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Cuentos del Atardecer Número VII

Un poco mas de tiempo y sus heridas quedarán sanas.
Esta fue la espresión de aquel hombre de blanco, al examinar al hombre que yacía en el lecho de aquella pieza fría de la clínica de la gran ciudad. La cabeza del viejo se undía profundamente en la almohada, sus labios resecos y pálidos, sus ojos opacos y su pierna inmovil, con una gran infección sin un diagnóstico preciso.

Su intensa fiebre le recordaba simplemente quien era,le hablaba de su vida agobiante, llena de trabajo y agitaciones constantes.

Su mente paseaba lentamente por el tiempo, pudo recordar sus primeros pasos en la vida, cuando nada conocía y nada sospechaba del profundo dolor que encerraría el ocaso gris de su existencia. Su mente se detuvo en aquella primaveral tarde cuando conoció a su amada, las palabras que empleó para conquistarla. Cuando le dió el primer beso. Que lindo le pareció volver a abrazarla como el primer día. Llegó el momento en que se graduó en la Universidad de La Plata, obteniento el título que lo habilitaría para trabajar duro, sin descanso, sin feriadfo, a cambio de obtener riquezas para que su familia tenga todo lo necesario para satisfacer sus necesidades, y gozar de un satatus digno del nombre que el se había forjado. En su recuerdo llego el, momento del viaje alrededor del mundo donde conoció los momunentos mas mas importantes de la Historia Universal. Sus pensamientos volaban de un año a otro con tanta velocidad que pudo repasar en unos pocos minutos sus mas profundas vivencias.

De pronto abrió sus ojos profundamente lúcidos, observó una enfermera que le hablaba y le saludaba con amabilidad estudiada, recordandole lo que el autorizado profesor había espresado. "Abuelo, tranquilo un poco mas de tiempo y sus heridas quedarán sanas",

La luz del sol de aquel día de noviembre se iba desvaneciendo. Las paredes de la sala se teñían de gris. Las cortinas se iban corriendo a la par que se cerraban la ventanas, y una distante luz se encendía para no molestar los ojos del paciente .

La hora del descanso.

Al rato en la casa del viejo se oyó la estrepitosa campanilla del teléfono. María un poco soñolenta y temblorosa levantó el tuvo. Oyó la vos que un ¨humano¨ balbuseaba. "Lolamento, se hizo todo lo que está al alcance de la ciencia, Lo sentimos muchísimo"....Luego de un silencio
interruptido por un grito de desesperado de la hija trementamente dolida, se escuchó que la voz continuaba diciendo "mañana a primera hora no se olvide de pasar por la administración".
Datos del Cuento
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 6.86
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
Eddy Garcia
invitado-Eddy Garcia 15-12-2002 00:00:00

Excelente narrativa, me encanta como logras mantener la atención del lector en tu trama, felicitaciones.

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