Comienzo mi relato desde un cálido lugar perdido en la costa mediterránea. Apuraban sé los últimos días del mes de Abril, época esta en que las noches comienzan a tornarse un tanto más cálidas; dejando atrás la inclemencia incierta del invierno.
Aún así, había que andar al quite a la hora de la elección del vestuario, poca ropa........ produciría escalofríos, demasiada..... sopor. Hecho este que en aquel momento no llegó a preocuparme, dado que, cualquier combinación de prendas elegida por mí para salir a pasear, no hubiese evitado en lo más mínimo el sudor frío que durante las últimas semanas rondaba mi frente.
Todo era consecuencia de un problema, clásico y liviano problema, aunque de difícil resolución.
Daban las 10:00 horas de la noche en el reloj del viejo campanario de la iglesia del barrio, cuando tomé la determinación de dirigirme a visitar a mi buen amigo Samuel Martín; erudito hombre de negocios y de tremenda calidad humana. Nuestra amistad se había forjado en las lluviosas tardes de invierno, compartiendo aficiones comunes a la lectura, la tertulia y al deleite de un buen tabaco de pipa, todo ello envuelto en el acogedor entorno de una sala de “casino provinciano”.
Ahora, mientras me dirigía a su casa perplejo por las ideas que en mi mente iban y venían, esperaba, una vez más, arrancar de los sabios pensamientos de aquel hombre una solución definitiva.
Me recibió como en él era costumbre, con su batín estampado, de impecables puños vueltos de terciopelo rojo, unas cómodas babuchas de piel y un libro en una de sus manos.
_ Amigo Carlos. Por favor pasa y acomódate.
_ Veo que estás ocupado – dije - ¿Interrumpo?.
_ Por favor – repuso con amigable voz- ya leí este ejemplar en varias ocasiones – señalaba con su pulgar el libro que sostenía en una de sus manos - ....más diría, adivinaste mis deseos....., ansiaba conversar con un buen amigo . ¿Qué es lo que te trae a mi casa?.
_ Verás Samuel.... me encuentro ante una difícil decisión, pensé en contar con tu opinión y acá estoy, dispuesto a contarte mis inquietudes y deseoso de escuchar un consejo de tus labios.
_ Gracias Carlos – observó- , puedes comenzar cuando desees, mis sentidos te pertenecen.
_ Hace tiempo que me conoces y sabes que huyo de cualquier situación que provoque inestabilidad en mi vida. Yo ya tengo ni vida diseñada y cualquier cambio en su diseño, me produce un terrible e inevitable miedo. La soledad se ha hecho mi aliada con demasiado esfuerzo y a veces resulta ser una celosa compañera........
_ Aguarda – me interrumpió mi amigo – esta historia que me vas a contar bien merece ser escuchada al amparo de la noche, dando un grato paseo. Por favor aguárdame unos instantes, busco un buen par de zapatos de cómoda piel y mi chaqueta y nos damos un paseo.
Una vez en el exterior de la vivienda y habiendo comenzado nuestro paseo, no pude evitar romper con mis palabras el compás de nuestros pasos.
_ Samuel... – con voz débil agregué – Estoy enamorado.
Mi amigo giró el rostro hacia mí, clavó su mirada en mis ojos y sin dejar de caminar guardó un perpetuo silencio.
Como si de una invitación para ello se tratase, continué mi relato.
_ Ya sabes – le dije- mi vida bien la conoces. Atravesé por difíciles momentos durante en tiempo en el que estuve casado, por duros momentos cuanto determiné separarme de mi esposa. Tras mi separación, aprendí a llevar una vida ordenada y sobria, teniendo por prioritarias cosas como mi trabajo, mi hogar y mis amigos.
Compartí contigo el juramente de no volver a enamorarme, de no volver a dejar cautivar mi corazón por mujer alguna. Sin embargo, aquí estoy, perdidamente embelesado por una mujer.
Mi amigo continuaba guardando silencio, como si ninguna de aquellas palabras llegase a sus oídos. Mientras caminaba, introdujo la mano en uno de sus bolsillos y sacó una gastada pipa de madera de roble; pausadamente la atracó de buen tabaco, la prendió y comenzó a fumarlo con agradable placer. Atraído por suculento aroma, copié sus pasos uno a uno, yo también saqué mi pipa y tras cargarla adecuadamente de tabaco, comencé a fumar la misma.
Continuamos nuestra caminata, en silencio, fumando, hasta que nuevamente volví a interpelar.
_ Sinceramente Samuel – dije – estoy bien asustado, roto por el miedo. No sé como he de actuar, no sé que determinación he de tomar. Confío plenamente en el amor que dicha mujer me ofrece, aunque temo volver a equivocarme nuevamente........ estoy perdido.
Continué mi relato hasta que una melodía llegó a nuestros oídos. Se trataba de un mustio músico ambulante. Su raída chaqueta, los rasgos de su rostro y el sonido de su ajado violín, hablaban por sí solos de la difícil vida que le había tocado vivir.
Junto al banco donde se encontraba, a sus pies, la vieja funda del violín hacía las veces de improvisada cesta de la caridad. Sin embargo su melodía sonaba bella en aquella noche “Ave Maria..... al violín”............ su música transportaba otro universo.
Tras finalizar tan exquisita actuación, trasteamos nuestros bolsillos buscando esas monedas que el sonido de violín había sabido arrancarnos.
Proseguimos nuestra marcha como seres programados para llegar a una meta.
_ Hermosa noche ¿verdad Carlos? – masculló mi acompañante -.
_ Ciertamente bella - contesté - , aunque más bella fuera si esta tremenda duda no rondara mi cabeza.
Aturdido por mis pensamientos, hablé y hablé sin pausa, hasta que nos fuimos acercando a un bello paraje coronado por una arcaica barandilla de metal enmohecido. Al fondo, en el vacío, se adivinaba el mar. Sólo se podía escuchar el sonido de las olas acariciando la arena de la orilla, observar el reflejo de las estrellas en el agua y percibir el olor a “sal” y “pureza”.
No sabría decir el tiempo que transcurrió mientras contemplábamos dicha belleza.
_ ¿Qué tal si regresamos? – dijo Samuel – se esta haciendo tarde.
En dicho camino de regreso no hubo palabras, sólo el sonido apresurado de nuestros pasos. La noche se había quedado vacía. Pronto nos encontramos nuevamente frente a la puerta de la casa de Samuel.
_ Bueno amigo Carlos – contento en tono de despedida – espero que después de esta noche, sepas tomar tu propia decisión.
_ ¿Cómo? . No entiendo – exclamé - . Supuse que me aconsejaría algo al respecto y sin embargo has permanecido en silencio, como si nada de lo que te conté te hubiese importado.
_ No, por favor Carlos – su rostro de tornó relajado – sólo he sido un testigo de excepción en la enseñanza que hoy quiso otorgarte la vida.........
_ Pero sigo sin entender – le interrumpí -.
_ Oh amigo...., ¿cuándo aprenderás a escuchar a tu corazón?. Tu me hablaste esta noche de amor y de todo lo que esa palabra conlleva, bueno o malo, preguntabas asustado y sin embargo la vida te ha dado todas las respuestas a tus preguntas.
¿Pensante acaso al prender el tabaco de tu pipa, los prejuicios sabidos que el fumar acarrea?. No..., simplemente paladeaste el buen sabor de un tabaco curado.
Así ha de ser el amor; arriesgado pero aromático. Solo has de disfrutar de él mientras perdure la llama en su interior, cuida de que esa llama no se extinga, al igual que haces con tu pipa, dale tiempo entre bocanada y bocanada y paladea su intensidad. No has de andar pensando en el mal que te puede causar el desamor, si ha de ocurrir ocurrirá de cualquier forma.
¿ Adivinaste alguna nota discordante en la melodía de aquel viejo violín?. No......, ciertamente estoy convencido de que no fue así, solo te dejaste acariciar el corazón por tan bella música, sin pensar en que tal o cual nota discordaban del resto de la melodía. Así ha de ser el amor. Búscalo en su conjunto, no pretendas encontrar sus malas notas por que encontrarás que existen demasiadas. Sólo deja que su todo te acaricie el corazón y el alma...... y si escucharás alguna nota fuera de su tono habitual...., procura hacerte el sordo.
Frente al mar...... sorprendente la poderosa bravura del océano y sin embargo sus olas parecían dulces caricias en la arena de la playa... como susurros. Doma tu bravura – gritó enérgicamente – acércate a la persona amada con la fuerza de un Mar vivo, pero acaríciala con la ternura de una ola.
......... Y que decirte del silencio amigo Carlos – repuso con voz más moderada- , el mismo silencio que nos acompañó en nuestro camino de regreso. Acostumbramos a llenar el espacio de palabras. ¿ Es que acaso existen palabras para poder definir un amor verdadero?. ¿ Porqué pues nos empecinamos en llenar de palabras el sitio del silencio?. Donde mil palabras no dicen nada......un silencio habla. En el amor haz de callar y actuar, medir tus promesas y ofrecer integro tu ser, nunca te podrán exigir lo que no tienes, nunca tendrás que decir lo indecible.
Así pues – finalizó su dictamen - ¿Qué más necesitas?. Regresa a casa y descansa, todo ha de salirte bien si escuchas a tu corazón.
No recuerdo nada más de aquel día, sólo recuerdo que pude descasar en paz. Mi amigo había estado allí una vez más.
Para Vos................ altiva Mujer...., con todo mi Amor Pasa_Un_Angel.
Todos tus cuentos me parecen divinos, y lo que más me llama la atención es la habilidad natural que tienes para mostrar lo que sientes por "ella" y la capacidad para sacar fuera de tí todos esos sentimientos sinceros. Carlos Primo, me quito el sombrero ante ti mi paisano!!!. Saludos de La Lola.