Llegó al instituto como cada mañana, estaba cansada, pero era viernes y eso la animaba.
Entró a clase y descubrió a sus compañeros algo apagados, él no había llegado todavía, tenia ganas de verle, había estado recapacitando sobre lo ocurrido el día anterior y se había dado cuenta de lo mucho que le quería, este pensamiento la llenó de ilusión y deseó que lo que sentía no terminase nunca.
Se acercó a uno de sus compañeros, que permanecía cabizbajo con los brazos apoyados sobre la mesa, y le pregunto que le ocurría, éste lentamente levanto la cabeza, para dejar ver sus ojos enrojecidos por las lagrimas, de su boca solo salió el nombre de él, empezó a describir detalladamente lo que había ocurrido, palabras como moto, velocidad y choque se entrelazaban formando frases que ella apenas entendía y tenían un desenlace fatal.
Salió de la clase, necesitaba respirar hondo y pensar en lo que estaba pasando, aquello no podía ser verdad. Al salir del aula se encontró sola en el pasillo, el silencio la rodeaba y deseó sobre todas las cosas que nadie saliera tras ella, miró la puerta y ésta no se abrió.
Se quedó quieta unos segundos recapacitando sobre si debería volver a la clase o era demasiado tarde.
Analizó su reacción, un sentimiento de desazón invadió su mente, todavía no asimilaba lo que había sucedido, era una de esas situaciones en las que uno duda de su subconsciente y cree que puede estar soñando.
Volvió a mirar hacia la puerta y ésta seguía sin abrirse. No quería que saliese nadie y empezase a compadecerse de ella o hacer preguntas incómodas, pero el hecho de que tras su precipitada salida del aula, nadie se preocupase por su estado, la entristecía mucho. Se sintió culpable por tener un pensamiento tan egoísta en la situación en la que se encontraba.
Caminó hacia la pared, apoyó en ella la frente y respiró hondo, cerró los ojos, se giro y echo la cabeza hacia atrás, reposándola sobre el muro, abrió de nuevo los ojos y se deslizó por la pared hasta sentarse en el suelo, bajó la cabeza y casi sin dase cuenta dos enormes lagrimas resbalaban por su cara, no sabia como había ocurrido pero era el momento más doloroso de su vida.
Al principio sintió rabia, penso que era injusto que ocurriese aquello y deseo gritar, reclamarle al mundo lo que era suyo, su alegría, su ilusión, que se habían desvanecido en un segundo, como un parpadeo, visto y no visto. El sentimiento inmediato fue una inmensa tristeza, una angustia vital incontrolada y solo podía llorar, llorar silenciosamente y permanecer impotente sin poder frenar lo que estaba pasando. Las lagrimas corrían por su cara como gotas de lluvia sobre un cristal, una tras otra, sin control.
Se levanto del suelo, con una increíble fuerza entro en la clase, recogió sus cosas y salió de nuevo, ni siquiera se despidió de sus compañeros, sabia que compartían su dolor y que podían entenderla.
Cuando estuvo fuera supo que no podía volver a su casa, allí la interrogarían e intentarían animarla y eso era lo ultimo que necesitaba, lo único que deseaba era estar sola.
Salió del instituto y comenzó a andar sin rumbo fijo, solo caminaba, un gran dolor oprimía su pecho y a cada paso que daba se alejaba un poco más del mundo y se acercaba a su propio sufrimiento.
De pronto solo pudo pensar en que iba a pasar a partir de entonces, en que ocurriria a partir de ese momento y que iba a hacer ella, acababa de perder lo unico que la hacia mantenerse a flote y sentia que se ahogaría en el mar de su vida.
Cuando se quiso dar cuenta había llegado al puerto, estaba cansada, así que se sentó en uno de los bancos que había a lo largo de paseo, eran apenas las diez y media de un día que no olvidaría nunca. Y allí sentada mirando el agua, los barcos, no podía pensar en el, cada vez que cerraba los ojos veía su rostro, sus ojos, no conseguía recordar nada mas de él y fue entonces cuando se dio cuenta; nunca jamas volvería a verle, hasta ese momento había tenido la sensación o tal vez la esperanza de que todo aquello no estaba pasando, pero regresó a la cruda realidad, por supuesto que había ocurrido y era algo irreversible.
Un montón de preguntas se agolpaban en su mente, aunque todas se podían resumir en una sola: ¿por qué?. Allí sentada pasó mas de tres horas, sabia que sus padres la estarían buscando, su móvil no paraba de sonar, pero era como si su cuerpo estuviese en aquel banco y ella se encontrara en un lugar muy lejano donde el tiempo no transcurría.
Estuvo allí todo el día, hasta el atardecer, inmóvil, impasible ante el mundo que no había dejado de girar por aquello, que ni siquiera se había percatado. Miró a su alrededor, era viernes por la tarde y la vida continuaba, hasta hacia pocas horas ella también era feliz y hacia planes para esa misma tarde, no podía imaginar que estaría soportando el mas profundo de los sufrimientos.
Se levanto del banco, miro de nuevo hacia el mar, era muy bonito, el sol anaranjado se reflejaba sobre las ondas del agua, el cielo se teñía de rojo, el día terminaba. Se giró y empezó a caminar otra vez pero con menos intensidad que por la mañana, estaba cansada, pero aun así no quería regresar a casa, sentia que sería como enfrentarse a la realidad. Poco a poco fue anocheciendo, paseaba por el casco antiguo de la ciudad cuando comenzó a llover, era una lluvia muy fina, no se dio cuenta de que llovía y cada vez lo hacia con mas intensidad, pero ella continuaba caminando sin rumbo, como perdida.
El agua mojaba su pelo y su cara y decidió que era el momento de irse a casa, miró el reloj y eran las nueve y media. Por primera vez en todo el día olvido ligeramente lo que había pasado, para pensar en su familia, penso que la castigarían por estar fuera todo el día, pero aun así tenia ganas de descansar.
Cuando entro en el portal de su casa y pudo ver su imagen en el espejo que lo decoraba, penso que tenía un aspecto lamentable, tenia el pelo mojado por la lluvia y los ojos un poco hinchados por haber estado llorando. Subió una a una las escaleras que parecían no terminarse nunca y cuando estuvo arriba, saco las llaves, las metió en la cerradura y las giró lentamente como lo hacia los viernes y sábados por la noche cuando llegaba tarde, como si quisiera que sus padres no se enterasen de que había llegado.
Dejo el bolso a la entrada, caminó por el pasillo y al entrar en el salón descubrió a sus padres acompañados de sus amigos, todos se levantaron cuando la vieron cruzar el umbral de la puerta y ninguno de ellos se atrevía a pronunciar una palabra, solo la miraban en silencio, como esperando algo. Ella les observó uno por uno y soltó un tímido y triste "hola", allí estaba su familia, la verdadera, se sintió en casa, dejó caer sus párpados, sus ojos se cerraron y de nuevo las lagrimas recorrieron sus mejillas. Aquel había sido un día muy largo y decisivo para ella, a partir de entonces nada volvería a ser igual, era.... el primer día del resto de su vida.
me gusta muchos los cuentos, de cualquier genero,este en particular me emociono mucho,pienso que a mucha gente "lamentablemente" le tiene que pasar cosas como estas para redescubrir el amor de la familia . los cuentos que me mandan son todos lindos aunque hace poco que estoy recibiendo los mail.sigan asi ,porque los disfruto mucho .chau.