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VESTIDO NEGRO PARA UNA NOCHE DE VENDAVAL

VESTIDO NEGRO PARA UNA NOCHE DE VENDAVAL

Ya ha transcurrido casi un año y aún lo recuerdo con la misma exaltación de aquella noche. Si, ya lo sé, es una locura. Él apenas tiene 28 años, yo ya tengo mis cuarenta, tres hijos y un marido. Soy como un tren que tiene una sola vía. No puedo evitar estremecerme, especialmente en momentos como este en que mi cuerpo pide a gritos ser poseído por el viento de la locura. Es una fuerza irracional, como un vendaval que me azota súbitamente. Basta recordar el calor de su aliento cerca de mi rostro, o el aroma de su perfume para volver a ponerme al borde de la exaltación.

Lo conocí una noche en que acepté la invitación de Martha para salir a bailar. Yo había trabajado sin descanso durante varios meses; el trabajo en la oficina, los deberes de la casa, la maestría que estaba haciendo (quería demostrarle a mi marido que no soy tan boba como siempre pensó) todo esto y el infinito de mis deberes, me tenían en un estado de angustia que no podía sobrellevar más, así que la idea de salir a bailar me encantó. Necesitaba relajarme un poco. Vivir fuera del matrimonio por un instante. Por eso cuando Martha me telefoneó no lo dudé, acepté de inmediato. Debo decir y no por justificarme, sino porque es cierto, que a mi marido nunca le gustó el baile. Nada de lo que yo hago le gusta. No compartimos casi nada. Incluso el espacio de la cama lo dividimos con una almohada. Él es 16 años mayor que yo. Pero eso no es lo peor, sino el hecho de que sea un intelectual. ¡Detesto a los intelectuales!.


Para él soy como una niña molesta a la que hay que tener entretenida mientras él soluciona sus problemas metafísicos y trascendentales. Siempre me sugirió que saliera con mis amigas y aunque en los primeros años de matrimonio me negaba a hacerlo, poco a poco fui aceptando hasta que se volvió algo común en nuestra relación. Me metí al baño, abrí el grifo y dejé que el agua cayera sobre mi rostro. No tardé ni diez minutos, ceñí la toalla a mi cuerpo y salí dispuesta a arreglarme.

Ya en la recámara, con el aire del ventilador, sequé mi cabello, me puse el vestido negro de tirantes, el que nunca había usado. Hacía tanto tiempo me lo trajo Gustavo al regresar de uno de sus tantos viajes. Recuerdo que le dije; es muy atrevido, y lo guardé. Me coloqué una pulsera en el tobillo del pie derecho, tras los lóbulos de las orejas froté unas gotas de mi perfume favorito, Chanel No. 5. Delineé mis labios de un rojo afable y bajé las escaleras corriendo. Encendí el auto y me dirigí a recoger a Martha. Ella ya me esperaba en la esquina de su casa, sonriente, seductora, coqueta, provocativa.

A las once llegamos al salón. Nos condujeron a una mesa al frente de la pista. La música era delicada y melancólica. Hacía pensar en amores perdidos o imposibles. Añoré a mi marido, luego lo espanté como a un mal pensamiento. Hice a un lado el humor negro y llamé al mesero. Le pedí que me llevara un buen tequila. Acababa de apurar de un trago largo la copa cuando vi una mano extendida. Levanté la mirada, mis ojos se toparon con una sonrisa tranquila, como la de un viejo y queridísimo amigo. Bailé como nunca antes lo hice con nadie. De pronto, entre paso y paso me vi experimentando un mundo de ansiedades que tenía ocultas o que creía muertas, y que la costumbre del matrimonio me había hecho olvidar que existían.

Fui un guante en sus manos, una hoja al viento. Intercambiamos confidencias. Cuando terminó la música yo estaba jubilosa y exhausta. El hombre me acompañó a la mesa, dijo “fue un placer” y se retiró. Nunca más supe de él. Por las noches cuando cierro los ojos lo primero que viene a mi mente es su sonrisa, como la del gato Sheshire, de Alicia en el País de las Maravillas, ese personaje que era capaz aparecer y desaparecer, dejando a la vista únicamente su sonrisa. No me he vuelto a poner el vestido negro. Lo tengo a la vista como un amuleto, como un talismán. Sigo con mi rutinaria vida, esperando que algo pase, como espera mi vestido negro en el armario.
Datos del Cuento
  • Autor: Tisha Moon
  • Código: 18175
  • Fecha: 28-02-2007
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 5.26
  • Votos: 160
  • Envios: 1
  • Lecturas: 4415
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