...Otra noche hermosa en la que me puedo sentar al lado de la soledad e invitar a la muerte a compartir la sublimidad del vino, y disfrutar una vez mas del frío quien parece ser el único que abriga mi existencia. El momento fue preciso y le preguntó a la sublimidad del vino:
- ¿No sé si es tu opulencia, es que estás más grandiosa que la muerte?. - a lo que rápida y sensualmente repuso la muerte.- - Es que hoy estoy dentro de ella. - Asintiendo la sublimidad del vino con el gesto -.
El viento robando el movimiento a los árboles, empujó fuerte al frío susurrándole
- Acarícialos, que ahora engendro el fuego.
Y llegó la opalescencia de la vida sudando gruesas gotas de sangre y con los dedos manchados de puertas de ataúd dijo para sí
- Estoy sucio.
Y el fuego al verla con tal ardor abrió sus brazos y dijo - ¡Ven a mí!
Lanzándose la vida, corrió detrás de ella la muerte, mientras el ardor se quedó afuera besando la sublimidad del vino.
Mientras el vino revoloteaba con mi sangre, mi subconsciente, me salieron dos o tres ideas y aunque me paré rápido no pude alcanzarlas, y las vi desaparecer en el horizonte, al que extrañamente no vi moverse para nada.
¿Qué pensará la mañana cuando llegue y vea toda esta oscuridad?, ¿Quién sabe si los árboles cómplices que guardan oscuridad bajo sus hojas digan algo al respecto?, aunque el respecto ya lo sepa todo, testigo de la violencia de la mañana. Y ahora, con todo este jugueteó olvidé lo que venía a hacer, bueno será otro día, de todas formas no era importante.