No se sabe de dónde surgió, pero era el mal en persona. No se sabe quién era, pero llevaba una svástika tatuada en la frente. Bastión de la intolerancia y la ignorancia, El Gran Capitán mancilló al pueblo de Euskal Herria sólo porque no le gustaba la libre expresión en una lengua que no era la suya.
Con ansias estúpidas por resucitar personajes indeseables del pasado, amenazó con saña y vileza e insinuó, poco antes de lanzar al aire proclamas nacionalsocialistas, que la Tierra de los Vascos, así como cualquier región en la que hubiese un sentimiento libertario y de reconquista de la identidad propia, sería aplastada por las sucias botas de aquellos que, rodeados por una densa niebla de odio, no ven más allá de sus propias narices.
Era por tanto uno de ellos, una de esas bestias que no comprenden que los nacionalismos son peores que el cáncer, y que se esfuerzan por que el Mundo vuelva a padecer aquello que tanto nos llena de vergüenza. En pocas palabras, esos que escupen en las tumbas de los que murieron por culpa de Franco, Mussolini, Hitler, Pinochet.....
El mundo ha cambiado, la libertad y la fraternidad de los seres humanos enterró ya esas pestes.
"Que no se vuelva a repetir"