Madam Denisse era una anciana que vivía en una mansión a las afueras de San Petersburgo. Su mascota favorita eran los gatos y de ellos, tenía a una gata que era su favorita. Ésta era blanca y tenía un gran moño rosa en su cuello, llamada Minush.
Cierto día, M. Denisse amaneció muerta. Su mayordomo llamó a los doctores y estos afirmaron que M. Denisse había muerto de un infarto.
Los sobrinos de dicha anciana -que era sus familiares más cercanos- iniciaron inmediatamente los trámites del testamento. Después de varios años, se decidió que Karl Biester, sería el heredero de la mansión. Éste no sabía que hacer con ella, por lo que después de pensarlo por un tiempo, decidió que lo mejor sería convertirla en un museo, al que le darían el nombre de "Museo Denisse", en honor a su tía.
Tres meses después llegaron a la mansión los arquitectos e ingenieros para calcular las medidas del terreno. Al día siguiente, llegaron los albañiles para empezar la remodelación del lugar, sin embargo, como estos vivían en Moscú, decidieron pasar la noche ahí. A la mañana siguiente, Karl Biester fue al terreno junto con el ingeniero para revisar la obra, pero encontraron a los albañiles muertos con una profunda herida en el corazón. En ese mismo instante, los vecinos de la casa de enfrente fueron con Biester y le dijeron que no habían podido dormir, debido a los maullidos de gato que se escucharon desde las 12:00 a.m. hasta las 3:00 a.m.
Karl decidió verificar esto por sí mismo, por lo que la noche siguiente se presentó en el terreno a las 11:30 p.m. para observar lo que pasaba. Y efectivamente, a las 12:00 a.m. se escucharon los maullidos de un gato. Guiándose por estos sonidos, llegó hasta la barda que dividía la mansión con el terreno adjunto y vio a una gata blanca, que después se dio cuenta que era Minush. Sin embargo, ahora tenía un medallón en su moño, que después de pensar durante unos instantes se percató de que era el medallón de M. Denisse. En ese momento, entendió que no se trataba de Minush, sino de M. Denisse que había poseído el cuerpo de dicha gata. Se puso a pensar durante unos instantes en las razones por las que una persona no puede irse a la otra vida y supuso que M. Denisse estaba aquí porque no quería la demolición de su casa.
Al día siguiente, Biester contactó al arquitecto y al ingeniero para cancelar la obra y a partir de ese momento, se dejaron de oir los gemidos de la gata blanca.