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Categoría: Ciencia Ficción

Ni tan muertos ni tan vivos

La bella niña no duerme; de rodillas en el reclinatorio, reza y vela los hábitos de novicia. Es el suyo un estado armónico de la facultad del alma en el amor, hacia Dios.

Un Lucero que se asomaba curioso por el ventanuco de la celda, le habla de otras clases de amor:

-El amor es la vida del cuerpo. Por amor se muere. No amar es dejar de ser. Es un sentimiento con profundidades abismales.
-No es amor lo que nos mueve por considerarlo apto para poseerlo -le contesta la Bella-, esta es la forma más ruin y despreciable del amor. No es la pasión que atrae un sexo hacia otro...

El Lucero, sin sexo que despreciar, se hace forma y figura en la celda, junto al reclinatorio.

La noticia de las dos muertes y de sus características, tienen a los muchachos de la prensa sobre ascuas. Pacientes esperan en el rellano del Hospital Sant Jaume, junto a la entrada de Urgencias, el resustado de las auptosias, suponiendo descartada una rueda de prensa con el patólogo. Más siempre se puede infiltrar algún sabroso detallito, que con un poco de paja daría lugar a una editorial de enganche. Lo visto y oído daría para mucho más.

El técnico en autopsias, Rafael Alcantara, es supersticioso; aquella misma mañana se había cruzado con un gato negro, y un cura; sin poderlo evitar había mirado hacía los balcones de una casucha que malamente se mantiene en pie, entre su residencia y un banco, con ropa tendida en sus balcones, y para colmo, sólo le faltó pasar bajo unas escaleras de los de mantenimiento del Hospital. Y se lo crean como no es ¡martes y trece!

Cuando llega, Rafael, a la Planta de Patología, el doctor Sierra, está terminando con el examen externo del cuerpo de lo que parece un hombre.

-Quiero una obra de arte. Me da en la nariz que este caso va a traer cola...¡Que te sea leve! -bromea en viendo la palidez de su ayudante- ¡Que no muerden!

Si sale riéndose bajito.

EL muchacho traga saliva, esta actividad extra le ayuda a costearse los gastos como residente en el Hospital. La muerte le impone, debilidad nada propicia para un futuro médico. Hijo, nieto y biznieto de la ciencia de Galeno; la familia no le ha dado opción a escojer carrera. Rafael se deja querer, soñando con su verdadera vocación: el teatro. "¡Tiempo al tiempo!" Piensa, conformando su tierno corazón con sueños de farandulero.

Mientras se calza los guantes quirúgicos, mira de reojo al otro cadáver, que le parece fresco, lozano y hermoso, en su triste desnudez.

Los ojos de la Bella, miran al techo, brillantes, irradiando luz.

-Deberían estar vidriosos, al menos -dice, dirigiéndose al pequeño migrófono móvil, que pende de un cordón-. Las pupilas parecen más que fijas, impavidas, sin dilatación...

Llegado a este extremo se detiene nervioso, rebobinando la cinta. No es cosa suya. Cuando se dispone ha hacer la incisión empezando por el hombro izquierdo...

-¡Ni se te ocurra!

El Lucero ha saltado de su lecho de mármol, y como un basilisco corre hacia el aterrorizado Rafael. Coge a la Bella entre sus brazos y corre como alma en pena hacia una de las salidas de ambulancias.

Queda el técnico con la mano en alto empuñando fuertemente el bisturín, y así llega en loca carrera hasta la Planta de Urgencias, gritando como un poseso:

-¡¡¡Los muertos me persiguen!!! ¡¡¡Socorro!!!

El celador, recordando un caso reciente de una doctora loca, le anestecia de un garrotazo...

El director del Hospital, recibe muy amable y cortés al Comisario. Después de hablar unos minutos sobre el caso, el policía, le pide que le acompañe hasta la Planta de Patología.

-Está en el sótano, tiene varias puertas de acceso y todas ellas se abren a rampas aceradas y estas al exterior, hay una tan grande como para permitir el paso a un autocar de dos pisos-, va explicando el director.
-Siempre está tan solitaria esta sección -pregunta el policía, sintiendo un espeluzno en la espina dorsal, ante la vista de varios cuerpos tapados con sabanas verdes.
-Normalmente. Salvo los lunes, jueves y viernes de nueve a doce, aquí se imparten las clases de anatomía.
-Se supone que, ayer miercóles el forense estaba solo.
-Suelen ser dos: un doctor y el técnico. Si se hace la autopsia por orden del señor juez.
-¿Y?
-En este caso el patólogo tenía una conferencia, después de hacer el examen preliminar de uno de ellos, les dejó a cargo del técnico...
-¿Quiere decir, doctor, que al otro se le dió por muerto, sin un reconocimiento previo?
-Cuando ingresaron en el Hospital ya eran cadáveres. El examen posterior sirve para esclarecer las causas del óbito.
-¿Cuánto tiempo llevaban en esta sala?
-Cuarenta y ocho horas. Casi siempre se recomienda hacer la autopsia, pasadas esas horas.
-Lo cual quiere decir que los estudiantes del lunes y viernes les vieron.
-Creo que todo el personal del Hospital, el aspecto, del hombre... era peculiar.
-¿Qué quiere decir?
-No habían perdido la tersura de la piel. Ni dilatado las pupilas. Es posible por el efecto de alguna droga descococida, hasta ahora. Por el lugar y las vestiduras de ella, suponemos que se trate de algún ritual.
-Según lo que usted admite,es posible que estuviesen vivos.
-No. No es posible, el ECG mostró una línea plana durante cinco o seis minutos. Y el escaner indicó, muerte celebral, en ambos.
-¿Me pregunto, por qué esperar cuarenta y ocho horas?
-Son normas, sobre todo cuando no se presenta el "rigor morti".
-¿Puedo hablar con el técnico?
-Está sedado -el médico intenta ser
amable.

En el cielo un Lucero, se esfuerza en fundirse con la Bella, asegurando:

-El amor, querida mía, no es un acto de la voluntad libre. Ahora me perteneces.
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2 comentarios. Página 1 de 1
Loren
invitado-Loren 24-07-2003 00:00:00

¿Cómo votar por este cuento? Tiene regusto a la España profunda. Enhorabuena por la gracia y frescura de tantos casos "reales" que nos narras.

Pilar G. Cuadros
invitado-Pilar G. Cuadros 24-07-2003 00:00:00

Cosas de la informática, supongo. Te agradezco tu interés y la simpatía con que lees mis cuentos. Pily

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