Pablo salió de la universidad, después de su partido de basketball, tomó un bus público y se sentó en el último lugar. Diez minutos después el bus hizo una parada y se subió Gabriela; ella sentó a su lado, lo miró, abrió un libro de poemas y empezó a leer; de pronto sintió una respuesta a la mirada e intentó ignorarla, pero fue entonces cuando escuchó que él le decía "Tus ojos son más hermosos que los de los propios ángeles" a lo que ella contestó "Gracias", así se inició la conversación más importante en la vida de ambos.
Finalmente, Pablo dijo "Es hora de irme" y Gabriela contestó "No sin mí, te acompañaré a donde sea". Él aceptó, la llevó a su apartamento, le ofreció un trago, luego otro y le repitió "Tus ojos son más hermosos que los de los propios ángeles", ella besó sus labios y le dijo "Tú eres quien he buscado desde siempre". Pablo la besó y ambos sellaron su amor.
A la mañana siguiente, Pablo despertó solo, Gabriela no estaba en su cama ni en la habitación, junto a él halló una nota que decía "Aunque te amo, sé que no puedo amarte". Pablo pensó que probablemente ella sólo quería una noche; trató de olvidarla pero no lo conseguía, noche tras noche soñaba con ella, con su mirada de ángel, con su amada Gabriela; no lograba conciliar el sueño, así que leía y releía esa nota, y se deprimía pero creía que era lo único que lo unía a ella.
Así pasaron tres meses y un día encontró entre sus papeles otra nota que decía "Te esperé desde siempre y no quiero perderte" y debajo se leía una dirección. Pablo salió de su apartamento y al llegar al lugar indicado encontró una capillita, entró y la vio más hermosa que nunca y vestida con una larga túnica blanca; tomó sus manos y le dijo "¿Porqué me abandonaste, ángel? y ella le dijo "Perdóname, mi amor por ti me hizo olvidar que los ángeles somos guardianes, no amantes". Pablo la besó, ella le hizo jurar que nunca la olvidaría y voló por los aires desplegando sus majestuosas alas.