Los tropiezos de la vida nos hacen verla de manera distinta cada vez, como si la miraramos através de un prisma. Cuando terminamos una relación nos parece que el mundo se nos viene encima, que ya no tenemos a quien acudir.
Sentimos hasta dentro del pecho, la opresión por eso que un día tuvimos y hoy no esta a nuestro lado. Algunos ven un escape, en salir con nuevas personas, otros en gritar e incluso llorar, mi escape fue escribir al mundo, lo que me hicieron padecer.
Me entregué en cuerpo y alma, a quien no lo merecía, le dí un amor puro y sincero, que no exigía nada a cambio, y sólo recibí un golpe de traición. Hoy, que he conocido a alguien, que ha cambiado mis días, y ha hecho que viera que podía existir un futuro nuevo, temo ante lo desconocido, a amar y darlo todo nuevamente y volver a recibir un nuevo golpe.
Pero él hace, con acciones que esas dudas se disipen, y que piense a cada segundo, que aunque las culturas, la distancia entre nuestras islas y la diferencia generacional, nos separen, puede existir algo mucho más fuerte.
No podría explicarles si es química, o amor, pero es fuerte lo que siento, es algo que cuando nos comunicamos, ya no puedo dejar de hacerlo, y en casa sólo espero la llegada del siguiente día, para hablar con él, no sé si le pasará lo mismo, pero nos cuesta trabajo despedirnos, cada día y decirnos adiós.
Lo más importante, es el cambio que me ha hecho experimentar esa persona, me ha devuelto la ganas de amar y de seguir viviendo con la esperanza, de que algún día estaremos juntos y que existe alguien en algún lugar del mundo que piensa en mi.