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Conejillos

-Y aquí tenemos la parte menos agradable. El comportamiento de estos seres adaptados para convivir con semejantes, pero en tareas autómatas -les mostraba el Dr. Crocco a la Dra. Diana Sales y al Profesor Marcio Cosio; contratados para integrar la investigación.
Ambos observaban atontados a través del vidrio.
-Es un tanto difícil verlo al principio -continuó-, pero termina uno acostumbrándose.
Los dirigió por un pasillo para seguir recorriendo el resto de las instalaciones.
-Ahora comprendo el porque de las opiniones encontradas a cerca del Proyecto -comentó el Profesor Cosio.
-Aún cuando se ignora los pormenores, específicamente -agregó la Dra. Sales.
-Yo insisto en que es solo el comienzo. El ser humano, en principio y antes que nada, tiende a rechazar los cambios, está impreso en sus genes -completó el Dr.Crocco esbozando una sonrisa, mientras los hacía pasar a su despacho.
-Sírvanse, este es el plan de trabajo y una lista completa de algunos resultados obtenidos hasta la fecha.
La Dra. se apresuró a hojear las carpetas; el profesor en cambio, solo las tomó y se limito a arrollarlas colocando sus manos detrás de la espalda. El Dr. Crocco observó como sus visitantes perdieron súbitamente el encanto que se les adivinaba antes de conocer la Planta.
-Señores, les aconsejo que estudien el proyecto en todos sus detalles y se despojen de las pasiones -continuó Crocco-. En definitiva, lo que les pedimos quienes nos hacemos cargo de la tarea, es que se apresten a "reaprender" los conceptos básicos de nuestra existencia como humanos. Es tarea de los investigadores hacer lo posible por efectuar avances, muchas veces pagando el precio de traicionar nuestros más caros ideales.
Las palabras de Crocco sonaron algo desmedidas para el gusto de sus oyentes, pero decisivas, contundentes, fuertes. No obstante los visitantes, ahora integrantes del proyecto, escucharon sin decir una palabra, sin expresar reacción alguna, con un montón de dudas e inseguridades.
Se retiraron de la Planta con la semilla de un nuevo concepto, inexplicable por el momento, pero que cambiaría sus fines y metas profesionales para siempre.
-Llamáme y combinamos para juntarnos a leer la carpeta -le sugirió Marcio a Diana que abrió la puerta del auto para tirar su cartera y la carpeta en el asiento de atrás.
-No sé que pensás, pero yo diría de combinar ahora para evitar hablar por teléfono.
Marcio bajó de la moto e intentó aproximarse apoyándose en el auto que estaba en medio de los dos provocando que se activara la alarma.
-Bueno, nos vemos cruzando el puente de la ruta y combinamos -le grito por encima del sonido.
Diana puso en marcha el auto y rodeó el estacionamiento para salir a la ruta. Al llegar al puente buscó con la vista a Marcio quien estaba parado a un lado, en la banquina; aminoró la marcha para gritarle por la ventanilla:
-¿Te parece a las 19:30 en el "Mogador" del centro? Es un bolichito chiquito medio escondido...
-Si, lo conozco. -contestó Marcio-. A las siete y media estoy ahí...


El Dr.Crocco, Jefe de La Planta, dialogaba telefónicamente con Paolillo, el secretario de la presidencia de la nación.
-El es docente de biogenética, director del área de laboratorios de la facultad de ciencias.
-Treinta y uno me dijiste? -pregunto el secretario.
-Si, él treinta y un años. Ella hizo doctorado en la capital, es química y hasta la fecha diríga un laboratorio comercial en una localidad cercana a la Planta. Todo fue hecho como siempre. Hace dos meses los venimos estudiando detenidamente, muy de cerca...
-Bueno, espero que sean los indicados...
-La primera parte ya está, falta decidir la segunda, que hoy de noche se resuelve.
-Bien, la junta te la arreglo para el miércoles a las 10:30 de la mañana, porque el "cráneo" está complicado en esta semana -le informó el secretario con su particular forma de referirse al presidente.
-Bueno, bueno, si. Está bien, es bastante próximo, me sirve igual.
-Cualquier cambio, o cosa que surja, te comunico. Pero yo te lo confirmaría en un noventa por ciento.
-Si, si, gracias, nos comunicamos -dijo Crocco y cortó.
Debía comunicar cada paso del proyecto y cada modificación, en periódicas juntas con la presidencia. Este emprendimiento era -sino la única- de las pocas realizaciones estatales, no llevada a cabo por efectivos castrenses, lo cuál lo hacía cercanamente supervisado por los altos mandos, incluido el propio presidente.
Con el fin de limitar el número de individuos en el manejo de la información, el Dr. Crocco debía hacer el trabajo de un secretario. Pasaba largas jornadas diarias, hasta que el último informe de cada área estuviera debidamente archivado.


A las 19:00 PM ya estaba oscuro. Diana Sales pasó con el auto frente a la Planta por la Ruta 18. Se sorprendió al ver que aún habían luces en algunas instalaciones y el numeroso cuerpo de seguridad rodeando el gran predio.
-¿No te habías dado cuenta? -le preguntó Marcio.
Al abrir su carpeta casi apaga la velita que había en el centro de la mesa.
-Es que yo soy medio despistada para esas cosas.
-Bueno, es verdad también, que de día es más discreto...
-Me sorprendió porque nunca había pasado de noche frente a la Planta.
-Un café para mi -ordenó Marcio al mozo que se acercó.
-Un cortado para mi.
-¿En pocillo o en vaso?
-En vaso mejor.
-Correcto dijo el mozo alejándose.
El ambiente era tranquilo, agradable. Tanto fuera como dentro del bar, típico centro pueblerino.
-Bueno, así que trabajás por acá -comenzó Marcio rompiendo el hielo, que no era tal pues habían congeniado bastante bien de entrada.
-Trabajaba para la, Farma Company, ¿Conocés? -le pregunto.
-Perdón por la ignorancia, pero no la conozco.
-Bueno es una multinacional de productos químicos, fármacos, y una gran lista de etcéteras. Era directora del laboratorio.
-Es un buen cargo, ganabas muy bien, supongo.
-Si, es verdad, estaba bárbara allí; lloramos todos cuando me fui.
Pasaron largas horas hablando de sus vidas. A los cafés le sucedieron unos tragos y más conversación. Marcio la observaba detenidamente, le atraía su hablar pausado, su aspecto saludable; exteriorizado a través de una amplia y blanca sonrisa. Una bien explotada feminidad en sus gestos, su estilo y un maquillaje justo, preciso. Habían hablado de muchas cosas, luego retomaron la conversación, en realción a la planta.
-¿Vos no notaste, no sé, una atmósfera rara, fría, en la Planta? -preguntó Diana.
-Si, bueno... no es para menos; ¡Con lo que tienen que trabajar cada día de sus vidas!
-Lo que me causó más impresión, fue ver que en cada sección de la Planta que entramos, nadie se inmutó, ¡Cómo si tal cosa!
-Ojalá no vallamos por el mismo camino.
-¡No, por Dios! -exclamó Diana-. ¿Y vos que pensás del Proyecto?
Marcio hizo un silencio, un marcado silencio. Observó levemente a los lados, se hecho hacia atrás y dejó escapar un suspiro, al tiempo que levantaba las cejas. Diana lo imito.
-Sin palabras -dijo finalmente en un acto de concordancia.
Marcio tiró la carpeta sobre la mesa. Se apagó la vela.


8:00 AM del miércoles 3 de agosto. Marcio llega atrasado; las mañanas no eran, evidentemente, para el. Esta vez estacionó la moto al lado del auto de Diana, un Sentra bordó.
Luego de asegurar el casco, descuelgó la mochila de sus hombros e ingresó a la Planta.
El hall de entrada era inmenso, había una exposición de obras plásticas sobre el tema "La Ciencia y El Artes", a lo lejos divisó a Diana y otra mujer de túnica blanca, paradas entre las estructuras.
-Buen día -saludó al aproximarse.
Diana le puso la mejilla, la otra mujer en cambio le estiró la mano.
-Encantada, mi nombre es Lucila Nermes -se presentó cortésmente.
Era una mujer de unos cuarenta años, elegante de andar delicado y con un peinado de peluquería, asombroso para un miércoles a la mañana; los dirigió a la división donde se hallaba el laboratorio.
-Bien, aquí van trabajar, esperamos que sea de su agrado y se sientan a gusto -les enseñó como si se tratase de un lugar turístico-. En los congeladores hay un stock básico de los elementos que van a utilizar frecuentemente. Cerciórense que haya lo que necesiten y hagan el pedido de lo que falte. Los viernes generalmente, se abastece a las áreas.
Ambos miraban algo sorprendidos, el laboratorio estaba montado a nuevo y muchos de los instrumentos aún conservaban su embalaje. Mientras hablaba la mujer, Marcio y Diana intercambiaban miradas cargadas de cómplices comentarios. Cuando hubo terminado la presentación, la mujer del peinado se retiró, no sin antes ponerse formalmente a sus órdenes.
El resto del día se pasaron ordenando, desembalando, conectando equipos. Cada cosa que solicitaban era puesta a su servicio de inmediato, ya sean materiales o recursos humanos. La tecnología con la que estaba equipada el laboratorio era de avanzada: videos intercomunicadores, cuatro líneas telefónicas cerca de cada sector del laboratorio, cuatro computadoras, una de ellas terminal de la computadora central. A esto se le sumaba un despacho con dos escritorios totalmente equipados y sus respectivas bibliotecas con historial, archivos y almacenaje de nuevas investigaciones con códigos de seguridad.
Comenzaba a tomar forma, la inmensidad del proyecto. El carácter secreto y la importancia de la actitud de discreción solicitada a cada uno de sus integrantes.Trabajaron el resto del día casi en silencio, como para darse un tiempo de toma de consciencia, de lo que iban a vivir de aquí en más.


10:00 AM. Jueves 4 de agosto. Marcio se dirige al despacho del Dr. Crocco. Al entrar se cruzó con un grupo de personas, al parecer científicos, que salían.
-Buenos días Profesor -saludó amablemente, extendiéndole la mano-. ¿Cómo se siente?
-Muy bien gracias. Bueno, a decir verdad, un poco aturdido. Pero nada que uno no se adapte
-bromeó.
-Eso es lo que esperámos todos y yo creo que así será; por favor, tome asiento Profesor.
El Dr. Crocco hizo lo propio.
-El motivo por el cuál lo llame, es el siguiente -acercó su silla al ordenador y hábilmente buscó unos datos-. Usted tiene estudios muy avanzados de psicología, según consta en su currículum. Si bien no llegó a ejercer, estuvo realizando numerosos estudios.
Marcio asintía con la cabeza, cada vez que Crocco lo miraba.
-Es autor de varios libros relacionados con la química del cerebro. Pero lo más significativo, fue su estudio referente a la presencia de "Patrones genéticos en el comportamiento del individuo marginal". Procuramos acceder a la obra de inmediato, pero nos costó. Hasta que finalmente tuvimos contacto con ella y nos pareció un trabajo compacto, sólido.
-Me alegra que finalmente hayan podido acceder; es un halago.
-Esto lo convierte en un ser versátil, idóneo en las dos áreas más importantes del Proyecto -apuntó Crocco y se acomodo en su sillón-. Quiero que trabaje con la Dra. Sales, experimentando sin pausa.
Abrió uno de los cajones del escritorio y sacó un microordenador. Ingresó unos códigos, con los cuales obtuvo otros que le ayudaron a abrir una caja de seguridad. Mientras le hablaba extrajo de esta unos folios que le entregó.
-Aquí están todos los ensayos realizados y es justamente donde hay que experimentar. No hay plazos, simplemente hay que investigar, ensayar, descartar. No importa si fracasamos; el gobierno nos solventa -finalizó con una fingida sonrisa.
-De tener alguna duda, el auxiliar del antiguo investigador le ayudará.
-¿Qué pasó con él? Si no es indiscreción preguntarle.
-¿El auxiliar...? Sigue en el Proyecto.
-No le hablo del antiguo...
-¡Ah! -cortó Crocco -está colaborando con el Proyecto de una manera más... en otra área, digamos.
Se vio algo incómodado con la pregunta Crocco, quien luego de despedir a Marcio se sumergió en sus papeles. El profesor volvió al laboratorio donde trabajó solo en un area nueva del Proyecto. Pasado el mediodía fue hacia la sala de experimentación uno, para reunirse con Crocco.
Luego de cruzar casi toda la extención de la planta y bajar tres pisos del sub suelo, llegó acompañado de dos custodias fuertemente armados. No entendía el por qué de tanta vigilancia allí abajo.
-Depende de usted y de toda su capacidad... -introdujo misteriosamente Crocco una vez que llegaron hasta él y comenzaron a caminar-. Lo que verá a continuación será su prueba final en la planta...
Caminaban por un largo pasillo atravezando gruesas rejas cada 50 metros. Crocco seguía hablando, mientras el silencio y la insertidumbre despertaban cierta inquietud y nerviosismo en Marcio.
-...También dependera de las concepciones científicas que tenga. Le rogamos una vez más que haga a un lado su fibra íntima y se apreste, lo antes posible, a trabajar sobre lo que le encomedaremos. Tendrá un paciente muy especial para tratar y ha sido elegido bajo los más estrictos criterios de acuerdo a su nivel intelectual. Pudo haber sido una pieza fundamental en el Proyecto, pero, justamente de eso se trata este campo de investigación. Sacrificamos, balga el término, a los individuos más idóneos, para quedarnos con su materia prima, fundamental para nuestros intereses: sus cerebros. De modo que, la selección lleva aqui dentro de la planta, el uno por ciento del tiempo que nos insume seleccionarlos fuera de ella. Usted ha salido favorecido Sr. Marcio Cosio -pronunció antes de abrir la puerta blindada a la que llegaron-. Aquí está su paciente.
Al abrir el compartimiento, varios metros adentro y detrás de un vidrio, caminando, desvariando y golpeándose contra las paredes y desnuda; estaba Dra. Diana Sales.
Datos del Cuento
  • Categoría: Terror
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