Hablo del amor solo por gusto, más no porque sea útil. 
No sabemos en realidad cómo es, hasta 
que nos toca. 
 El amor es un sentimiento, un acto personal que solo podemos comprender 
por nuestra propia experiencia. Se puede transmitir el saber, pero no 
la experiencia . La experiencia ajena es solo una referencia.
Yo creo que el amor trae y deja mucha más 
alegría que el dolor que puede causar la ausencia de alguien, porque el 
amor no está condicionado a la presencia física. El amor produce 
alegría, los miedos y nuestros propios fantasmas son los que producen 
dolor.
Yo pienso que el amor es uno solo, independientemente de quien lo 
inspire. Padres, hijos, parejas. Puedo decir que amo el mundo a través de ellos, porque 
amarlos me hace sentir en perfecta armonía con el mundo, con la vida y 
conmigo misma. Nada sería así si no los amara o si no fuera consciente 
de ello.
Yo quiero ser para ellos como una casita rodeada de naranjos, manzanos, 
mandarinos, mangos etc., al lado de un oasis a donde solo ellos saben 
llegar. Esa casita que les da la certeza incondicional de que hay algo 
en el mundo solo para ellos. Un lugar en el mundo que les pertenece y 
al cual siempre podrán volver. Volver para callar, para reír, para 
burlarse del destino, para llorar sin verguenza, para recordar, para 
olvidar, para acabar, para empezar. Una casita tierna que les escucha 
sin juzgar, sin reprimir, sin reprochar, sin advertir, sin aconsejar cuando 
solo necesitan hablar. Que respetará sus verguenzas y sus miedos, que 
reirá con sus alegrías y hará eco de sus grandezas. Que les dejará 
gritar, explotar y estrellar sus paredes sabiendo que no es contra 
ella. Una casita a la que al llegar, incluso con el pensamiento, les de 
calor en el invierno y les refresque en el verano Una casita con muros 
siempre firmes donde en medio del silencio puedan buscar respuestas y, 
si no, olvidar tranquilamente las preguntas. Si no vienen, no importa, 
lo importante es que sepan que tienen la casita.
Eso quiero ser. Antes que nada. Después de todo.
Nos lamentamos de que haya un final 
y pretendemos ignorarlo como si así fuera posible evitarlo. Lo 
ignoramos tanto, que llegamos a actuar como si todo fuera eterno. Todo y 
todos. Vivimos cada día haciendo planes como si el tiempo fuera 
nuestro. John Lennon dijo que,  “la vida es aquello que te va sucediendo 
mientras tú te empeñas en hacer otros planes”. Y lo peor, digo yo, es 
que hacemos planes para tener, pero poco o nada para dar, que es el 
verdadero sentido de la vida. Lo que tenemos se acaba cuando nos vamos 
de la vida; lo que damos se queda con quienes hemos amado. Algunas 
personas piensan que para dar hay que tener algo en particular qué 
ofrecer, o que deben acumular primero algo para tener qué dar. No. El 
amor es muy rico por sí mismo. Al amor solo hay que dejarlo en libertad 
porque él solito es recursivo, imaginativo, creativo, cuando es 
necesario. Es compañía, calor, sentimiento, oportunidad, detalle, 
emoción, sensibilidad, ternura, empatía, ganas, espontaneidad, energía, 
presencia, entusiasmo, confianza, compañía, fuerza e incluso silencio, 
calma, discreción y hasta timidez. El amor es una acción, no una 
compulsión. Cuando amamos, no dar resulta doloroso. Dar no es privarse 
de algo que se entrega. No es dejar de tener lo que se da. Dar no es 
una virtud. Dar es vitalidad, es riqueza. Dar es trascender. Dar es 
darnos nosotros mismos, de lo más precioso que tenemos, de nuestra 
propia vida, de lo que está vivo en nosotros, nuestra alegría, nuestro 
humor, nuestra gracia, nuestra paciencia, nuestra melancolía, nuestro 
saber. Dar es renovarse: no dar lo que tenemos, guardarlo solo para 
nosotros, es como querer guardar toda el agua del río en un estanque : 
se pudre y luego ni para nosotros es útil. Dar es la magia de producir 
alegría. Dar es recibir. Recibimos la sonrisa, la alegría, el bienestar 
de la persona a quien damos. Sin exagerar y sin utopías, yo no creo que 
alguien, honestamente, pueda decir que hay algo más bello que la 
sonrisa de quien amamos . No solo en el amor dar significa recibir. 
Una mamá, todo el tiempo està enseñando a sus hijos, pero igual, todo 
el tiempo aprende de ellos. El actor da su arte, pero el público le da 
su estímulo. El maestro enseña, pero a su vez aprende y aprende más para 
enseñar más y mejor. Empero, recibir no es nunca el objetivo, es solo 
una grata y rica consecuencia. Es como una linda sorpresa.  Digamos 
que....un oportuno efecto secundario.
El amor es el cuidado de la vida, de lo que amamos. Amamos lo que 
cuidamos y cuidamos lo que amamos...Cuidar una vida es respetarla, no 
adueñarnos de ella. Cuidarla es procurar que crezca según su 
naturaleza, que se desarrolle según su propia individualidad y en su 
propio espacio. Amar es buscar mi propio espacio y mi propio 
crecimiento para no convertir mi amor en una carga, en un lastre o en 
un servicio. Amo a alguien tal cual es, por el solo hecho de ser. No 
por tener, (lo que sea que tenga) no por hacer, (lo que sea que haga). 
No amo porque necesito; necesito porque amo. La persona amada no 
necesita "merecer" mi amor, porque esto implicaría que ella debe "hacer 
algo" para lograrlo, como si solo le amase si me da gusto o porque me 
da gusto. Tener que hacer algo para ser amados, convierte el amor en un 
compromiso. Deja de ser amor. Amar y dar para que el ser amado 
permanezca a nuestro lado, es simple y llanamente utilitarismo. En ese 
caso no amamos sino que utilizamos, usamos, dependemos. Como mamá, no 
busco que mis hijos permanezcan eternamente niños, dependientes, para 
conservarlos. Todo lo contrario, sería muy desdichada si no consigo 
transmitirles fe en sí mismos y fe en mí. En sí mismos para que se 
sepan capaces, para que se atrevan a salir, a emanciparse, a vivir su 
vida . En mí, para que nunca teman ir en pos de sí mismos y de sus 
sueños, porque piensen que los necesito y no me quieran dejar por miedo 
a mi supuesta  invalidez si ellos no estàn, o a que se interprete como un abandono o ingratitud. Mi 
mejor recompensa y logro como mamá, serà que mis hijos sepan vivir sin 
mí. Su amor por mí debe nacer de la libertad, no de la dependencia. 
Solo así disfrutaré de su compañía cuando estén. El amor es la 
necesidad de salir de uno mismo. El amor es retroactivo, se alimenta de 
sí mismo. Cuanto más das, más amas y cuanto más amas, más quieres dar y 
más feliz eres. Los niños se ponen muy felices cuando reciben regalos, 
pero no se emocionan tanto como cuando ellos mismos juntan sus monedas o 
hacen sus dibujos y se las arreglan para dar un regalo. Seamos 
honestos. Recibir un regalo de quien queremos, nos estimula un resto, 
nos hace sentir privilegiados, especiales y, dependiendo de quien venga, 
amados. Pero dar nosotros un regalo a quien amamos nos produce 
felicidad infinita. Pensarlo, buscarlo, encontrarlo, imaginar su 
rostro al recibirlo, entregárselo....¿hay algo mejor que eso? Amar es 
el mejor regalo . Con frecuencia tendemos a aplazar lo importante. 
Dejamos los “te quiero” para el final. Yo no sé el final de qué, porque 
siempre hay algo antes. Freud dijo algunas muchas tonterías, pero 
algunas otras verdades, entre las cuales, dando razón a Spinoza, que lo 
fundamental no es solo el pensamiento sino el acto. El amor es tan 
fuerte que muchas veces alcanza, en el último momento, a salvar el 
último adiós y alcanza a poner la última sonrisa en el corazón. Pero yo 
pienso que no vale la pena correr el riesgo. Amamos a nuestra familia 
como por inercia, lo sabemos y ellos lo saben o por lo menos lo suponen 
¿no?. Nos parece tan obvio que damos por hecho que no hay nada más qué 
hacer.
Pero amar es hacer y hacer nos hace grandes. Amar es crecer a través de 
otra persona. Es conocernos a través de ella, conocerla a ella y ella 
misma a través de nosotros.
Así  amo yo. Si lo sienten asì, me voy a ir con una sonrisa en 
el corazón. Porque deseo que algún día sientan igual y se den la 
oportunidad de vivirlo, que no lo aplacen porque ustedes no son Cronos 
y no saben hasta cuándo durará. El amor, a veces, puede ser como el 
agua, que si dejas caer un poco en el suelo, hace barro, pero si la 
dejas correr abundante y con fuerza, deja tu casa limpia, y renovada. 
Otras veces, se pasa de discreto. Esto es, que amas y no lo sabes, no 
eres consciente de ello. Como la historia de aquellos niños pobres de 
Suráfrica, cuyos únicos juguetes eran las piedrecillas que recogían del 
río Orange. Jugaban con ellas y eran realmente felices con ellas...sin 
saber que eran diamantes ¿qué tal que lo hubiesen sabido?. Entre no 
amar y amar sin darse cuenta, pues preferible lo segundo, claro, 
aunque es más bonito si lo sabes, porque puedes soltarte las riendas a 
la fija. Además, no saberlo, puede hacer que te pierdas de muchas cosas 
y hasta que le cierres las puertas.
Yo no sé si Dios existe, pero si existe, nos ama así, sin exigirnos, 
sin castigarnos, sin manipularnos. Dios no nos asustaría con 
abandonarnos si no somos esto o aquello. Sus propósitos no reflejarían 
la flaqueza humana.
Fíjense que este concepto, este conocimiento del amor es tan antiguo 
que encontramos referencias desde hace miles de años. Sin embargo, es 
novedad para cada uno de nosotros, porque no podemos comprenderlo sino 
cuando somos sus protagonistas . Y saben, no hay que buscarlo, solo 
dejarse encontrar por él. Querer ser encontrados, querer amar. Yo 
pienso que uno nunca se arrepiente de amar o de haber amado, aunque 
llegue a sentir que lo que dio cayó en saco roto. No. El amor nunca cae 
en saco roto, porque eso solo puede pasar cuando esperamos reciprocidad 
de las personas. Que si te amo, espero que me ames, si estoy contigo, 
lo menos que puedes hacer es estar conmigo, si hago por ti, deberías 
hacer por mí, yo te acompaño y me acompañas, yo te ayudo y me ayudas. 
Eso no es amor, eso es, sería, una transacción. El amor no se vende ni 
se cambia ni se canjea ni se trueca, ni siquiera por otro amor. Si te 
han de amar, no será por intercambio. La felicidad que me produce 
amar, nada ni nadie me la puede quitar. Nadie nos puede quitar lo 
vivido, las alegrías, ni a mí ni a quien me dí. Y si esa persona ya no 
quiere estar cerca de nosotros, nos olvida a su manera, ¿cómo olvidarla 
nosotros, o dejar de amarla, o arrepentirnos de amarla, cuando nos 
proporcionó tantas alegrías? ¿cómo olvidar cuando sonrió para nosotros, 
solo para nosotros, y cuando nos dedicó su tiempo, que es una parte de 
ella que ni ella misma nos podrá, ya, quitar jamás?¿ cómo olvidar que si 
estuvo un rato a nuestro lado, fue porque quiso y cómo no desear que si 
ya no es feliz a nuestro lado, vaya a buscar otras alegrías para 
poder verle otra vez, imaginarle, feliz? Por eso el amor nunca cae en 
saco roto. Uno nunca se arrepiente de ser feliz, uno no se arrepiente 
de amar. 
Uno se arrepiente del dolor, del rencor, de odiar. Les aseguro que no 
hay, no conozco a nadie, que valga tanto como para malgastar un segundo 
de mi vida odiándolo. Si alguien me lastima a propósito, es porque no 
me conoce. No sabe nada de mí y no vale la pena que yo sepa de él.
Si alguien que me aprecia me lastima sin querer, aprendemos juntos y 
seguimos caminando.
Guardar rencores, alimentar resentimientos, solo sirve para una cosa en 
la vida: dañarnos a nosotros mismos. Es otro de los círculos : si odias 
te dañas y entonces odias con más fuerza y...sigues y sigues. 
Yo no niego que hay heridas que dejan cicatriz, pero ....
Pero ese es, con el dolor, otro tema y lo dejo para otro día.                                
                             
                            
Solo quiero decirte, gracias. Me has hecho pensar en muchas cosas y lo que escribes me ha llegado muy hondo. Para ser sincero me has cambiado la vida. Quisiera que sigas escribiendo aqui o que me digas en donde mas puedo leerte.