada expectante. Suelta una de las manos de mi hombro y acomoda sus cabellos detrás de la oreja y luego apoya esa mano en mi brazo.

No respondo, estoy viendo lo bonita que es...
Ella alza sus cejas... - ¿Qué?

Sus labios quedan entreabiertos, la atrapo y la beso... ella abrazada responde a mi beso con sus ojos cerrados...
Datos del Cuento
  • Categoría: Hechos Reales
  • Media: 5.37
  • Votos: 82
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6 comentarios. Página 1 de 2
Lourdes
invitado-Lourdes 18-01-2005 00:00:00

Joaquín: Al leer esta narración, me acordé cuando me dijiste que habías ganado el campeonato de 100 y 200 metros, así como el torneo "Interfuerza", en Argentina, donde si mal no recuerdo, derrotaste a 7 competidores en forma consecutiva, o algo así, verdad? Te felicito, eres un campeón. ¿Y qué pasó con Silvia? Lourdes

que lo sepas.
invitado-que lo sepas. 18-01-2005 00:00:00

por muchas carreras que ganes la verdadera y más importante la perdíste. ella es mi mayor alegría es mía solo mía.

María Eugenia
invitado-María Eugenia 18-01-2005 00:00:00

No creo que metí la pata. Aunque puede ser, si tomo en consideración que puede ser relativo.

Nathalie Ledo
invitado-Nathalie Ledo 18-01-2005 00:00:00

Pau2: Todos nuestros esfuerzos son importantes en la vida. Aquellos que no nos condujeron a la meta nos servirán al menos de experiencia, pero los que nos lleva a ser vencedores nos hace sentir satisfechos. Esto es para responder a tu pregunta, la que hiciste en el cuento de papá de los 10.000 mtrs planos. PD: Aprovecho para agradecerte por aquella analogía que hiciste sobre el Principito en mi poema...Me pareció sabio y como anillo al dedo se introdujo de manera perfecta en el tema. Gracias por tu consejo y también por leerme. Admiro tu memoria se ve que te gusta la lectura. Besos para ti, Nathi.

Joaquín Ledo
invitado-Joaquín Ledo 18-01-2005 00:00:00

Lourdes: Después de que me arrolló el carro quedé peor de lo que creía. Cuando pensé que ya estaba en condiciones volví a practicar y se me ocurrió hacer un salto mortal. Al caer no podía levantarme. Levantaba la cabeza y las cosas comenzaban a moverse y veía doble. Me quedé un rato tirado (no había nadie). Veinte minutos después me levanté. Un par de años más tarde hice el servicio militar (tengo anécdotas que contar) y después ingresé en la Escuela de Oficiales de la Prefectura Naval Argentina (muchas anécdotas)... después vino el Torneo Interfuerzas (que tú recuerdas). Un beso para ti... Joaquín

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