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Ya quedaban muy pocas tardes de verano y María estaba muy aburrida en casa. Le apetecía comer un helado y ver una película o sentarse a leer un libro en la alfombra de la habitación. Tenía dos hermanos, Nicolás y Elvira, pero eran mayores que ella y cada vez que les decía su famoso “chicos, me aburro mucho”, ellos se quejaban. La mandaban salir de su cuarto y no jugaban con ella.
Esa tarde sonó el timbre de la puerta y Nicolás y Elvira no lo oyeron. María se acercó y miró por la mirilla. Era Carmen, su vecina. María abrió la puerta y allí apareció la mujer sonriente.
-Hola nena, soy Carmen, ya me conoces. ¿No está mamá?
-No, vendrá ahora mismo. Ha salido a hacer unas compras -le contestó María con tranquilidad.
-Es para dejar aquí unas verduras de la huerta. Te dejo las bolsas para que se las des. ¿Qué tal? ¿A qué estás jugando? -dijo Carmen, dejando las bolsas en el suelo de la entrada.
-Pues la verdad es que a nada. Estoy aburrida, sin nada guay para merendar y sola para algunos de mis juegos favoritos -le contestó María, diciéndole como se sentía a su vecina.
-Te entiendo, yo no he tenido hermanos y cuando tenía tu edad me pasaba lo mismo muchas veces, pero ¿sabes cómo me acababa divirtiendo? Haciendo cosas creativas, nuevas y divertidas. Meriendas diferentes, decorar paisajes en mi habitación, escribiendo libros, construyendo juegos… -le dijo Carmen mirándola con entusiasmo.
-Parece divertido, pero yo no sé hacer nada de eso. ¿Cómo se hace, por ejemplo, una merienda divertida? -preguntó María curiosa.
-Tengo algo de tiempo ahora, ¿Quieres que te enseñe?
-Voy a avisar a mis hermanos y ahora le digo -. María cerró la puerta y fue a hablar con sus hermanos mayores. Estos le dijeron que Carmen podía pasar, pues la conocían de hace muchos años.
María volvió a abrir la puerta y Carmen pasó con ella a la cocina. Allí le explicó que había mucha fruta y podían intentar con ella hacer helados de frutas. María estaba entusiasmada. Tenía unos pinchos de madera y Carmen le dijo que los fuera pintando de colores diferentes mientras ella pelaba y troceaba la fruta.
Cuando ya tenían eso hecho Carmen juntó la fruta con leche y, tras unos pocos pasos más, metieron todo al congelador. Luego Carmen le dijo que si tenía cartones, guirnaldas de navidad y revistas. María fue al salón y a la habitación y le trajo todo lo que quería. Con los cartones colorearon bandejas para servir los helados, colgaron las guirnaldas por la cocina y después hicieron collages con recortes de revista con fotos divertidas.
Cuando acabaron de decorar todo ya había pasado una hora. Carmen sacó lo que estaba en el congelador y lo colocó en los palos de madera. María aplaudía contenta: ¡Ya tenían helados! Carmen hizo un batido de kiwi y llenó una jarra que colocó en una de las bandejas. Cuando todo quedó listo las dos se dieron un abrazo y Carmen le dijo:
-¿Te lo has pasado bien?
-Mucho, muchas gracias -contestó María.
-Pues ya sabes, muchas veces no es solo lo que tenemos, es lo que podemos crear con lo que tenemos. Ahora estará muy bien que avises a tus hermanos para que merienden contigo. Ya verás qué sorpresa.
María así lo hizo. Sus hermanos salieron de las habitaciones y quedaron sorprendidos con la merienda y la decoración. Cogieron uno de los helados y disfrutaron todos de la merienda creativa. Agradecidos se despidieron de Carmen y María aprendió muchas cosas nuevas sobre como divertirse.
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