Pepillo era un perro pastor que después de un día de trabajo se sentía muy cansado.

Intentaba dormir un poco pero en la granja parecía que todos estaban de fiesta: las gallinas cacareando ¡cococóooo!; los pollitos piando ¡pío! ¡pío!,;el burro ¡iiiiiiaaaaaaa! y hasta los cerditos ¡groo!¡grooo!. La granja era una revolución de bullicio y ruido.

Decidió marcharse de allí a un sitio más silencioso y por el camino encontró al gallo Kirico que al parecer tampoco podía dormir y juntos marcharon al granero. Antes de llegar se les unió la oveja y el carnero, que no podían dormir tampoco. Una paloma, una rana y dos pequeños ratones se unieron al grupo. Más adelante el profesor buho y la señorita cabra quisieron también dormir en el mismo sitio. Un poni enfadado y un gato a rallas les acompañaron.

     Cuando llegaron al pequeño granero todos se metieron dentro a empujones y aun así algunos se quedaron a medio entrar por la puerta, salían por las ventanas apretujados y de esta forma se dispusieron a dormir.  Pero empezó a oirse a los animales quejarse por el poco espacio:¡miaaauuuuu!, ¡beeeeeeee!, ¡uik!¡uik!, ¡cucurrucuuuú!, ¡iiiiiiiiiiaaa!, ¡croa!¡croa!...

     ¡Guau!¡Guau! ladró el perro, así no se podía dormir tampoco. Intentó colocarlos como pudo: La rana en el abrevadero; la paloma y el buho en el tejado; los ratones en un agujero; el gallo en la ventana; el gato en una viga y los demás en el suelo de paja. Cuando por fín todos estaban en su sitio y durmiento, el perro suspiró y se hechó en su manta. En ese preciso momento el gallo Kirico comenzó a cantar sin parar: ¡KIKIRIKÍÍÍÍÍÍÍÍÍ! ¡KIKIRIKÍÍÍÍÍÍ!.

¡PERO QUE OCURRE AHORA SEÑOR GALLO! pregunto enojado el perro.

¡PUES QUE YA ES DE DÍA Y EL SOL HA SALIDO! ¡TODOS ARRIBA QUE HAY QUE TRABAJAR GANDULES!.