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Categoría: Hechos Reales

Como todas las mañanas.

Como todas las mañanas.




Como todas las mañanas, estoy esperando a que pase la micro, la que me lleva hacia mi pequeño mundo, al lugar en el que preferí estar por una cuestión de inercia, es como dice cortazar: aprendes a aceptar la vida tal como es, pero sin aceptarla de manera voluntaria, solo la aceptas sin darte cuenta. En eso estoy yo, solo aceptando las verdades que se paran frente a mi, cosas tangibles, nada que pudiera alterar el orden de las cosas en mi angosta visión, claro, ¿para que querría cambiar?, si es tan fácil estar así, aceptando todo lo que los demás ponen frente a mí.
Estoy tan absorto en mis pensamientos que no me doy cuenta cuando pasa la micro, por un momento me resigno a perderla, pero de manera repentina esta se detiene para recoger a un pasajero, claro, el chofer abre las puertas traseras, para no demorarse en su andar, subo, después de la persona por la cual el bus se detuvo, escudriño en mis bolsillos para encontrar las monedas necesarias y pagar el valor del pasaje, se lo paso a un pasajero para que este se lo de a otro y este a otro y así, hasta llegar al chofer, ya que el vehículo esta repleto en su capacidad y sería muy difícil ir hasta donde esta el, claro, el pasajero recibe mis monedas pero me doy cuenta de que no le gusta mucho hacerlo, de todas formas solo se limita a enarcar las cejas y pasarlo a otro, yo no le doy mucha importancia, en vez de eso me concentro en el pilar del cual estoy aferrado. Alcance a subir, pero quede en un mal lugar de la micro, la escalera, de todos modos eso no es un problema, aunque igual alzo la mirada para ver si me puedo acomodar en una plataforma mas alta y segura, cuando miro hacia arriba te descubro, ahí estas, tan hermosa y pequeña, parada frente a mi y yo sin siquiera poder prepararme para este encuentro, enfrentándome con tu mirada y sometiéndome a ella, siento como mi corazón, por espacio de unos segundos, se detiene y mi respiración se entrecorta, también los lóbulos de mis orejas sucumben a tus encantos y siento como el calor de mi vergüenza las consume, después se extiende a todo el pabellón y antes de poder controlar esta sensación, mi corazón vuelve a retomar su funcionamiento, pero de manera errática, ahora parece que fueran mil tambores los que retumban en mi pecho. Te veo tan grande e inalcanzable, sobre todo desde esta perspectiva, yo me encuentro un peldaño mas abajo que tu, aunque se que soy mas alto, pero si estuviera en el mismo piso que tu, igual tendría esa sensación de insignificancia frente a ti. Mi rostro esta a la altura de tu pecho y fantaseo en poder cobijarme en el, es como cuando estoy en mi cama sin hacer nada, ni siquiera dormir, y acomodo un par de cojines para apoyar mi cabeza e imagino que estos son tus piernas y que al levantar la mirada me podré encontrar con tus ojos, es delicioso ese placer de fantasear, aunque ahora me cuesta mucho hacerlo, ya que tu estas allí, tan real, como siempre e querido verte. Un pasajero se va a bajar de la micro, y lo va a hacer por mi lado de la puerta, donde estoy aferrado a los pilares, sin pensarlo mucho me subo al escalón donde tu estas en vez de bajar para abrirle paso al tipo que va a abandonar el bus, creo que aunque lo hubiese meditado por un momento, igual hubiera tomado esa decisión, cuando subo me acerco a ti y siento el calor de tu respiración que golpea mi cara, yo trato de apoyarme en otro pilar de la micro para tener mejor estabilidad, y al hacerlo rodeo tu cintura sin querer, tu me miras y yo siento que me pierdo en tus ojos, tienes una carita pequeña y unos grandes y hermosos ojos, es como en la canción de Jorge González, Que dice: tienes la carita de gato, mas bella de este lugar…
Pienso que esta tiene que ser la oportunidad para terminar con mí miedo a enfrentarme a la realidad, a las cosas que deseo y dejar que de creer que todo me va a salir mal por el echo de ser yo el que las hace. Tomo una decisión y creo que ya se lo que haré, te diré todo, como que me sometes con cada mirada, y que cuando te veo, el mundo se convierte en algo tan vano como yo mismo y que cualquier cosa sería preferible a quedarme con esto que siento aquí dentro, ya que cuando uno se guarda esas cosas que son realmente importante y no las dice, a la larga esto te llena de amargura y penas y te sientes tan vacío que cuando miras al espejo no ves nada, solo un remedo de ti mismo.
Pero cuando mi débil voluntad se decide por fin a tomar una decisión, tu me miras nuevamente, alzas tu mano derecha y tiras del cordel que hace funcionar la campanilla, para informar al chofer que un pasajero va a bajar y detener así la maquina, veo que tus labios se separan lentamente y con una sola palabra desbaratas mis estrategias cobardes, permiso- dices, mirándome a los ojos, yo me abro hacia un costado y tu pasas, las puertas se abren, el bus se detiene y tu te bajas, yo te miro desde arriba y tu me das la ultima mirada desde abajo de la micro, en tu expresión veo lastima, pena y resignación y yo se que e provocado todo eso en ti. Pienso que debería bajar y correr y atropellarte con mis emociones que de algún modo se que son también tuyas, tal vez tu sientes mas esto que yo, quien sabe, pero mi cabeza se confunde nuevamente en esta maldita inseguridad, esta telaraña tejida por mi mediocridad. La micro se aleja cada vez mas, mi corazón toma un ritmo mas normal, un pasajero desocupa un asiento y yo lo tomo, abro mi mochila y me coloco los audífonos del personal, esta sonando Don´t Panic de Coldplay y pienso: “NO TENGAS PANICO”.




El vaivén de la micro me hace retomar el autómata sentido de mi viaje, hacia allá, al pequeño mundo de donde nunca voy a salir, o tal vez si, quizás, todo depende, si tomo la decisión y me atrevo a vencer a mi peor enemigo, yo mismo. Mientras espero a que el tiempo me deje en mi destino, pienso y planeo estrategias, esas cobardes estrategias, con las que intentare convencerte de que puedo ser mas de lo que tu vez, claro que lo haré, cuando vuelva a enfrentarme a ti, mañana por la mañana, en nuestra rutina muda y circular. Solo debo esperar a verte, cuando comience el día, a primera hora, como todas las mañanas.


Dedicado a Cathy


El cuervo__
Datos del Cuento
  • Autor: El cuervo
  • Código: 5016
  • Fecha: 27-10-2003
  • Categoría: Hechos Reales
  • Media: 6
  • Votos: 38
  • Envios: 0
  • Lecturas: 3611
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