Vicente El Loco

Nunca supe su verdadero nombre, todos los conociamos por Vicente el loco. Un hombre alto, fuerte y con un arte natural para trabajar en metales. Unas veces estaba construyendo anafres para cocinar y otras poniendole herraduras a algún caballo, una cosa era cierta siempre se le veía ocupado.

Todos los días camino a la escuela tenía que pasar por el taller de Vicente, al acercarme a la esquina podía oír el clan, clan, de su martillo pegando fuerte sobre un pedazo de metal. Siempre estaba solo, nunca le vi acompañado. A veces se le veía elevar su vista al cielo como buscando algo de aquel cielo que tantas veces lo hab161a visto sufrir, o quizás buscando soluciones a sus problemas en aquel cielo que al medio día reposaba sobre las montañas de Comerío.

En las mañanas Vicente bajaba del Barrio Cielito para dirigirse al su improvisado taller. Siempre caminaba por el medio de la calle, y siempre me preguntaba el ¿por qué? Quizá por que no le gustaba enfrentarse con los que caminaban por la acera o porque tenía más espacio libre para caminar.
Cargaba sobre su hombro un saco de color brown obscuro, nadie sabía el contenido...Las madres les decían a sus hijos que si no se portaban bien Vincente los pondría el el saco y se los llevaría al lugar de los niños malos. Otros pensaban que eran sus herramientas. Yo creo que aquel viejo saco de tela contenía todas las penas que el artesano había acomulado a través de su vida o tal vez los recuerdos de un amor fracasado.