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Cansado

Caminaba solo por las estrechas veredas andinas de Arequipa, su meta era Abancay donde se reuniría con Pame, Sussy y Lita.
Ciertamente que la altura alteraba su metabolismo y en más de una ocasión perdió la orientación siendo que el follaje le jugaba raras situaciones que lo hacían caminar en círculos sin que se percatara, trance que abandonaba al recuerdo de los comentarios de Pame que siempre que tenia la oportunidad pregonaba voz en pecho las artes de las que se valía para orientarse aún en parajes totalmente desconocidos para ella.
Su método de orientación le resultaba infalible y fue tantas veces que Chellín lo escuchó que se lo grabó con más firmeza que su mismo nombre; Marcello Santiago Villegas Rosales.
 ¡Uf! Está muy largo.
Dijo para si mismo.
 ¿Cómo se les ocurrió a mi mama y a mi papa combinar un nombre italiano con un español? Bueno al menos los dos son latinos creo que así es mejor que sí lo hubieran hecho con nombres sajones o galos o suecos o rusos.
Aunque hubiese preferido algo azteca yuxtapuesto al quechua.
Tal vez Moctezuma Yupanqui, si, suena bien, me gusta.
En esas cavilaciones estaba, caminando casi como autómata cuando empezó a escuchar un raro y melancólico canto acompañado de lastimeras notas provenientes de un arpa.
Con ambos brazos apartó lentamente el ramaje tratando de abrirse paso en la espesura del follaje, tratando de evitar hacer el menor ruido, avanzó sigilosamente cual felino al asecho y a escasos veinte palmos se abrió un claro al que se filtraban los rayos del sol en perfecta vertical. Su interés se distrajo u momento al observar y mentalmente ubicar el medio día que a no ser por lo frondoso del ramaje de las florestas, no habría sombra alguna.
Repentinamente el silencio el silencio que por instantes acalló todo ruido, todo trino, toda nota proveniente de lo que su mente aseguraba era un arpa.
Efímero fue el mutismo pues el bosque empezó a seguir las notas que cual director condujeron a todos los susurros a interpretar una rara armoniosa composición, las flores emprendieron a cantar y cual coro vocalizaron las siguientes trovas;

Un dolor jamás dormido,
una gloria nunca alcanzada,
una llaga siempre abierta,
es amar sin ser querido.

Corazón que siempre fuiste
bendecido y adorado,
tu no sabes, ¡Ay! lo triste
de querer sin ser amado.

A la puerta del olvido,
llama en vano el pecho herido;
muda y sorda está la puerta;
que una llaga siempre abierta
es amar sin ser querido.

Encaramado en lo alto de una roca de la misma contextura a las utilizadas en la construcción de Machu-Pitchu, lo cual no había visto en todo su trajinar, Chellín vio algo lo más parecido a un gnomillo vestido con overol azul y que se cubría de los candentes rayos del sol con una gorra que ostentaba el logo de Sony y sosteniendo una arpa que por el tamaño más parecía una lira, con una cara de pesadumbre y languidez que rayaba casi en el llanto, derramaba casi desmayadas sus tonadas.
Así siguió en su romántico y melancólico y a la vez alicaído cantar sin percatarse de la llegada de Chellín.
 ¿Es verdad que no eres correspondido?
 ¿? ¡Ejem, ejem! Perdón no me he percatado de tu presencia, perdón.
 No tienes por qué disculparte, por mi puedes seguir canturreando tu canción, que aunque triste me parece muy bella a pesar de que siendo sincero tu voz deja mucho que desear.
 En eso de la voz si que estoy de acuerdo aunque no es precisamente una canción.
 ¿Entonces qué es?
 Es la historia de mi vida
 ¿Cierto?
 Tan cierto como que me llamo Pó. . . ¡Glup! Perdón, Poncho, si eso es, me llamo Poncho.
 ¿Poncho? Aquí es una especie de cobija, algo así como un jorongo para Pame.
 Bueno así me dicen pero mi nombre es Alfonso, si eso, eso; Alfonso.
 ¡Ah! Y tu cómo te llamas
Preguntó con una expresión disfrazada, como sí no conociera perfectamente el nombre de Chellín.
 Yo soy Chellín
 Ja, ja, ja.
 ¿De qué te ríes?
 De que Chellín es una moneda en Inglaterra.
 Bueno, bueno en eso tienes razón, Chellín es mi sobrenombre, digamos que de cariño, así me dicen Norsi-Bo Y Pame Aunque pensándolo bien Pame siempre me llama por mi nombre; Marcello, dice que para hacer juego ella cambió su nombre
 ¡Ah! ¿Si? Y a qué lo cambió.
También fingiendo no saber lo que preguntaba.
 Pues siempre ha sostenido que su real y verdadero nombre es; Pamella que hace juego con Marcello.
 Ja, ja, ja. Pues si que riman.
 Bueno, lamento haber interrumpido tu tristeza pero me habrás de perdonar ya que tengo que proseguir mi camino pues sucede que tengo que llegar a Abancay a reunirme con Pame, Gussy (Con doble “ese”) y Lita. Te aclaro que Pame es Pamella, Gussy es Sussana y Lita es Estela, pero así les decimos de cariño o para acortar sus nombres, ya ves que somos medio flojos para eso de hablar.
 Si, si claro, lo entiendo. ¿Y quiénes son ellas?
 Pame es mi prima favorita, a veces mayor que yo, a veces menor que yo, depende de las circunstancias y de la situación.
 Pues así son las mujeres.
 ¡Ajá!
 ¿Y Sussy y Lita?
 ¡Ah! Pues ellas son dos estudiosas de las culturas mesoamericanas y se encuentran en estas tierras desarrollando una investigación cuyo resumen les permitirá obtener el grado de Doctor en Antropología y vienen auspiciadas por la UNESCO.
 Ah bueno. Pero ya es algo tarde y no dilatará en anochecer y has de saber que las noches en estas alturas son muy frías.
 Si, lo sé, aunque la ventaja es que las noches son muy cortas pues acá es verano mientras que en St. Paul es todo lo contrario.
 ¿St. Paul? ¿Dónde esta eso?
 Muy al norte de aquí y es propiamente la misma “Congeladora del Mundo” y allá si que hace frío. Mira son casi las ocho y media de la noche y el sol brilla aún en el horizonte.
 Pero te puedes desorientar
 No hay problema, Pame me ha enseñado a ubicar las estrellas y has de cuenta que camino a plena luz del día.
 Pero puedes tropezar.
 Pues al decir que camino a plena luz de día, me refiero que por ser noche de luna llena, los senderos están perfectamente iluminados
 Pero te puede atacar una fiera.
 ¡Ja! Conque no sea un búho ya que los felinos duermen reponiendo fuerzas para su cotidiana caza diurna.
 Pero no has comido.
 No hace falta ya que a mi paso he encontrado cantidad de frutos silvestres que han saciado mi hambre.
 ¿Y me dirás que también Pame o Pamella te ha explicado eso?
 Por supuesto, o crees que casi toda su vida se la ha pasado en los Scouts en ineficazmente. Así que me disculpas. Fue un placer.
Y Chellín puso marcha en su plan por llegar a Abancay.
 Pero, pero.
Pócolo quedó más triste que su canción ya que su verdadera intención era descansar cuando menos esa noche y pensó;
 No cabe duda que mis cuatrocientos años ya me están pesando. ¿O son ochocientos? ¡Qué sé yo! Ya perdí la cuenta.
 ¡Espera, espera!
Gritó tratando de detener a Chellín y en un pestañear apareció delante en la vereda por la que había tomado camino con su gran zanco.
 ¡Espera, espera! He de contarte de lo que en estos comarcas sucede.
 Pero es que mi deseo es proseguir.
 No te preocupes que no tardo, mientras te ofrezco agua fresca que te reconfortará y dará nueva vitalidad para que sigas con tu caminata.
Dicho esto, se volteó y como por arte de magia tomó una hoja grande de una planta que no era típica de esas alturas pero que hizo aparecer, hábilmente hizo una especie de bandeja de forma similar a un cacillo y acercándolo al hueco en el tronco de un árbol hizo que se llenara de agua tan cristalina que titilaban brillantes fulgores al reflejo de las estrellas y qué decir de su sabor, solamente había probado algo parecido y tan exquisito en la ocasión que incursionó, desde luego acompañando a Pame, por la Laguna de Catemaco.
Sucedió que posterior a las obligada visitas tan paradójicas como pueden ser la visita al Templo de Nuestra Señora del Carmen y el paso obligado a realizarse una “Limpia” con Ramón, afamado Brujo decano en su gremio por lo que se le brindaba el mote de “Brujo Mayor” como preámbulo a la visita al cocodrilario, y una caminata de cuando menos una hora no tanto por la distancia como por la curiosidad e interés de Pame que casi a cada paso ya fuera por la fauna o por la flora del lugar, se encontraron de sopetón con unos localidades prolijas ya que era un autentico oasis dentro de la más exuberante vegetación. No era otra cosa que un manantial, el nacimiento de la famosa y curativa Agua de Coyame.
Ahora el delicioso sabor acudía a su mente a través de sus papilas tanto gustativas como olfativas.
No resistió el ofrecimiento de Pócolo y gustoso probó un primer trago y otro y otro hasta saciar su sed así como que hasta ese momento no se había percatado que cierto sueño lo invadía, los párpados le empezaron a pesar y el recuerdo lánguido de la tonada de la canción escuchada, lo fueron hundiendo en apacible y reparador sueño que sin darse cuenta lo transportó a un estado de serenidad y sosiego que en breve resarciría y pródigamente los arrestos invertidos en su avidez por avanzar a su cometido.
Sin embargo, fue Pócolo el que más gozó el momento y no bien pudo haber cerrado los parpados Chellín, que él mismo se arrellanó en un recoveco del ramaje y más dilató en pensarlo, y vaya que sí que es rápido el pensamiento, que en quedar profundamente dormido.
Así transcurrieron cuatro horas en el más etéreo silencio ya que Pócolo se encargó de tender un escudo protector para lo cual apeló a sus canonjías cabalistas, recurso para el cual puso en practica todos los conocimientos y experiencias adquiridos a través de casi ocho milenios y así quedaron total y completamente aislados y blindados no digamos de las fieras o del frío sino de las molestas “Chirininkas", tremenda y pequeña mosca azul cuyo pasatiempo favorito al parecer consiste en volar cerca del oído de cuanta persona se atreviese a cruzar las veredas, que aparentemente considera como propias y que es capaz de llevar a la desesperación con aquel tan molesto y peculiar zumbido adormecedor tanto o más que un discurso de Bus y a esto había que añadir las mordidas que al vuelo se dignaba asentar en el rostro del desgraciado peregrino que tuviera la debilidad de abandonarse en brazos de Morfeo y descuidar su físico en pos de la recuperación de energía. El rostro del desventurado quedaba peor que una escultura de José Luis Cuevas y esto aunque difícil de creer ya es mucho decir.
Era tal el cansancio de Pócolo que ni siquiera se dio el gusto de sacar de su imaginario morral su pipa favorita una autentica joya artesanal que había salido de un pedazo de madera en extremo dura conocida como “Palo Fierro” oriunda del noroeste de México, más preciso del Estado de Sonora. Material este que no en vano su nombre, sucede que gran cantidad de herramientas pierde su filo al intentar atacar su corteza para eliminar el material sobrante y dejar descubiertas verdaderas bellezas zoomorfas que son la admiración de propios y extraños.
Bueno sucede que Pócolo jamás rellenó la mencionada pipa y desde luego menos encendió picadura de tabaco alguno.
En una de sus correrías en las que obviamente, cuidaba a algún ancestro de Chellín, fueron a dar, aunque no casualmente, a un asentamiento rural en un paraje conocido como “Desemboque”, lugar de pernocta de una tribu semi-nomada conocida como “Seris”, pueblo que aprovechaba la benevolencia de la brisa marina para soportar el caluroso verano típico de la región.
Efectivamente, en esa visita de Pócolo se las arregló y tomó prestado el cuerpo de un ingeniero que a la postre llegaría a ser el mismísimo abuelo de Chellín. ¡Si!, nada más ni nada menos que Norsi-Bo
Estrella es el nombre del serí que cumplía como tesorero del agrupamiento y que mostró cierta empatía con el abuelo de Chellín, bueno con Pócolo en el cuerpo de Norsi-Bo que aunque le quedaba bastante grande la carrocería se las arreglo para mover la masa que cuando menos era dos veces más alto, dos veces más ancho y dos veces más grueso por lo que en realidad tuvo que desplazar ocho veces su capacidad normal aunque considerando sus dotes hechiceriles tuvo que recurrir a todo su “Ki” para no descubrirse ya que al menor asomo de debilidad hubiera tenido que abandonar su vehículo que representaba realmente a un “Vochito” moviendo a un Caterpilar y eso es casi imposible.
Pues bien estuvieron platicando de un y mil temas y así transcurrió desde el alba hasta el ocaso siendo que al despedirse Estrellita le obsequió una pipa que inició a tallar a temprana hora, unos minutos después de la llegada al campamento seri. Transcurrieron horas y en ningún momento dejó de mover y aplicar herramientas a cual más rudimentaria para que al final quedara la pipa, obsequio que nunca recordó Norsi-Bo pero que Pócolo guardó con extremo celo a la vez que orgullo y que era su gusto solamente colocarla en posición clásica de fumador pero sin exhalar la mínima voluta de humo por la razón anteriormente acotada.
Una vez reparadas las fuerzas, tanto Chellín como Pócolo se despertaron al tiempo de poder admirar y gozar el singular espectáculo que conformaban las gotas de rocío colgando del follaje y que al quedar expuestas a la salida del sol formaron una sinfonía de broqueles diamantinos que irisaban tornasolados resplandores que colmataron de complacencia a los madrugadores peregrinos. . .
 ¡Ejem!
Carraspeo Chellín
 ¡Vaya! Me quedé dormido.
 Entiendo que yo también.
Desperezándose Pócolo, estirando ambos brazos a la vez que soltaba una expresión de bostezo.
 Manifiesto que al fin te saliste con la tuya y no me permitiste avanza r anoche, las chicas deben estar preocupadas.
 Preocupado deberías estar tu ya que como podrás darte cuenta, saliendo de este claro y al adentrarte en el bosque la maleza habría evitado que te advirtieras que sin verlo el suelo desaparece de súbito pues hay una despeñadero de cuando menos un centenar de metros y que por mucho que hubiera iluminado la luna llena de anoche no lo hubieras apreciado y muy probablemente el medico que te estaría auscultando y eso en pedacitos sería un forense.
 ¡Chistoso! Tu boca se queme con Mate y Coca hirviendo.
Se volteó Chellín a reprocharle la broma de mal gusto pero, se encontró solo.
 ¿Solo? ¡Poncho!, ¡Poncho! No juegues, o te escondas.
No era posible que hubiera desaparecido tan rápido ya que menos de un segundo antes estaba a su lado.
 ¡Poncho!, ¡Poncho!
Por más que gritó no obtuvo respuesta y por más que buscó, o encontró según él mismo a Poncho y que en realidad se trataba de Pócolo que escondido y confundido en camuflaje perfecto con las ramas de elevada conífera reía en silencio y decía para si mismo:
 Ve tranquilo Chellín que siempre estaré a tu lado cuidándote.
 Chellín rápidamente se orientó y reemprendió su caminata rumbo a Abancay donde Pame, Gussy y Lita ya le preparaban un descomunal almuerzo sabiendo que de muy buen comer.
No tardó en arribar y fue acogido con amplias muestras de cariño, afecto y ternura a la vez que Lita le comentaba.
 Nos tenías preocupadas, sobretodo porque ibas a pasar por “El Salto de la Alpaca”.
 ¿“El Salto de la Alpaca”?
 Si una falla geológica que genera un precipicio de al menos una centena de metros y que solo los guías muy experimentados reconocen y pueden sortear.
 Pues otro poco y lo iban a conocer como “El Salto de Chellín”
 ¿”El Salto de Chellín”?
 Si pero esa es una historia medio larga y yo tengo hambre
 Que alegría que decidiste descansar, ven te preparamos tu almuerzo favorito, un platón con fruta que acabamos de cortar.
 Mm. Eso si que suena bien ¡Vamos! Y mientras les contaré lo que me pasó y trataré de recordar una canción que aunque triste me gustó bastante.
 ¡Vamos pues!
Los cuatro se adentraron en la cocina donde un fogón de leña emitía resplandores que iluminaron la esquina superior de la estancia y sin que alguien lo notara Pócolo se disponía a dormir mientras estuvieran juntos ya que sabía que no tararían en planear otra aventura.
 Come, come Chellín que buena falta te hará para su siguiente aventura.

julio 2 de 2008
Datos del Cuento
  • Categoría: Infantiles
  • Media: 6.14
  • Votos: 74
  • Envios: 0
  • Lecturas: 6113
  • Valoración:
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