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Categoría: Misterios

Al final de la escalera...

Llegamos a su portal, oscuro y vacio, como siempre solíamos encontrarlo, pero aquella noche teníamos la sensación de que los cimientos de aquel destartalado edificio eran capaces de escuchar nuestros susurros y nuestros casi inaudibles pasos.
Me agarró del brazo,clavándome sus largas y bien cuidadas uñas, haciéndome entender que no quería que nos separásemos, parecía como si intentase arrebatarme una seguridad que yo en aquellos momentos ni siquiera tenía.
Comenzamos a subir las escaleras, saltándonos aquellos escalones que ambos sabíamos que crujían espeluznantemente al más mínimo roce.
Miré hacia arriba,con una sensación de mareo, la subida de aquellos cinco pisos se nos iba a hacer eterna, si es que lo conseguíamos.
Nos encontrábamos exactamente entre el primer y el segundo piso cuando un sonido indefinible hizo que a los dos nos llegase el corazón a la garganta. Oímos pasos. Le tapé la boca e hice que se pegase conmigo a la mugrienta pared, acercando mis labios lo máximo a su oído le susurré:
- Ya sé que no crees en dios, pero reza a quien quieras para que no sea tía.
Lucia asintió, estaba tan sobresaltada que aún puedo recordar haber escuchado el sonido los latidos desbocados que salían de su pecho y la respiración entrecortada, que ella intentaba amortiguar colocándose una de las manos entre la nariz y la boca.
Los pasos cesaron,nos miramos en la oscuridad, "ahora o nunca" le decían mis ojos. Seguimos subiendo la interminable escalera, aún quedaban 2 pisos y el miedo a ser descubiertos se hacía más y más intenso. Lucia miraba hacia arriba con las pupilas dilatadas a causa de la oscuridad y todavía hincándome las uñas en el brazo, me estaba poniendo muy nervioso... le retiré la mano de mi brazo y se la agarré entre una de las mías. La tenía caliente y húmeda, pero era un sudor frio, sudor debido al terror y la ansiedad.
Solamente quedaba un piso, DEBÍAMOS llegar antes de que su tía se despertase o si no... si se enteraba de que su sobrina llegaba a esas horas de estar con un hombre (que no era yo precisamente), la mataría, y no en un sentido metafórico, el temor a aquella señora madura y rubia, con los ojos permanentemente inyectados en sangre era una fobia real. Lucía había presenciado en más de una ocasión como maltrataba a sus hermanas hasta el punto de dejarlas semi-inconscientes, y más de una vez había recibido ella como consecuencia de nimiedades sin importancia.
Pero aquello era distinto, si Águeda (su tía) llegaba tener la mínima sospecha de aquella salida nocturna, sin duda alguna, la mataría.
Esos pensamientos rondaban en mi mente cuando puse un pié sobre el penúltimo escalón que nos faltaba.
Lucía separó su sudorosa y ardiente mano de la mía, subió el último escalón, y se sentó en la escalera, frente a mi mirada atónita.Quería descansar, había llegado al fin, pero todavía le quedaba el último gran escalón... abrir la puerta de su casa sin ser descubierta, sin hacer el menor ruido.Ardua tarea, teniendo en cuenta la antigüedad de la puerta, cuyos goznes no habían sido engrasados desde hacía tiempos immemorables. Y lo peor era que allí yo no podía servirle de apoyo, la había acompañado a su casa para ayudarla a afrontar su miedo, para escuchar todo lo que me tenía que decir sobre Juan, su amante, pero hasta ahí podía llegar, el resto era asunto suyo ¿qué podía hacer yo?
Dirigí mi vista hacia un pequeño ventanuco que había a mi izquierda, el cielo comenzaba a clarear, no llevaba reloj, pero calculé que debían ser alrededor de las 5 de la madrugada. Lucia tenía poco tiempo... la miré, estaba desconocida, en los 15 años que llevaba de amistad con ella jamás había visto en su cara una expresión tan desfigurada, aún así, era hermosa.Sus ojos azules se perdían en la amarillenta pared de delante, tenía la boca enreabierta y los labios secos y su brillante cabello ondulado daba el aspecto de ser en ese momento lacio y sin brillos.
De súbito, susurró:
- ¿ Crees que sobreviviré?
Sonaba tan drámatico que incluso me hizo sonreír.
Le acaricié la mejilla y me senté a su lado.
- No te...- empecé a decir, pero el sonido de una puerta al abrirse nos cortó a los dos la respiración.
Fue Lucia la que, a pesar de su terror, se giró para ver quién había abierto la puerta.Yo también me giré, y lo que vi me heló la sangre.Águeda caminaba lenta y pesadamente hacia nosotros.
Lucia estaba paralizada, intentaba articular palabra, pero aparte de que en esos instantes le era imposible, los dos sabíamos que no le iba a servir de nada...
Sorprendentemente,Águeda pasó junto a nosotros y continuó bajando las escaleras. Finalmente me percaté ¡era sonámbula! A mi lado, Lucía seguía a su tía con la mirada, como si no acabase de comprender.
- Tu tía es sonámbula- le dije yo.
Ella pestañeó,me miró con los ojos radiantes por el alivio, y asintió.
- Es la primera vez que algo me sale tan bien, será mejor que entre en casa.
La abracé, y la besé en la frente,deseándole buena suerte. Aún estaba sudorosa, pero no temblaba.
Entró en la casa y cerró la puerta, bastante silenciosamente, dentro de las posibilidades.
Yo bajé las escaleras, intentando nuevamente no hacer ningún sonido perturbador, sabía que era peligroso despertar a un sonámbulo.
Podía sentir los pasos de Águeda, que llegaban desde uno o dos pisos más abajo...dejé de escucharlos, parecía que se había detenido en algún lugar. Continué bajando, y la encontré, en el tercer piso, asomada a una gran ventana de marco carcómido, que daba al patio trasero del edificio, que no era más que un espacio asfaltado con unas cuantas plantas alrededor,que nadie se ocupaba de cuidar.
No sabía qué hacer, tenía casi medio cuerpo asomándose por la ventana y yo estaba a punto de llegar a donde ella estaba, cuando, con un grito ahogado, la vi caer.
Estuve diez minutos ahí, en frente de la ventana, sin atreverme a mirar. Por fin tuve el valor.
Su voluminoso cuerpo ensangrentado yacía sobre el cemento en una postura extraña y antinatural, tenía los ojos abiertos, y un charquito de sangre casi negra ensuciaba el asfalto.
"Se acabaron los problemas de Lucia", pensé fríamente mientras me dirigía a mi casa.
Datos del Cuento
  • Categoría: Misterios
  • Media: 6.07
  • Votos: 54
  • Envios: 7
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Comentarios


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2 comentarios. Página 1 de 1
Juan Andueza G.
invitado-Juan Andueza G. 07-08-2003 00:00:00

Antes que nada un abrazo a mi "regalona". Ya no hace falta repetir que escribes muy bien, pero te comiste algunas fallas ortográficas. Pero para 16, mayor perfección es mucho pedir, ¿no? Saludos y felicitaciones.

Luz Iglesias
invitado-Luz Iglesias 07-08-2003 00:00:00

Querido Andueza, he intentado pulir los fallos lo mejor que he podido, para que veas que,para 16, si es posible mayor "perfección". "El arte no tiene precio, y ninguna obra es perfecta" Espero que ahora te guste más. Abrazos. Luz

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