Una escala en el ayer
El maestro observó fijamente a cara uno de sus discípulos como si pasara lista con la mirada.
“-Hoy tendrán ustedes una de las lecciones más importantes de su vida”, le dijo después de comprobar que todos se encontraban presentes.
Y prosiguió: “Viajarán por separado a cierto lugar del tiempo. Vivirán momentos emocionantes. Conocerán personas. Escucharán himnos y verán de cerca la cara del sufrimiento. Caminarán con seguridad por las escalinatas del tiempo y sabrán de látigos que golpean sin puntería”
Hizo una pausa corta, se acercó a la ventana y exploró el horizonte como dándose tiempo para ordenar sus ideas. Luego prosiguió: “Les recomiendo ser prudentes y vivir el momento. Mantengan los ojos abiertos para que no se pierdan ningún detalle de los que el reloj de la historia pondrá frente a ustedes. Y no se les olvide tener el corazón despierto y la mente abierta para que puedan percibir cada detalle de cada escena”
Uno por uno los discípulos fueron entrando a la máquina del tiempo. El maestro los despidió con un abrazo paternal y se retiró a meditar en as afueras de la ciudad a la sombra de un árbol gigantesco en el que habitaban los pájaros de todo el mundo y cuya sombra podía cobijar a miles de personas. Pero esa tarde no había más. El maestro contaba con la única compañía de los cantores del cielo y la brisa fresca de la hora.
Pasó ese día y otro día más. Y llegó por fin el momento en que el maestro abrió nuevamente la puerta de la maravillosa máquina. Las campanas de una antigua iglesia llamaban insistentemente al servicio de las seis de la tarde cuando los discípulos abandonaron el cubículo en el que se habían transportado a los tiempos remotos como unos verdaderos navegantes del tiempo.
Nadie, ni siquiera el maestro sabía cuántos amaneceres y cuantas puestas de sol habían transcurrido desde su separación, así que todos se dieron mutuamente la bienvenida entre risas y sollozos. Luego se sentaron formando un semicírculo alrededor del sabio hombre que había dedicado la vida a prodigarle sus enseñanzas.
“Ahora cada uno de ustedes me contará lo que vio y lo que sintió en su viaje. Narrarán sus experiencias y dirán qué impresión les causó el paisaje y las ciudades que visitaron. Y cómo les pareció la gente con la que se encontraron.
Nadia, una joven ágil nativa de la provincia de las Quejas fue la primara en tomar la palabra.
_“Lo siento maestro, pero mi viaje fue muy aburridor” Estuve en un país de gente incomprensible. Cuando llegué se encontraban celebrando una festividad toda rara. Todo el mundo comía unos panes raros insulsos, creo que eran sin levadura. Y traían animales para sacrificarlos en el templo. Pero no hablaban con nadie, estaban muy concentrados en sus asuntos. Era una ciudad sin atractivo, ni siquiera las paredes de las casas estaban pintadas. Y cuando hablaban todos se referían a lo mismo: a las andanzas de un aventurero que se hacía llamar el hijo de Dios. El tipo hacía curaciones y otros milagros y nadie hablara de otra cosa. No te imaginas lo monótono que fue para mí estar en medio de tanta gente aburrida y simple. Casi No lo soporto. No es posible que haya un pueblo que solo piense en higueras, en panes sin levaduras y en aventureros que dicen llamarse hijos de Dios”
-Gracias por tu relato Nadia. Siento mucho que no hayas disfrutado de tu viaje. Espero que te vaya mejor la próxima vez. Ahora quiero que escuchemos a Kimerico.
Kimerico era un muchacho de es que sueñan con cosas y hechos que a los demás no se les ocurriría. Veía en cada piedrecilla del jardín la revelación de un secreto. Y en cada nube un cofre de sorpresas. Para él cada amanecer se parecía al nacimiento de un mundo nuevo y las hojas de los árboles a las cartas que una generación le mandaba a otra.
“Maestro quiero darte las gracias por permitirme hacer este esplendoroso viaje. Y gracias también por no mandarme a ese aburridísimo lugar a donde fue Nadia. Yo en cambio estuve en UN PAÍS MUY HERMOSO. Lleno DE GENTE interesante, de costumbres de tradiciones, de variados frutos, de ciudades y campos hermosos. El día en que llegué estaban celebrando la fiesta nacional. Era como la conmemoración de su independencia. Este país era esclavo en otra parte y un día su Dios decidió ayudarlos a conseguir la libertad. Todas las familias estaban reunidas, la expectativa era general y hasta los más poderosos reyes estaban presentes allí. La gente se preparaba con entusiasmo y lo contagiaban a uno de su gozo. El viernes en la tarde crucificaron tres hombres, uno de ellos era el profeta más sabio y conocido del país. Algunos pensaban que era Hijo de Dios pero no todos le creían. Sin embargo muchos cambiaron de opinión cuando el hombre del medio se atrevió a decirle a otro de los crucificados “Hoy mismo estarás con migo en el paraíso”…Un rato después dijo “consumado es” y murió. Enseguida el cielo se oscureció y el paisaje quedó sometido a una oscuridad sobrecogedora. El tiempo parecía haberse detenido. Se esperaba que sucediera alguna catástrofe. Hasta los pájaros dejaron de cantar en los árboles. Todos se asustaron. Un soldado que estaba cerca de mí dijo: “verdaderamente este era el hijo de Dios”.
Pero lo más impresionante de todo estaba aún por ocurrir y nadie tenía la menor idea de lo que iba a pasar. El domingo cuando se divulgó la noticia de que aquel hombre al que condenaron a la pena capital por subversivo, había resucitado. Cierto sector de as autoridades se apresuró a desmentir tales versiones pero cada vez más eran las personas que decían haberlo visto con sus discípulos. Uno de ellos se atrevió a decir que pudo hablar con él e incluso pudo palpar con sus propias manos las heridas que sufrió su maestro cuando lo crucificaron. La noticia se extendió por todas partes y hubo distintas reacciones. Unos estaban felices; otros muy contrariados y otros más seguían aferrados a la incredulidad. Lo cierto es que los discípulos recobraron el ánimo que habían perdido y se dedicaron a difundir las enseñanzas del profeta. No pude enterarme de la forma en que terminó aquello, pero sospecho que el mensaje de aquel hombre iba a extenderse por todo el mundo.
Gracias maestro, por este viaje tan hermoso que pude realizar. Conocí gente muy importante. Vi paisajes bien exóticos y de un momento a otro fui testigo ocular de hechos y acontecimientos trascendentales.
Gracias por el informe de tu viaje Kimerico. Has sido muy descriptivo y veo que fue una experiencia muy provechosa para ti. Creo que ha llegado el turno para nuestro buen amigo Anderick
Muchas gracias maestro. Yo vi muchas cosas. Ciudades y paisajes. Campos floridos y desiertos; ríos y lagos; llanuras y montañas. Pero sobre todo vi gente, mucha gente. Pero estoy muy decepcionado de esa gente.
-Por qué? Le preguntó el maestro
-Por que todos ellos eran muy mala gente. Bueno, todos no, pero sí muchos de ellos. En el país que visité había de todo, como ya les dije. Pero en los días que estuve allá el epicentro de de todos los acontecimientos era la actividad proselitista de un afamado predicador y sus doce acompañantes. El predicador parecía tener poderes sobrenaturales porque sanaba enfermos, echaba afuera a los demonios, resucitaba a los muertos y anunciaba a la llegada de un nuevo reino. La gente lo quería a rabiar. Lo seguían a todas partes y cada vez se congregaban a su alrededor muchedumbres ansiosas de verlo, de oirlo de conocerlo. Algunos se conformaban únicamente con tocar su manto. Aún así recibían sanidad. Pero…algo en el panorama era oscuro y es esa la parte que no me gusta…
-Cuéntanos, le animó el maestro
- El predicador siempre fue víctima de lo peor que puede ocurrir entre los seres humanos: la traición ,la falta de lealtad ,la ausencia de solidaridad. Presten atención a lo que voy a contarles. Aquel hombre le hizo bien a tanta gente que se volvió más popular que las propias autoridades. Éstas decidieron capturarlo y juzgarlo, pero no sabían quién era. Así que idearon una estrategia para poder prenderlo. Y saben lo que hicieron?
-Cuéntanos por favor, dijo el maestro
-Me repugna cada vez que lo recuerdo pero acudieron a …a la traición. Le pagaron a uno de los amigos más cercanos. Y éste, por su amor al maldito dinero aceptó. Convino con las autoridades en mostrarles al predicador una de esas noches. La señal convenida era un beso. Y la noche señalada besó al amigo delante de todos, cariñosamente, afectuosamente. Pero era el beso de la traición. En ese mismo momento lo prendieron para llevárselo. Otro de los amigos reaccionó violentamente y cortó a oreja de uno de los soldados. Fue el único que dio muestras de lealtad en aquel momento.
-Bueno, al menos uno fue fiel hasta el último momento…
-Sí, pero eso no es lo más triste. Lo que más me ensombreció el alma fue ver cómo aquel mismo amigo que lo defendió con tanta valentía después lo negó tres veces cuando le preguntaron si lo conocía…de verdad no sé cómo puede alguien serle infiel a la amistad, al amor, a la unión, a la camaradería…
-Pero eso no es todo, maestro…
-Sigue contándonos
-Según la tradición del país las autoridades podían liberar a un prisionero durante los días de fiesta. Y precisamente esa era la época en que se encontraban. El juez le preguntó al pueblo si liberaba al predicador o a un delincuente de alta peligrosidad que por aquellos días se encontraba cautivo. En el público se encontraban todos los que habían vistos los milagros de aquel hombre, sus predicaciones, el anuncio de un nuevo reino…y tal vez estaban incluso aquellos que habían sanado… Sabes qué respondieron cuando las autoridades preguntaron a cuál de los dos prisioneros liberaban?
- Al predicador por supuesto
-No maestro, aquella mala gente prefirió que soltaran al criminal y condenaran a muerte al Predicador. Y así ocurrió, el Predicador fue al patíbulo y el delincuente a sus andanzas, estoy verdaderamente consternado…
-Muy bien chicos, gracias por sus relatos, fueron verdaderamente emocionantes, excitantes y yo creo que podemos llegar a la conclusión que en toda época puedes encontrar el amor y el odio; lo bueno y lo malo; lo bueno y lo feo; la tristeza y la felicidad. Los tiempos pasan; la arena reacumula; las personas envejecen; algunas ideas cambian; pero los sentimientos permanecen y siempre existe la maldad y el odio; pero por fortuna también existe el amor y el bien.
Sin embargo existe una diferencia fundamental entre esta época y las otras; entre este tiempo y el pasado.
-Cuál es Maestro? Preguntó Kimerico
El maestro hizo u ademán con el que indicó que había terminado la sesión y salió del lugar seguido de sus discípulos
-La diferencia más importantes, muchachos es que ésta, precisamente ésta es la época en la que ustedes viven. Y esa es una diferencia notable.