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Categoría: Educativos

Como papel arrugado

Mi carácter impulsivo, cuando era niño, me hacía reventar en cólera a la menor provocación. La mayor parte de las veces, después de uno de estos incidentes me sentía avergonzado y me esforzaba por consolar a quien había dañado.

Un día mi maestro, que me vio dando excusas después de una explosión de ira, me llevó al salón y me entregó una hoja de papel lisa y me dijo: ¡Estrújalo!.

Asombrado, obedecí e hice con el una bolita.

Ahora -volvió a decirme- déjalo como estaba antes.

Por supuesto que no pude dejarlo como estaba, por más que traté, el papel quedó lleno de pliegues y arrugas.

El corazón de las personas -me dijo el maestro- es como ese papel... La impresión que en ellos dejas, será tan difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues.

Así aprendí a ser más comprensivo y más paciente; cuando siento ganas de estallar, recuerdo ese papel arrugado.

La impresión que dejamos en los demás es imposible de borrar. Más cuando lastimamos con nuestras reacciones o con nuestras palabras. Luego queremos enmendar el error, pero ya es tarde.

Alguien dijo una vez: "Habla cuando tus palabras sean tan suaves como el silencio".

Por impulso no nos controlamos y sin pensar arrojamos en la cara del otro palabras llenas de odio y rencor, y luego, cuando pensamos en ello, nos arrepentimos. Pero no podemos dar marcha atrás, no podemos borrar lo que quedó grabado.

Muchas personas dicen: "Aunque le duela se lo voy decir"..., "la verdad siempre duele"..., "no le gustó porque le dije la verdad"..., etc, etc.

Si sabemos que algo va a doler, a lastimar, si por un instante imagináramos cómo podríamos sentirnos nosotros si alguien nos hablara o actuara así... ¿lo haríamos?

Otras personas dicen ser frontales y de esa manera se justifican al lastimar: "Se lo dije al fin... para que le voy a mentir..., yo siempre digo la verdad aunque duela"...

Qué distinto sería todo si pensáramos antes de actuar, si frente a nosotros estuviéramos sólo nosotros y todo lo que sale de nosotros lo recibiéramos nosotros mismos ¿no? Entonces sí que nos esforzaríamos por dar lo mejor y por analizar la calidad de lo que vamos a entregar.
Datos del Cuento
  • Categoría: Educativos
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Comentarios


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1 comentarios. Página 1 de 1
Lucy
invitado-Lucy 09-01-2003 00:00:00

Felicito al autor de este cuento ya que su enseñanza es una gran verdad. Muchas veces no entendemos la magnitud del daño que pueden hacer nuestras palabras en los corazones de otras personas. Son heridas que no se borrarán jamás.

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