Todavía puedo recordar esa cara de niño cuando dormías a mi lado, con los ojos cerrados y los rasgos de la cara relajados, me transmitías tanta paz..
sólo fueron dos semanas, te arranqué de mi lado como a una mala hierba, cortándose de raiz toda comunicación. Yo lo provoqué al darme cuenta que nunca hiba a ser. Deseaba amarte con toda mi alma, tu veías a tu hermana cuando me ponía su pijama todas las noches que dormía en tu cama.
La noche que me enredé en tu cuerpo, cómo describir esa unión entre mi alma y la tuya, confundiendonos, tu cuerpo y el mío, en un abrazo, yo sentada en tus rodillas, tu sentado en la silla, los dos frente a la pantalla del ordenador, viendo una película. No recuerdo ni el titulo ni el argumento, sólo puedo evocar el deseo de penetrar dentro de ti, muy adentro, traspasar los límites de la carne, que tu piel fuera el abrigo que diera calor a ese crudo invierno que habitaba en mi interior. Al fin mi cuerpo cansado, vencido por el sueño, me incorporé pero tu me sujetaste y me pediste casi en tono de súplica que me quedara.
Por dios que no pude negarme, supe que te amaba en ese instante. Cómo expresar con palabras esa quietud de mente, esa calma, libre de todo pensamiento, abriendo paso a los anhelos de mi corazón por una vez.
Cómo explicar mi sorpresa al descubrirme desnuda ante ti de cuerpo y alma en aquel breve instante en el que yacíamos acostados, una de aquellas noches en la que yo te confesé que me sentía medio mujer, como aquel que sufre impotencia y ve su virilidad tambalearse. Cómo borrar de mi memoria que contigo descubrí la ciudad que me nacer y crecer, la contemplé de noche. Tantos años perdida en mi mundo, nunca me había parado en cada detalle, en cada fachada, en cada estilo arquitectónico, todos estos años caminaba flotando, contigo pisé tierra firme. Cómo olvidar que me prestaste tu oído, como nadie lo hizo, cómo olvidar que sólo fue un sueño, que nunca llegué a entregarte aquella postal en la que plasmada estaba una poesía que se titulaba: tu mirada, la guardaba movida por una brizna de ilusión, la única superviviente de una anterior relación, para entregartela en su debido momento, porque deseaba que llegara el día que al clavar mis ojos en los tuyos, se detubiera el tiempo,
iluminando como dos luceros mi camino hacia ti.
Cómo no lamentar que el destino final de aquella postal es incierto, que cayó en manos de algún bibliotecario, que la dejé en el olvido entre dos hojas de un libro, cómo olvidar...
Más que un cuento lo escrito debe llevarse a verso, da para un poema, pero falta más aislación.