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Categoría: Terror

Aquella fatídica noche

Nunca creí en las folclóricas historias de mi padre, que intentaba llenarme de pánico(eso pensaba yo)con la única intension de mantenerme cerca de nuestra vieja casa de campo. Él insistía en que no debía alejarme de la luz de nuestro hogar despues de que el sol terminara de ocultarse.

Tales historias lograron su efecto durante mis primeros años de vida. Lástima que no hubiera durado para siempre. ¿Acaso ustedes no sintieron en su adolescencia ese deseo incontrolable de desafiar el peligro? Pues yo tambien tuve 15 años... que insolente fuí! cuánto desearía haber atendido a las advertencias de mi padre! Cuánto deseo ahora que nada de ésto hubiera sucedido!

Una brumosa tarde de otoño, mis dos mejores amigos -que eran como hermanos para mí-, mi hermana y yo esperábamos a mi padre en nuestro frio apartamento. Le prometimos acompañarlo esa noche a la casa de campo para traer algunos libros que necesitaba el día siguiente y desempolar un poco la vieja cabaña que no había sido visitada por nosotros desde hacía unos cuantos meses. Llegaría de su trabajo en una hora y nos había pedido tener nuestro equipaje listo, lo cuál habíamos hecho ya desde muy temprano.

El tedio de haber permanecido el día entero frente al televisor nos llevó a tomar la absurda desición de coger el otro auto de mi padre y viajar a la cabaña antes que él. No quedaba muy distante de la ciudad, por lo que acordamos llamarlo a su teléfono celular en el mismo instante en que llegáramos a la cabaña para avisarle que no nos recogiera en el apartamento y fuera directamente a la casa de campo. Eso debía ser en unos cuarenta minutos.

-No creo que le guste mucho la idea de viajar si él- me dijo con mirada un tanto temerosa mi hermanita, que por ese entonces sólo tenía 12 años.

-Tranquila, Maria -le contesté tratando de parecer valiente y decidido- Santiago, Felipe y yo podremos defenderte de los fantasmas que inventa mi padre. ¿Acaso crees todavía que somos unos niños como tú?

Mis amigos rieron y me apoyaron... ese habría sido un buen momento para hacerle caso a Maria.

La puerta del garaje se abrió y conduje el viejo Mercedes modelo 55 de mi padre a toda velocidad, incitado por mis amigos. Los primeros minutos del viaje transcurrieron entre sus risas y las mías mientras María permanecía callada, con su angelical rostro un poco transformado por el susto y la rabia que le producía mi terquedad.

La carretera empezaba a conducirnos por parajes deshabitados. Los oscuros y altos cipreses erguidos a cada lado de la carretera evocaban las historias de mi padre, pero la euforia del momento no me hacía sentir el mismo miedo que Maria. Pobre Maria!¿Cuántos temores escondidos habrán cruzado por su inocente cabeza durante esos crueles minutos de su existencia?

A pesar de tener encendidas las luces de mi auto, la niebla y la oscuridad de la naciente noche no me permitían ya continuar el ritmo del comienzo de nuestro fatídico viaje. Ya no se oían risas dentro del auto, ni voces, ni parecía hacerle mucha gracia a mis amigos que nos encontraramos solos en medio de este lúgubre camino. Sólo de vez en cuando Felipe preguntaba cuánto faltaba para llegar a la casa de campo. Yo me limitaba a decir que en pocos minutos estaríamos allí. La verdad es que sólo trataba de consolarlos...hace un tiempo deberíamos haber llegado. Sin embargo, procuraba mantener la calma.

De repente, sucedió lo que siempre había temido tanto al ver en esas películas malas de terror esa escena que tanto se repite: el auto se detuvo emitiendo el ruido de una máquina sedienta y débil.!Qué estúpido fuí! Nos habíamos quedado sin combustible!

La oscuridad nos rodeaba por completo y pasaron unos cuantos minutos hasta que nuestros ojos pudieran acostumbrarse a ella. Podía ver la cara de temor de mi pequeña hermanita, alumbrada por la luna, creciente en esa noche, mientras me tomaba fuertemente de la mano y me repetía:

-Mi padre vendrá a buscarnos, cierto? No tengo por qué tener miedo...

-Si, Maria. Yo sé que vendrá, tranquila... No tienes por que tener miedo -Pero sabía que estabamos perdidos en el camino y con mi celular descargado no había forma de llamar a mi padre. Sólo quedaba la posibilidad de esperar en el auto o caminar hasta la cabaña confiando en que estaríamos cerca y llamarlo desde allí.

Pasaron unas cuantas horas y nos vimos en la necesidad de abrir un poco las ventanas, aunque nos invadiera el frio. Nuestra respiración dentro del auto había empañado las ventanas y Maria había terminado finalmente por dormirse.

Pero algo interrumpió el sueño de María e hizo que nuestras entrañas se estremecieran de terror:
nuestro auto empezó a temblar, al comienzo con debeilidad y luego con mayor intensidad, como si algo se desplazara bajo nuestros pies. Mís amigos gritaron con terror y María sólo contenía la respiración y sus ojos se abrían de par en par. No puedo describirles el miedo que sentía en medio de esos cipreses amenazantes. Abracé a mi hermana con fuerza. El auto dejó de moverse...

-Qué fue eso!!??- murmulló Santiago.- No puedo agauntar esto ni un minuto más!! Me voyde aquí!!!

Y en ese instante abrió la puerta del auto y empezó a correr por la carretera gritando como poseso. Yo solté a mi hermana- !Cómo me arrepiento ahora de haberlo hecho!- y bajé del auto para correr tras él.

-Cálmate! Ven aquí! No nos debemos separar!

Pero él no escuchaba mis súplicas y seguía corriendo locamente hasta que por alguna razón resbaló y calló en medio de la carretera con fuerza. Me acerqué corriendo para ayudarle a pararse pero había perdido la conciencia por el golpe y su cabeza derramaba mucha sangre. Mi corazón no podía latir a un ritmo más acelerado. Lo levanté con las fuerzas que el pánico me daba y lo llevé con dificultad hacia el viejo Mercedes. Nos habíamos retirado mucho de él y no lo alcanzaba a ver desde ese lugar.

Un grito desgarrador cruzó el aire y estremeció mi cuerpo: Era el grito de mi pequeña hermana!!! !¿Cómo podía haberla dejado sóla?! Corrí con mi amigo en los brazos y mis manos se tiñeron de sangre. Por fin...el auto, podía verlo allí, a unos cuantos metros, en medio de esos cipreses aterradores, con los vidrios un poco empañados.

Mis ojos no podían creer lo que veían: En el asiento de atrás yacía Felipe con el cuerpo retorcido y los ojos desorbitados de terror. Repetía algunos ruidos que no podía- y nunca pude- comprender. La parte de adelante del carro estaba vacía... Mi hermana había desaparecido!!!

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Hace ya muchos años que sucedió lo que ahora les relato. Mi vida nunca fue la misma desde ese momento...Podría decir que no puedo siquiera llamarle a esto vida. ¿Y cómo termino todo? Sólo recuerdo haber pasado unos cuantos meses en un hospital psiquiátrico, con Felipe, que murió finalmente sin conseguir nunca más emitir una sola palabra o hacer algo dentro de los límites de la cordura. También perdí a Santiago, que derramó esa noche la sangre que necesitaba para que su corazón siguiera latiendo. Y mi padre? Lo último que recuerdo de él es la visita que me hizo en la clínica. Con su rostro desfigurado por el dolor y la rabia me contó que esa noche, desconsolado, había ido a la cabaña a buscarnos. Encontró la puerta abierta y la tenue luz de un lúgubre círculo de velas le enseñó la escena que destrozó su vida para siempre: Mi hermana, envuelta en un vestido funerario de seda, reposaba pálida sobre la cama que en algún momento perteneció a mi madre: estaba muerta...
Datos del Cuento
  • Autor: MER
  • Código: 1154
  • Fecha: 25-01-2003
  • Categoría: Terror
  • Media: 6.57
  • Votos: 183
  • Envios: 10
  • Lecturas: 4780
  • Valoración:
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Comentarios


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10 comentarios. Página 1 de 2
Mario Moreno Cantinflas
invitado-Mario Moreno Cantinflas 18-01-2007 00:00:00

muy bien hombre. Me pareció excelente, muy muy bueno.

pONCHO dURANGO
invitado-pONCHO dURANGO 30-08-2004 00:00:00

Eres un genio de la narrativa. Nadie se puede comparar a tu magnánime control del lenguaje! Felicitaciones

Sebastian Estrada
invitado-Sebastian Estrada 28-07-2003 00:00:00

El mecho de que dispongo no pone tildes, de manera que e limito a felicitarlo por el ascensional misterio y el pertinente final. Sobre los otros comentarios, hay uno abominable que le reprueba haber sobrevivido justamente usted, pero no hay otra manera para que un cuento de terror cobre importancia. Espero nuevos brotes de ingenio que me muevan a risa.

Juan Bosco
invitado-Juan Bosco 20-07-2003 00:00:00

Este "short-story" es digno de alabanzas y adulación sin límites. Es de lo mejor que he leído en mi patética vida. Felicitaciones Mer, me quito el sombrero.

Celedonio de la Higuera
invitado-Celedonio de la Higuera 29-05-2003 00:00:00

Este relato me ha tenido en vilo todo el tiempo. Conseguiste que me pusiera nervioso viendo que no podías salvar a tu hermana. El final me ha puesto la carne de gallina. Muchas felicidades. Saludos.

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