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Algo embarazoso

~Juan Carrizo es un hombre de costumbres rutinarias. Es perfeccionista y adicto al trabajo lo que lo pone siempre al límite del estrés. Tiene un cargo ejecutivo en una empresa a la que le dedica todo su esfuerzo y parte de su vida, pero la tarde del sábado y todo el domingo se aferra a las pequeñas cosas que añora durante la semana, por ejemplo la siesta, el diario y el sillón preferido para el relax y la música clásica.
Esa tarde, recién levantado y todavía con su pijama “de fin de semana”, comenzó la ceremonia sabatina: limpió bien los lentes, preparó el mate, y expandió sobre la mesa del comedor el periódico con todos “sus” suplementos, los que no permite que nadie toque antes que él. Es un hombre de carácter y genio ligero, pero en el fondo se siente vulnerable, sobre todo por los arrestos de su hija única Romina, que recién cumplidos los dieciocho años empieza a buscar sus espacios de salidas cada vez mas largos y peligrosos, según él. Su mujer Nora, también es de carácter fuerte y no es fácil la convivencia entre ambos, pero después de veinticuatro años de casados habían encontrado el equilibro justo respetando los límites de cada uno. A veces una discusión los lleva a hablarse lo estrictamente necesario durante un tiempo y a veces nada según como hayan quedado los ecos de la batalla. En cierta forma es como un acuerdo tácito que se toman para descansar cada tanto el uno del otro. De lo que no caben dudas es del cariño que se tienen y que evolucionó mucho cuando después de un tratamiento riguroso, consiguieron que Nora quedara embarazada de Romina, la que luego sería una prenda de unión muy fuerte para la pareja. Romi es la que nivela o desequilibra la balanza, consentida por su padre y compinche de su madre consigue todo lo que se propone.
Las chicas cuando terminan el secundario y luego del viaje de egresados a Bariloche ya se creen adultos y dueños de su vida y resultan cada vez mas difícil de controlar. Es como luchar contra toda una generación de códigos nuevos ya establecidos que a los mayores les cuesta llegar a entender.
Esa noche había algo raro en el ambiente hogareño. Las mujeres discutían muy fuerte en las habitaciones. Entraban y salían del baño continuamente dando portazos y levantaban la televisión seguramente para que Juan no escuche la discusión. Otras veces cuchichean tan bajo en la cocina que seguramente hasta a ellas les costaría escucharse. Juan entre ansioso y colérico ya esta presto a saltar porque no puede concentrarse en la lectura, pero decide preservarse para no involucrarse y terminar él también en una discusión de mujeres que seguro perdería por goleada, porque finalmente se unirían las dos contra él. Pensó que era sábado y seguramente habría una promesa de salida hasta más tarde que la hija reclamaba y su madre no concedía.
Todos los sábados pasa más o menos lo mismo. Pero esta vez la cosa es mas fuerte que de costumbre. De pronto la puerta del comedor se abre de golpe golpeando contra la otra pared produciendo un estampido que lleva a Juan a pararse de un salto. Entra Nora que está roja de los nervios, casi arrastrando a Romina por un brazo que llora desconsolada. Es una escena dramática y aterradora, no acostumbrada en esa casa. Juan está a la defensiva sin saber de qué ni que actitud tomar Nora casi arrastró a su hija hacia una silla y gritó:
- ¡Acá tenés a “tu” hija!, hablá con ella. Esto es lo que has conseguido consintiéndola en todo lo que se le ocurre.
- Pero... ¿qué pasa Romi? – alcanzó a balbucear Juan.
- Nada.
- ¿Cómo nada?
- Papá...- Romi entró en un llanto profundo -Estoy...embarazada.
Juan cayó sentado nuevamente en la silla como si se le hubieran doblado las rodillas.
- ¿Cómo embarazada? – preguntó por decir algo mientras organizaba las ideas en su cabeza después de semejante golpe.
- ¿Cómo?, ¡no se te ocurre como! – dijo Nora.
- Pero Romi, si hace rato que dejaste con Walter.
- Pero no es de Walter. – Nora contesta por su hija aferrada al respaldo de la silla.
Juan siente que el asiento lo absorbe poco a poco sintiéndose cada vez más insignificante. No termina de reaccionar, es como si esto le estuviera pasando a otro. Le cuesta asumirlo como una cosa personal.
- ¡Pero no va ser de Walter ni de nadie! – gritó Nora cada vez mas enfurecida.
- ¿Pero de quien es el chico entonces?.., lo conocemos...al padre...digo...
- Nunca te preocupaste por conocer a ninguno de los amigotes de la nena, recién ahora te acordás de Walter...
Juan se iba recuperando y poco a poco entraba también en ebullición. No sabe con quién está más enojado si con su hija o con su mujer que lo ataca haciéndolo culpable o con él mismo por haber sido tan confiado.
- ¡¿Pero, se puede saber de quien carajo es el chico, entonces?! - Juan entraba de a poco en la pelea.
- ¡Preguntale!, ¡preguntale!, ahora resulta que “tu” nena no está muy segura. Parece que tiraron un bebé al aire y ella justo pasaba y lo agarró sin darse cuenta.
- ¡Pero la puta madre!, no se para que mierda uno cría una hija como Dios manda y la lleva a una escuela de monjas porque es más rígida, si un día aparece con un “regalo” y no sabe quien mierda se lo hizo. Eso pasa por criarlas como tontas, después salen a la calle y son unas boludas que caen en las garras del primer hijo de puta que pasa.
- Claro, ahora resulta que la pobre chica es una novicia recién escapada de un convento y la agarró un degenerado que le convidó un caramelo de menta. ¡No se puede creer! Mirá que yo te decía, ponele límites Juan, ponele límites. Pero no, él es el padre perfecto y yo una madre castradora con mentalidad de vieja chota.
- Bueno, no nos pongamos nerviosos y razonemos – dijo Juan elevando la voz-. No vamos a ganar nada a los gritos. Razonemos por favor. Primero, ¿estás segura del embarazo?
- Y…, si..., el Evatest me dio positivo.
- Dos Evatest, dos veces positivo, parece una “batalla naval”, dijo Nora - siempre da hundido, esperemos que por lo menos no sean mellizos.
No hay nada que irrite más a Juan que la ironía de su mujer.
- Pero, como carajo no te cuidaste – preguntó Juan arrastrando las palabras.
- Te juro que yo me cuidé, pero no se lo que me pasó - dijo Romi sollozando.
- Es muy simple lo que te pasó querida –dijo Nora. –Abriste las piernas. Eso es lo que te pasó.
- ¡Por favor, no seas vulgar Nora! ¿Pero como es eso de que no sabés de quien es?
- No importa de quien es. No va a ser de nadie porque no lo va a tener. - A las palabras de Nora siguió un silencio interminable que se podía cortar con un cuchillo.
- ¿Qué queres decir con eso? – Juan se puso rojo y se transfiguró, los ojos parecían querer salirse de sus órbitas.
- Exactamente lo que estás pensando. Ya buscaremos la forma de hacerlo.
- ¡Pero, vos te volviste loca! Somos una familia Cristiana y con convicciones. De ninguna manera voy a permitir que mi hija aborte. ¡Ni siquiera lo piensen!
- ¿Y que preferís?, ser el hazmerreír de toda la parentela, que la Chola se nos cague de risa en la cara, ella que está esperando que a alguien de la familia le pase lo mismo que le pasó a su hija. Y mamá, que ya tuvo un pre-infarto, querés que ahora se nos muera de vergüenza la pobre. ¿Vos sabés lo que va a ser el chusmerío del barrio?. No, querido yo no tengo cara. Ahora la ley nos protege, diremos que la violaron y listo.
- ¡¡Cómo que la violaron!! Me importa un carajo el barrio. Es el hijo de “mi” hija y el abuelo de este chico tiene unas pelotas así de grandes para bancárselas, contra la familia, el barrio y todo lo que venga detrás. Y no quiero escuchar una palabra más. Me voy a la cama. Ah, tratá de venir a acostarte lo más tarde posible, porque quiero estar tranquilo para pensar. Y vos Romi, espero que tomes conciencia y te hagas responsable de ese chico que vas a traer al mundo como Dios manda. Y vos Nora... con vos ya vamos a hablar.
Juan se retiró al dormitorio. Se acostó tratando de poner en orden las ideas, la cabeza le funciona a mil y no puede detenerla. No prendió la tele. La penumbra lo envolvió junto con las distintas sensaciones que sentía, un poco de bronca, otro poco de vergüenza y otro poco de orgullo. ¡Un hijo de la Romi! Mirá vos, “mi” Romi es toda una mujer, como no me di cuenta que ya no es la nena de antes... por ahí es un barón. Va a ser de Racing como el abuelo. Y bueno habrá que ponerle el pecho a las balas. Después de todo un niño es siempre un milagro de Dios.
-o-

Las mujeres estaban abrazadas en una de las camas gemelas del cuarto de Romi. Ambas cuchicheaban y reían por lo bajo.
- Gracias viejita, sos una masa, ¡Cómo lo conocés!, que bien lo manejaste al viejo.
- Yo lo conozco, Si le decíamos directamente que estabas embarazada y como pidiendo perdón nos echaba a patadas a las dos de la casa. Tu viejo es un cascarrabias pero en el fondo es un tierno, hay que saberlo manejar. Pero eso si, si es nena, le ponés Nora.
- Obvio, Genia...

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