Era como un perro sin amo, solo. Así vivía...,sin más compañía que unos pocos enseres en aquel pequeño ático, todos ellos bien ordenados, raro dado su desaliñado aspecto. Joven desentendido con su propia ley, su camino decidido, y sus metas vagas aunque intensas como laluz de aquel candil que colgaba en una esquina de su única habitación, vividor de intesas sensaciones. Desde aquella pequeña estancia con la ventana abierta de par en par, por la que entraba un aire helado y un sonido caliente, se podía escuchar una trompeta, Miles simepre Miles..., un meloso, temperamental y rasgado sonido de jazz, de un conocido garito de la plaza de al lado le recordaba sus buenos momentos, su amante nacida para ser amada todavía no encontrada y sobre todo sus grandes amigos.
Lobo solitario se echaba a la calle en busca de su hombre interior, en busca de una buena compañía, de alguien que le necesitara como el a ella y poder ponerle un poquito de mágia a sus vidas, mágia desordenada, anárquica, pero no por ello menos intensa y maravillosa con matices de cuento inspirados en la vida real, con los pies en el suelo y el corazón rozando el cielo, así era él.
Aquel día salió a la calle en busca de un regalo, todavía no sabía quien sería su dueño, algo le decía que aparecería el algún momento...,la vida esta llena de momentos, precisamente esa vida que se le deshacía como un polvorón en manos de un niño ansioso, le volvía a pedir unos momentos mágicos no conocidos y así con paso firme se decoró cuanto pudo y cruzó el umbral de su apartamento. Bajó por unas interminables escaleras de madera amplias y zigzageantes hasta la entreplanta, después inexplicablemente se estrechaban en el tramo más dificil, y allí en la lejanía al final de un camino vertiginoso mal colgaba un letrero de color verde que ponía , salida, como si de un mal antro se tratara, una vez cruzado el último obstáculo plantó el primer pie en la calle y se dispuso a iniciar su viaje.
La calle estaba llena de gente, en la oscuridad de una tarde navideña solo matizada por miles de lucecitas de colores, se agolpaban padres y madres con sus criaturas inberbes en busca de los consabidos regalos. Al pasar por delante de una perfumería se quedó impresionado por el hormigueo viviente que representaba y decidió entrar, pensó, regalarían algo? Y entró, se encontró con la imagen esperpentica de decenas de personas atracando las estanterías, solo custodiadas por unas chicas puestas para la ocasión, de edades diversas, sin apenas experiencia pero dispuestas a vender hasta su madre si hiciera falta. Se dispuso a buscar su regalo entre aquella muchedumbre y empezó a mirar distraidamente los amontonados perfumenes, desodorantes, leches corporales y demás artículos expuestos. de repente una voz quebrada de tanto usarla le preguntó.
- desa usted algo?.
Al volverse vio a una chica rubia, seguramente teñida, con unos pantalones negros ajustados y una camisa blanca que no parecía de su talla, algo arrugada y manchada de carmín a la altura de la cintura, se le notaba cansada, pero allí se le mostraba con toda su intensidad tras unos ojos increiblemente coloreados de un azul inimaginable y unos labios resecos de tanto hablar, perfectamente dibujados a la vez que sensuales.
- estaba buscando un regalo...dijo él
- buscaba algo en especial?..., chico o chica?
- supongo que chica...,no es para nadie en concreto.
Ella no pudo si no sorprenderse, no era una respuesta muy habitual, pero siguió con su tarea.
- me sigue?
- pues una de dos o te sigo o te persigo.
Consiguió sacar de ella una sonrisa un tanto cómplice, después echó a andar hacia una muestra bastante extensa de perfumenes y él la siguió. Compró varias cosas, no sabría decir muy bien el que, un par de colonias y alguna cosa más, un tiempo agradable en el cual sacó mil cosas bellas de su compañera de compras.
- me acompañas a la caja?, es que te tengo que cobrar allí
- por supuesto, te sigo persiguiendo..., le dijo con una sonrisa pícara.
Una vez cobrado, ella que ya le tuteaba le lanzó la última pregunta, su última oportunidad para conseguir llegar a ella.
- te envuelvo algo para regalo?
El se acerco a su mejilla y le dijo con voz grabe y pausada
- me gustaría que me nevolvieses tu número de teléfono para poder tratarlo con mucha dulzura.
Le miró un poco perpleja. Ese chico..., ese hombre con aspecto desaliñado, con barba de dos dias perfectamente ordenada, el pelo largo y alborotado y una voz penetrante y dulce que inspiraba confianza le estaba lanzando un reto agradable. Le gustaba y se dijo por que no?, fue hacia un mostrador repleto de trastos apartó algunos de ellos y escribió nueve números en una tarjeta de regalo, esos números bien ordenados que lo llevarían a ella, lo envolvió con cuidado y se lo entregó con una alegre mueca, sin más palabras.
- ¡Por favor me puede atender!, les interrumpió una mujer impertinente, llevo un buen rato esperando y quería si es posible que me atendiera alguien
- lo siento un momento y estoy con usted
Se volvió hacia él y se disculpó.
- ahora te tengo que dejar pero me gustaría verte, llámame
- solo una pregunta más..., a que hora sales de trabajar?
- hoy alas diez, imaginate en estas fechas y con el jaleo que tenemos...
- entonces te llamo a las diez
- te espero entonces.
Se acercó a ella y selló aquel pacto con dos besos húmedos en sus mejillas, hasta dentro de un ratito dijo, y cogiendo todos sus regalos salió por la puerta.
Algo se movía en sus interiores, él se distrajo como pudo en las horas que le quedaban, recordó aquella trompeta que hace un rato le había saludado y se encaminó a aquel viejo garito a tomar una cerveza, ella siguió con su trabajo aunque ya no era igual, todo le parecía distinto, la mágia la había tocado.
Una melodia conocida..., delcolgó el teléfono.
- digamé
- hola, te sigo persiguiendo
- hola , te estaba esperando
- bueno aqi me tienes , donde estas?
- acabo de salir de trabajar.
- Yo estoy aquí cerca en un pub que se llama Ritmo, en la plaza de Barrabés, lo conoces?
- si, he estado alguna vez tomando unas copillas, me gusta
- si te parece te espero aquí y nos tomamos algo?
- bien tardo diez minutos, esperamé eh?
- no lo dudes, aqui estoy, impaciente
- voy
Después de diesciséis interminables minutos en los cuales apuró un par de pintas, apareció por la puerta, su aspecto había cambiado, sus ropas se parecían más a las de él y su rostro suavemente maquillado se tornó muy atractivo, se levantó del pequeño asiento en el que estaba sentado y con una gran sonrisa vovió a plasmar dos lindos besos en sus mejillas, fueron muy bien recibidos y recompensados con otra maravillosa sonrisa.
- veo que no has pasado por casa, dijo ella al ver los paquetes que antes había envuelto a su lado
- la verdad es que no, he preferido venir aquí, algo me empujó a hacerlo
- curioso, a mi hay veces que también me pasa lo mismo y precisamente aquí
- será esa trompeta, es como el flautista de Hamelin, pero llamando corazones solitarios.
Ella se ruborizó un poco, su vida no estaba para nada llena al igual que la suya y de alguna forma u otra se les notaba, pero eso no era malo pensó, y además precisamente algo le llamaba allí, a esa situación, con esa persona tan especial e intrigante que hoy se le hbaía presentado.
- me gusta tu forma de ver las cosas, dijo ella
- gracias
- finalmente has encontardo el regalo que andabas buscando?, o la personaque habías de regalarselo?
- SI!, respondió rotundamente
- me alegro y quien es la afortunada?
- él puso un tono un poco femenino y respondió, Yo...
- Ella soltó una carcajada, y como es eso?
- muy pronto..., algún dia lo sabras.
Se quedó muy intrigada, algo le decía en su interior que la respuesta era ella y su corazón se puso a latir con más fuerza.
- creo que tambien me gustará saberlo.
- unas pintas para celebrarlo?
- eso esta echo
- camarero...
Allí estaban, tomando unas pintas escuchando la música que les había atraído de alguna manera a aquel garito de la plaza de Barrabes, a aquel Ritmo, que a él le hacía soñar y a ella acompañarle, y entre sueños, el supo que ese día sin saberlo salió a buscar su regalo y finalmente lo tenía delante, un regalo para dos corazones solitarios que querían dejar de serlo, un regalo de amor y de amistad, un regalo eterno.
P:D: Para mi pulpito, mi eterno regalo que un día sin saberlo llegó a mi vida y que ya nunca se irá. Lo escribí hace tiempo antes de conocerte y ahora que se quien eres se que eras tú a quien siempre había estado esperando
Has ganado a tu destino por adelantarte a él, haciendo bien en esperar a quién salió en tu busca. Hoy me vestiré de gala para caminar a tu lado, e invitarte a una copa que celebre nuestro acierto. Bailamos al mismo Ritmo? Quiero alzar mi copa y brindar por tus sueños. Por que no dejes de soñar, a veces los sueños... también se cumplen.