Busqueda Avanzada
Buscar en:
Título
Autor
Cuento
Ordenar por:
Mas reciente
Menos reciente
Título
Categoría:
Cuento
Categoría: Cómicos

Ay mija, no mueva tanto la canasta que se le va a caer la fruta

Teresa era una chica de cuidado que cuando salía por la calle, era toda una explosión de movimiento y sensualidad. ¡Como se movía!, sus senos parecían que se iban a salir peligrosamente de su vestido, de paso no era tanto el vestido que usaba. Ella lo sabía y se meneaba más, provocando más a los hombres que pasaban a su lado. Esa era su estrategia, su táctica de lucha. Una vez me tropecé a Teresa en la calle, cuando vi a ese tremendo hembrón, le dije sin pensarlo mucho, “Ay mija no mueva tanto la canasta que se le va a caer la fruta”. Ella, sin pestañear, me dijo: “¿por qué no la recoges?” y siguió moviendo toda esa estructura que Dios le dio.
Después de ese día me las ingenié para verla aunque fuera por casualidad, tratar de tropezarme con ella era el objetivo. Era difícil; pero no imposible. Llegó el día cuando tuve la suerte de verla nuevamente. Me había hecho el propósito de no perder el tiempo, ir directo a la fruta, perdón quise decir al blanco. Debía preguntarle cualquier cosa, incluso las preguntas relacionadas con el tiempo siempre han dado resultado. Y si no me paraba pelota, ¿que hacía?, debía pensar rápido varias estrategias simultáneas para envolverla, preguntar una dirección también se utiliza y da buenos resultados. El problema era que cuando veía a ese monumento meneando “el que te conté”, me daba hipo, tos, me subía la tensión, además tenía que controlar y regañar fuertemente a mi socio, que en esos momentos quería actuar independientemente.
Cuando la vi llegar, quedé abismado, (ella tiene esa cualidad, dejarme en el sitio), por supuesto, continuaba moviendo la canasta terriblemente, pero yo no era el único que observaba como los senos de Teresa estaban a punto de salirse. Había un promedio de 5 ejemplares masculinos que se querían comer esa fruta jugosa, por lo menos con los ojos. Las cosas se complicaban, ahora con tanta competencia en el camino, se me hacía difícil la estrategia.
Y allí venía ella, meneándose como si cantara Aquí te lo traigo Pedro. Lo que más me preocupaba era que se le iban a salir, por lo menos las dos al mismo tiempo. Se creó una especie de apuesta personal entre todos los caballeros para identificar cual se le salía primero, a quien saludaba, a quien le sonreía, si usaba ropa interior, etc. Pero eso estaba en contra de mis planes originales que eran verla sin observadores molestos ni competidores y abordarla de inmediato. Ella pasó, todos nos quedamos petrificados, mudos, sin una reacción lógica, ella no miró a nadie, siguió como si nada, nos ignoró a todos, no hubo miradas, ni sonrisas, ni saludos, ni nada.
Era lógica su reacción, me dije para tranquilizarme, con tantas aves de rapiña dispuestas a comerse esa carne, con tanto gusano para comerse esa fruta, aun la más descarada de las mujeres tiene su forma de protección. Pero las mejores cosas de la vida suceden cuando menos las buscamos, después de tanta estrategia para abordarla, verla desde lejos etc, fue una tarde soleada que me tropecé con ella en una tienda, esta vez se me olvidaron todos los piropos, los trucos para hablarle, fue ella la que actuó y abrió las puertas de nuestra relación, tú eres el de la canasta y la fruta..., no sabía que decirle, un sí me salió forzado, pero era mi primera respuesta. Ahora puedes observar tu fruta de cerca, me dijo riendo.
Datos del Cuento
  • Categoría: Cómicos
  • Media: 5.05
  • Votos: 156
  • Envios: 3
  • Lecturas: 3732
  • Valoración:
  •  
Comentarios


Al añadir datos, entiendes y Aceptas las Condiciones de uso del Web y la Política de Privacidad para el uso del Web. Tu Ip es : 3.129.247.196

0 comentarios. Página 1 de 0
Tu cuenta
Boletin
Estadísticas
»Total Cuentos: 21.633
»Autores Activos: 155
»Total Comentarios: 11.741
»Total Votos: 908.508
»Total Envios 41.629
»Total Lecturas 53.552.815