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BARRIADAS

Estaba sentado, contento, pleno, como sabiendo que todo está a velocidad constante, con rumbo seguro y con un brrillante porvenir. Cogí mi libro, "Las armas secretas" de Cortázar. Maravilla de relatos, sobre todo uno con el cual me identifiqué, llamado: "El perseguidor", basado en la vida de Charly Parker, genio del Jass... Qué maravilla, qué oscuro, qué continuo y punzante escritor. Si alguna vez me preguntasen: Cuál es el mejor libro y el mejor autor; tendría que decir la verdad: "El último que leí".

Una manera de disociar mi demencia apasionada de lector, es escribir o contemplar la vida con sus detalles, sus simplezas, su desorden natural contra el orden matemático del hombre... La vida misma es más inverosimil que la imaginacion, pues tiene de su lado todos los cortes de la creación, con sus sonidos, con sus colores, con su simpleza que inspira hasta a los hombres mentalmente más encajonados.

Yallí me encontraba, leyendo... Cada artista no es un ser "normal". Ve el mundo tan diferente, percibe cosas que uno no puede contemplar... Una especie de ángel encerrado en una jaula con barrotes de fuego, y a través de su arte puede viajar y llevarnos hacia aquello tan inasible como el colorido, sonoro y mágico "instante"... Carambas. No deseo escribir algo metafisico, ni nada cuadriculado que enrede aún más las mentes sanas...

Como les contaba, así me hallaba, sumergido en las letras de Cortázar, con unas copas de vino, queso... y más solo que un hongo; cuando los ruidos de dos personajes arrastraparon mi atención. Solté mi libro y ante mis ojos y en la puerta de mi bodega estaba dos entes indeseables. Si, alli estaban como siempre las escorias de la ciudad, llamados: "Los fumones".

- ¡Ahí está mi papi! ¡Papi! Papi, unas galletas pe papi... ¡Algo! Lo que sea tu voluntad que diocito te lo va ayudar... Papi... - dijeron estos.

- ¡No estoy! Por qué siempre llegan cuando estoy leyendo... No jodan pe, ¡Vengan más tarde! que les daré sus galletas... - les dije, sin mucha convicción.

Se colocaron en la entrada de la bodega, y mientras esperaban sus galletas, conversaban acaloradamentede algo que llamó mi atención...

- Ya se sabía, ya se sabía, puta que estaba más visto...

- El día anterior la gente del barrio le pasamos el dato, lo letreamos bien firme, pero él... parecía que tenía los oidos embargados...

- Ya se sabía, ya se sabía, y, así es la joda... así...

Esas palabras me ilustraban de un acontecimiento interesante y atractivamente curioso... Me paré ante ellos, y mientras les entregaba sus galletas aproveché en preguntarles de aquello para satisfacer mi curiosidad.

- ¿Qué ha pasado?

- ¿Ah? - respondieron.

- Si, de qué están hablando? - insistí.

- Nada papi, nada, nada...

- Cómo que nada, no seas bruto que yo orejas tengo y, aunque no soy chismoso, soy curioso... ya pe, anda, cuenta, que es sólo para mí... - le azoré.

- Nada tío, nada... Solo que hay... este, había un pata del barrio que chocaba con todo el mundo tío, con todos... Ese huevón, era... nada tío, nada...

- Qué... Se lo llevó la mierda... - le arranqué las palabras.

- Claro pe tío. Se fue con San Pedrito, a ver si allá encuentra a quién joder.

- Y, ese huevas, ¿qué carajos hacía? - pregunté.

Los dos drogos, con los rostros secos, bronceados y la piel bien pegada a sus huesos. Me miraron de frente, pareciéndose a los gallos con la cresta y las plumas listas para atacar o esperar la embestida...

- Puta tío, puta madre... Ese, ese huevón... Mira tío, ese huevón paraba sentado todo el día en la puerta de la bodega, y el pendejo apenas veía a un niño, a una vieja o viejo, a un enfermo, a una tía, el mierda salía disparado como una bala y les arrancaba lo que llevaban puesto..., y si se le hacían la guerra, ese huevas les pegaba como entenado... Puta tío, daba colera verlo a esa mierda haciendo su mierda por todo el barrio....

- El barrio donde vivimos es bien picante tío. Le dimos su "chiquita". Le hablamos bien firme, pero esa mierda seguía en lo mismo... hasta que, puta tío, puta, nada, nada tío... nada.

- Qué... No me digas que lo mataron en el barrio... - pregunté.

Asintieron. Luego, se quedaron mirando no sé hacia donde, pero parecia como quien navega en las profundidades del océano... como buitres silenciosos mirando la orilla desde lejos, buscando su arrabal, su lugar en este mundo...

- Así es tío, así es... Un día llegaron los palomillas. Lo llevaron a la playa y, y... le metieron más punta... que lo dejaron como coladera de chifa, y nada tío, nada. El huevón quedó allí... suelo, suelo tío, suelo, allí... en la playa. Y fijese que ni la playa se lo quizo tragar... Seguro que en el otro lado encontrará a quien joder... quién sabe, pero... allí tío, allí se quedó con los cangrejos, los buitres que le bailaban y cantaban para luego tragar su carroña...

Sin decir nada mas, los fumones se pararon, me agradecieron las galletas, y se alejaron de mi vista, parecían como calaveras animadas arrastrándose hacia sus nichos....

- ¡Oye! Dime una cosa mas... ¿Cómo se llamaba ese pendejo, el que murió? - pregunté.

Se acercaron avidos. Suponían que les iba a dar mas galletas, pero sonrieron forzadamente como diciendo: "Ah, eres un tío gracioso".

- !Angelo!... - dijo uno de ellos. Su voz parecía como si fuera el nombre de un plato delicioso que hubiese probado.

- ¿Y, quienes le dieron el pasaje?

Dejaron de mirarme. Sus cuerpos parecían de piedra, duros, mudos, como esos ancianos hastiados de vivir y hablar... Luego, rompieron sus pétreas figuras, cogieron sus paquetes, sus bolsas y silenciosamente reanudaron su oscura marcha...

- ¡¡Oye!! ¡¡Quienes fueron...!!

Uno volteó. Me miró directo a los ojos como un fierro caliente y sentí un escalofrío en la médula... Sacó de no sé donde un cuchillazo más grande que su brazo y comenzó a banderearlo por los aires...

- Este tío... Sólo este fue, y, le sacó todo el jugo de tomate hasta dejarlo amarillito, seco... - Se dio media vuelta y desapareció por los grises arenales de la ciudad...


Joe 17/01/04
Datos del Cuento
  • Autor: JOE
  • Código: 6580
  • Fecha: 18-01-2004
  • Categoría: Urbanos
  • Media: 5.4
  • Votos: 53
  • Envios: 0
  • Lecturas: 2997
  • Valoración:
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